Enrique Reig Casanova Un obispo, viudo, promovió la coronación pontificia de la Virgen de los Desamparados
Enrique Reig Casanova fue obispo de Barcelona, Valencia y Cardenal Primado de España en Toledo.
Doctor en ambos derechos, tuvo una crisis espiritual, se casó, tuvo dos hijos, y al fallecer por cólera su familia, reingresó en el Seminario.
El 12 de mayo de 2023 se cumplirá el primer centenario de la coronación pontificia de la Virgen de los Desamparados. Las fiestas centenarias en Valencia siempre han sido magnas y de gran solemnidad. Faltan dos años para conmemorar, Deo volente, y si la pandemia del coronavirus no lo impide, el primer siglo del fastuoso acontecimiento en la que la ciudad fue bellamente engalanada y vivió una actividad festiva inusitada. Hace justo ahora cien años que comenzaron los preparativos de los fastos. Se está a tiempo si se quiere celebrar dignamente el aniversario pensarlo y organizarlo. De lo que hicieron nuestros antepasados por la Virgen en tan especiales momentos siempre se puede aprender y tomar ejemplo, entroncar con la tradición.
A los sones de la Marcha Real fue ceñida la corona en la cabeza de la histórica imagen de la Virgen, al tiempo que la artillería disparaba las salvas de ordenanza y todas las campanas de las iglesias de la Diócesis eran lanzadas al vuelo en toque de alegría. Testigos de excepción, de la ceremonia celebrada en el Puente del Real los Reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
Desde el siglo XVII. en que fue concluida su Real Capilla – «maravilla que le fabricó la pía caridad de los devotos»- y depositada en ella su venerada talla, las fiestas de la Virgen han sido exultantes y populosas, los festejos en su honor han sido siempre los más importantes de los de la ciudad. Ninguno otro les superó. Vicente Boix, Antonio Ramírez, Félix de los Reyes, Agustín Sales, F. de la Torre,… dejaron deliciosas crónicas de los lúdicos acontecimientos Fueron precavidos los inspiradores y organizadores de las fiestas de la Coronación Pontificia de la Virgen y crearon años antes distintas comisiones que se pusieron a trabajar en ellas.
El gran impulsor de la idea fue el arzobispo de Valencia Enrique Reig Casanova, quien nada más llegar y tomar posesión de la sede episcopal de Valencia el 27 de junio de 1920, activó su sueño y deseo de coronar a la Virgen de los Desamparados, como Patrona de la ciudad que era. Reig nombró una primera comisión integrada por cuatro miembros de la junta de gobierno de la Cofradía de la Virgen para que preparasen un proyecto de fiestas y actos , que le presentaron en septiembre de 1921.
Petición de la coronación
Reig, artífice principal de la coronación de la imagen, escribió a la Santa Sede, en nombre del «Clerus, Senatus el populus valentinus», con fecha 1 de septiembre de 1921, pidiendo la «gratiam cingendiritu solemni caput venerandae imaginis corona aurea». La respuesta a aquella solicitud la dio, el 15 de octubre de 1921, el cardenal Merry del Val, arcipreste de la Basílica de san Pedro, quien manifestaba que el Papa Benedicto XV había accedido a ello, y debía ser coronada bajo el título de «Madre de Desamparados».
Todos los requisitos que establecía Roma fueron cumplidos, entre ellos el envío al Cabildo del Vaticano, quien por entonces tenía potestad delegada del Papa para autorizar las coronaciones de la Virgen. Entre ellos enviar a Roma se envió 55 estampas sobre seda de la Virgen Madre de Desamparados para cada uno de los canónigos y otras 40 imágenes en papel para los beneficiados, más otra enmarcada en madera, junto con un informe de la historia y advocación de la imagen.
El prelado convocó una Asamblea Magna de Caballeros el 6 de abril de 1922 en el salón del Trono del Palacio Arzobispal a la que invitó a las primeras autoridades civiles y militares, corporaciones, nobleza, Cofradía de la Virgen, diputados, senadores, entidades sociales, culturales, económicas, colegios profesionales, medios de comunicación, gremios, párrocos de la ciudad, órdenes religiosas, asociaciones católicas, informándoles de su deseo y gestiones preparatorias ya hechas. Anunció que el tiempo más propicio para la coronación sería el mes de mayo de 1923.
