“Ha llegado el momento de discutir seriamente el celibato y tomar decisiones” Amar a la esposa y a los hijos son “cosas del Señor” (D. 4º TO B 2ª lect. 28.01.2024)
Pablo propone (¡no impone!) a todo cristiano el celibato por razones de conveniencia
| Rufo González
Comentario: “Quiero que os ahorréis preocupaciones” (1 Cor 7, 32-35)
El capítulo 7 comienza con una afirmación polémica: “Acerca de lo que habéis escrito, es bueno que el hombre no toque mujer” (1Cor 7,1). Como los manuscritos antiguos no tienen signos de puntuación, ignoramos si la afirmación es de los corintios o de Pablo. Parece de los primeros. Pablo lo contradice más adelante: “si te casas, no pecas”; “actúe conforme a su voluntad; no peca, cásense” (1Cor 7,28.36). Iría con su tradición bíblica: “No es bueno que el hombre esté solo...” (Gn 2,18.24).
Pablo dice abiertamente: “Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel” (1Cor 7,25). “Mi parecer” (“gnómen”): inteligencia, buen sentido, espíritu, opinión, propuesta, deseo... El celibato, pues, no puede imponerse como voluntad de Cristo. Hoy, que “ha crecido la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables” resulta más hiriente y escandaloso vincularlo legalmente a cualquier servicio o ministerio, ya que impide ejercer “el derecho a la libre elección de estado y a fundar una familia” (GS 26).
Pablo propone (¡no impone!) el celibato por razones de conveniencia. No hay razón teológica alguna, que apunte a la voluntad de Dios. Ya en el v. 9 da una primera razón: “si no se contienen, cásense; es mejor casarse que abrasarse” (v. 8). Una segunda razón es “la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela” (v. 28). Alude a problemas que conlleva el matrimonio, de tipo material, instintivo, social... Tercera razón: “la angustia que apremia”(v. 26),“momento apremiante” (v. 29), por el poco tiempo para el final.
La lectura de hoy aporta la cuarta razón: “quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido... Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones” (vv. 32-35).
Llama la atención el lenguaje: “quiero que” (v. 32); “digo esto para vuestro provecho” (v. 35); “haga lo que crea conveniente” (v. 36); “hará bien” (v. 37); “parecer, opinión” (v. 25.40). No suplanta la conciencia, ni, mucho menos, al Señor.
Pablo piensa que el celibato es el estado más fácil de vida cristiana. Por dos razones: ahorrarse preocupaciones (propias del casado y de aquel tiempo) y dedicarse totalmente a “los asuntos del Señor”. Aquí se apoyan algunos para exigir el celibato ministerial. Pero el texto paulino no se refiere en absoluto a obispos y presbíteros. Es un “consejo” para todos los cristianos, en un tiempo histórico, en comunidades urgidas por la creencia en el final inminente, con una teología sobre la realidad histórica muy distinta de la actual.
La expresión “anda dividido” (v. 34) suponer que Dios es un “objeto” más de nuestro amor, que, por limitado, no llega a todo. Creo equivocado entender así a Dios. Tanto el casado como el célibe están llamados a tener un “corazón indiviso”, unificado por “el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta” (Col 3,14). Amar a la esposa y a los hijos no impide amar a Dios y a la comunidad. Los dos amores son “cosas del Señor” y están imbuidos del Espíritu de Cristo. Los presbíteros orientales no tienen su “corazón dividido”: aman a su familia y a la Iglesia con el Espíritu de Jesús. Los célibes pueden dedicar más tiempo a tareas comunitarias, sin prescindir del todo de su familia (padres, hermanos...). El amor pastoral es regalo libre de Dios, que no tiene que dárselo sólo a los célibes porque lo diga una ley clerical. La experiencia lo constata.
¡Qué bien lo expresa un sacerdote casado: “El ministerio sacerdotal es otro carisma, diferente del celibato. La iglesia institucional los ha asociado. Y esto creo que es unerror, pues cuando el celibato se impone como ley deja de ser carisma para convertirse en carga. Un carisma nunca puede ser una carga porque es fuerza liberadora. La imposición forzosa del celibato origina que muchos sacerdotes... vivan reprimidos y amargados o con serios problemas afectivos y sexuales... Para mí lo importante es sentirse libre y realizado en la vida para un total servicio y entrega al pueblo” (Fernando Bermúdez: “Curas casados. Historias de fe y ternura”. Moceop. Albacete 2010, p. 185-186).
