Violonchelista graduada, es la nueva responsable de la Juventud Estudiante Católica (JEC) Teresa Gutiérrez: "Entiendo que el servicio es una opción de vida, libre y voluntaria"

(Teresa Gutiérrez).- Hace ya casi tres años, un buen amigo me ofrecía asistir a una pascua con un movimiento que no conocía de nada, la Juventud Estudiante Católica. A pesar de que provengo de una familia que me ha educado en la fe, llevaba unos años pasando por una gran crisis, y sin saber muy bien el rumbo que debía seguir mi vida. Esa invitación, de algún modo movió algo en mí. Algo me decía que tenía que ir.

Hay pocas cosas de las que me alegre más en mi vida que de haber asistido a esa pascua. Me encontré una comunidad de personas excepcionales, que me dieron continuas lecciones de humildad. No con grandes discursos, sino aceptándome y acogiéndome en cada momento tal y como soy, y enseñándome con sus actos. Después empecé a ir a las reuniones del grupo de vida, entonces el único que había en Madrid.

Seguí topándome con personas excepcionales, auténticos rostros de Dios, Álvaro, Mayte, Ana, Carmen, Sole, Tere, Lala, y más tarde Edu y Maitane, las cuales por suerte a día de hoy siguen formando parte de mi vida. No la entiendo ahora mismo sin todas ellas. Tengo la suerte de conocer no sólo a personas de toda España, sino de todo el mundo: Aisha, Ismael, Saray, Fernando, Isa, Pablo, Richard, Cecile, Ellie, y tantas otras. Aprehendo (con h) el sentido de la oración, a ver, juzgar y actuar, y que ser cristiana es tomarme la vida en serio.

Después comienzo a tomarme un poco más en serio el acompañamiento, recurriendo a Poche, por la que también me siento tremendamente agradecida, porque me hace seguir profundizando en estos temas, y ayudando a que me tome mi vida en serio. También, gracias a su invitación a la pascua del MSJ conozco a Lucía, que aparece en el momento justo no sólo para aportarme a mí, sino sobre todo para hacerme consciente de todo lo que también puedo aportarle yo a ella o a otras personas.

Ahora, mirando atrás y viendo todo lo que el movimiento me ha aportado y cómo me ha hecho crecer como persona y como cristiana, no puedo evitar sentirme en deuda. Es mucho y bueno lo que he recibido sin dar nada a cambio, cuando más lo necesitaba. Por lo tanto, ahora que el movimiento me propone asumir esta responsabilidad, lo entiendo como una oportunidad de devolver una pequeña parte de todo lo que me ha dado, y hago una reflexión sobre el servicio y lo que conlleva. Entiendo que el servicio es una opción de vida, libre y voluntaria, que se toma desde el amor y el agradecimiento. Como dice el Evangelio de San Mateo, "Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis"

El proceso de discernimiento sobre si asumía este compromiso o no ha sido un poco costoso. Ya se sabe que en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, se puede conseguir cualquier cosa, menos tiempo. Nunca tenemos tiempo para nada. Siempre hay un sinfín de obligaciones por las que no podemos sacar un hueco. Lo primero que pensé es: "¿cómo voy a hacer esto, si no tengo tiempo?" Después de eso, vinieron los miedos: al compromiso, al fracaso, a no estar a la altura...

Pero no todo va a ser malo. También me emociono profundamente escuchando lo que soy para otras personas. Me doy cuenta de todo lo que puedo aportar a mi comunidad, y a la Iglesia (porque no nos olvidemos, y hablo por mí la primera, de que la JEC, sea lo que sea, lo más importante es que es Iglesia). Quiero, más que nunca, ser Iglesia en salida, vivir mi fe de una forma coherente y responsable conmigo misma, con el prójimo y con la casa común. No olvido que tanto la JEC como mi vida en particular, giran en torno a la comunidad educativa, y como dice Paulo Freire, "Educar es un acto de amor, y por tanto, de valor". Porque hay que tener mucho valor para amar. Estas espero que sigan siendo mis máximas en mi trabajo y en mi vida.

Así que, ahora con mucha alegría, esperanza y ganas, y también con un poco de miedo (que bien gestionado, no viene mal), asumo la responsabilidad diocesana, como un servicio al movimiento, poniéndome en manos de Dios, y esperando poder contribuir lo mejor que pueda. Añado este compromiso al que ya tengo adquirido con el Consejo de la Juventud de España, que tantas personas valiosísimas, experiencias inmejorables y conocimientos importantes me ha aportado también, y sin el que tampoco entiendo mi vida a día de hoy.

Pase lo que pase, mi máxima espero que siga siendo educar, como dice el Papa Francisco, "con cabeza, corazón y manos", y aunque suene utópico, siempre hacer de este mundo un lugar mejor.

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