De la reunión salió la aprobación de un Comité de Honor, un Comité Ejecutivo Central y varias Comisiones, entre ellas de propaganda, recaudación, festejos y benéfico social. La presidencia de la Honoraria sería ofrecida al Rey. La intervención del arzobispo Reig fue refrendada con na gran ovación. A su término, el primero en hablar fue el Capitán General, Carlos Zabalza, quien «hizo constar que todo él se hallaba identificado en el sentimiento de amor a la Virgen de los Desamparados y en el deseo de contribuir al homenaje que se le preparab». En esta línea se expresaron todos los asistentes que hicieron uso de la palabra. En la misma asamblea, todo muy diligentemente diseñado por Reig, se expuso número de comisiones, fines y reglamentos.
El 12 de abril de 1922, el arzobispo convocó l Asamblea Magna de Señoras, siguiendo las líneas y pautas de la de los Caballeros. Les animó a hacer grandes fiestas como las centenarias de 1867. «Habló del papel de la mujer en la vida familiar y social, que es siempre lo que la mujer quiere y sabe hacer que sea, exhortando a las señoras a que pusieran todo su valioso influjo al servicio de la obra tan acepta a la Santísima Virgen».
Tras estas reuniones, el arzobispo llamó a contribuir para sufragar los gastos de las fiestas. Pidió también ayuda a los valencianos que vivían en el exterior. «La Virgen Santísima nos devolverá, sin duda alguna, en forma de bendiciones y eficaz protección, cuanto hagamos en su honor», dijo en una proclama. A la Santa Sede pidió la Indulgencia Plenaria para aquellos fieles que en aquellas iglesias donde se celebrarse la fiesta quienes confesaren y comulgaren la pudieran alcanzar.
Entre las muchas cosas que se hizo fue establecer unas Oficinas de la Obra de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados en la plaza de Moncada n. 3, y la creación de la revista “Mater Desertorum”, en principio órgano de las Obras de la Coronación, que además de ser la publicación oficial, ponía en comunicación a los valencianos residentes en otras regiones y países. El primer número salió el 15 de octubre de 1922 y tenía una periodicidad quincenal. Su tirada era de 6.000 ejemplares. Publicó mucha iconografía de la Virgen de los Desamparados.
El arzobispo Reig Casanova
Reig Casanova fue nombrado obispo de València el 22 de abril de 1920, ciudad en la que había nacido el 20 de enero de 1859. Fue bautizado en la parroquia de los Santos Juanes. Pronto la familia se trasladó a Agullent, de donde era su madre. Hizo el bachillerato en el Instituto de Xàtiva y estudios superiores en el Seminario Conciliar y Colegio de la Presentación. En este tiempo, 1880, tuvo una crisis espiritual, se dejó el Seminario y estudió Derecho en la UnIversidad de València, donde destacó por sus máximas calificaciones y obtuvo premio especial en su Licenciatura de Derecho. Se casó en la parroquia de los Santos Juanes, con Francisca Albert Reig, parienta suya, «previa dispensa del impedimento de consanguinidad», de cuyo matrimonio tuvo dos hijos. «Pero en el terrible año del cólera (1885) dejaron de existir su esposa e hijos», cuenta Vicente Gascón Pelegrí.
Al quedar viudo, afectado por lo ocurrido, volvió al Seminario en Almería, donde fue ordenado sacerdote. Se doctoró en Teología, Derecho Civil y Canónico en Madrid. Fue reclamado por el Obispo de Mallorca, donde fue Vicario General, Canónigo y Gobernador Eclesiástico, además de Ecónomo de la Mitra. En Toledo fue nombrado canónigo y profesor de Sociología – la primera vez que se implantaba en España- del Seminario de Toledo, al tiempo que arcediano de aquella catedral. Su ciencia jurídica hizo que le nombraran auditor del Tribunal de la Rota y de la Nunciatura en Madrid, de donde pasó como obispo a Barcelona, donde creó el Museo Arqueológico Diocesano, y de aquí a València, ahora a propuesta del Gobierno, donde estuvo tres años.
En València también creó el Museo Arqueológico Diocesano e impulsó la coronación de la Virgen de los Desamparados. El 11 de diciembre de 1922, estando en Valencia, Pío XI lo creó cardenal y le nombró arzobispo de Toledo y Primado de España, pero no abandonó València hasta después de la coronación de la Virgen cuya ceremonia presidió. Pasadas las fiestas marchó a la sede de Toledo, donde murió en 1927 tras dolorosa y larga enfermedad.
La Asamblea Magna de Caballeros acordó que en mayo de 1923 debería llevarse a cabo la coronación pontificia de la Mare de Déu dels Desamparats.
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