El matrimonio es creación de Dios. Jesús lo eleva a signo eficaz (sacramento en sentido fuerte) de la Iglesia: expresa y edifica el Amor de Dios a su Pueblo. El celibato es don particular, opcional, dado por Dios a quien quiere dedicarse en exclusiva a alguna tarea digna (ciencia, educación, cuidado de la comunidad, anuncio y construcción del reinado del Amor...). “La Iglesia debería estudiar la posibilidad de revisar sus normas para permitir a los sacerdotes católicos la opción de casarse” (C. J. Scicluna, arzobispo de Malta, Secretario Adjunto de la CDF. Declaraciones a “Times Of Malta” 07.01.2024).
Oración: “Quiero que os ahorréis preocupaciones” (1Cor 7,32-35)
Jesús del amor y la libertad:
Pablo nos invita hoy a valorar la soltería;
tu evangelio también constata diversas posibilidades:
“No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don.
Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre,
a otros los hicieron los hombres,
y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos
por el reino de los cielos.
El que pueda entender, entienda” (Mt 19, 11-12).
Tu “buena ventura” invita a casados y solteros:
todo corazón libre disfruta del reino del Amor;
los no violentos tienen abiertas todas las puertas;
encuentran consuelo los que comparten llanto y alegría;
sienten tu consuelo los que buscan la realización de todos;
quien comprende y disculpa siente comprensión y gracia;
te ve a ti, Jesús, quien ve hermanos en todas partes;
los que pacifican sienten una alegría divina;
el sufrimiento del reino del amor es nuestra cruz,
abierta a tu gloria (cf. Mt 5,3-12).
Jesús del amor y la libertad:
Pablo nos dice a todos los cristianos:
“acerca de los célibes no tengo precepto del Señor,
pero doy mi parecer...” (1Cor 7,25);
“quiero que os ahorréis preocupaciones...;
os digo todo esto para vuestro bien;
no para poneros una trampa,
sino para induciros a una cosa noble
y al trato con el Señor sin preocupaciones” (vv. 32-35).
Hoy, Jesús, nuestra “Iglesia Católica Romana en su rito latino
es la única religión cristiana
que requiere que todos sus sacerdotes sean célibes:
abstenerse del matrimonio y de las relaciones sexuales”;
sin “precepto” tuyo, han vinculado ministerio y celibato;
llevamos siglos sufriendo “un mandato no vil que,
si a alguno agradó, pesó a más de dos mil” (Libro de Buen Amor).
En esta “pesadumbre”viven muchos hermanos:
recientemente, un obispo ha levantado su voz:
- “El celibato todavía tiene y seguirá teniendo un lugar en la Iglesia,
pero he aprendido por experiencia que a los sacerdotes
también se les debe dar la opción de casarse,
al igual que en las iglesias católicas del Rito oriental”.
- “Un hombre puede madurar, entablar relaciones, amar a una mujer.
Tal como están las cosas, él debe elegir entre ella y el sacerdocio,
y algunos sacerdotes se las arreglan
entablando relaciones sentimentales en secreto”.
- “Algunos de ellos han estado en una relación comprometida
durante años y otros incluso tuvieron hijos en secreto...
Esta es una realidad global. No ocurre sólo en Malta.
Sabemos que hay sacerdotes en todo el mundo
que también tienen hijos...”.
- “La Iglesia debería estudiar la posibilidad de revisar sus normas
para permitir a los sacerdotes católicos la opción de casarse”.
- “Ha llegado el momento de discutir seriamente el tema
y tomar decisiones al respecto.
Ya hablé abiertamente sobre ello en el Vaticano,
pero, en última instancia, no es mi decisión”.
- (C. Scicluna, arzobispo de Malta, Secretario Adjunto de la CDF.
Declaraciones a “Times Of Malta” 07.01.2024).
¿Qué harías tú, Cristo Jesús, ante esta situación?
Tú “no pusiste esta condición previa en la elección de los Doce;
tampoco los apóstoles para los que ponían al frente
de las primeras comunidades cristianas (cf. 1Tim 3,2-5;Tit 1,5s)”;
inspira tu voluntad al Papa y a toda la Iglesia;
que nos dejemos todos abrazar por tu tu Amor.