Ante el primer centenario de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados Dos alcaldes republicanos, de izquierda, fueron los decisivos salvadores de la imagen histórica de la Virgen de los Desamparados
El alcalde José Cano Coloma y Vicente Alfaro, fundador de Esquerra Republicana, impidieron que la imagen fuera destruida y la ocultaron en el Ayuntamiento-
Los cartelistas republicanos Vicente Canet y Arturo Ballester fueron los ganadores del concurso de carteles de la coronación.
Vicente Canet fue el encargado del taller “Aliança d Intelectuals i Artiste Antifeixistes de Valencia” y autor de numerosos carteles de la guerra civil.
Vicente Canet fue el encargado del taller “Aliança d Intelectuals i Artiste Antifeixistes de Valencia” y autor de numerosos carteles de la guerra civil.
En 2023, se cumplirá el primer centenario de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados, una de las más importantes señas de identidad religiosa del pueblo valenciano, la que desde el siglo XV está entrañablemente ligada a la interesante e intensa historia de Valencia. Valencia, la ciudad y tierra que vive en permanente estado de fiesta, ha celebrado siempre con esplendorosas solemnidades los centenarios de las grandes efemérides de nuestra historia: conquista de Valencia por Jaime I, canonización de san Vicente Ferrer, etc… Un centenario que llega después del seco parón en nuestra vida provocado por la epidemia del coronavirus que nos ha desmontado todo a todos y ha asfixiado también, y en ocasiones de manera especial, las celebraciones y manifestaciones del ámbito religioso.
Un obispo viudo
Fue un Obispo viudo el promotor principal e impulsor de la idea de coronar canónicamente a la Virgen de los Desamparados como Patrona de Valencia, Enrique Reig y Casanova, nacido en Valencia, en el número 1 de la calle Eixarchs, junto a la Iglesia de los Santos Juanes, donde fue bautizado, en 1859. De pequeño marchó con su familia a Agullent, porque su madre era de allí. Estudió en Xàtiva el bachiller y entró en el Seminario de la Presentación y santo Tomás de Villanueva. Interrumpió sus estudios teológicos y cursó Derecho en la Universidad de Valencia tiempo en el que se casó con una prima suya, Francisca Albert Reig, con la que tuvo dos hijos. Madre e hijo murieron a causa del cólera. Ya viudo, terminó lTeología y fue ordenado sacerdote.
Reclamado por Obispos que fueron compañeros de estudios suyos se desempeñó en diversos cargos eclesiásticos en Mallorca, Toledo y Madrid, donde fue nombrado Auditor del Tribunal de la Rota. Elegido Obispo en 1914 fue designado para Barcelona y en 1920 nombrado Arzobispo de Valencia. Aquí estuvo poco tiempo, ya que el Papa Pío XI le nombró el 11 de diciembre de 1922 Cardenal y le asignó el Arzobispado de Toledo, que llevaba asignado el cargo de Primado de España, el cargo más importante por entonces de la Iglesia Católica en nuestra nación.
Este hecho hizo que se adelantara la Coronación de la Virgen dos años antes de lo inicialmente previsto, que era el año 1925. A pesar de haber sido nombrado en diciembre arzobispo de Toledo no abandonó Valencia hasta pasada la coronación en mayo siguiente, estuvo seis meses m´zx del tiempo que le correspondía y faltando a su nueva Diócesis, porque se empeñó en coronar él mismo a la Virgen de los Desamparados, pues suya fue la idea.
Aprobación del Papa Benedicto XV
El arzobispo Reig y Casanova solicitó al papa Benedicto XV el 1 de septiembre de 1921 la gracia de que “se conceda el honor insigne de la solemne Coronación a la Imagen de la Bienaventurada Virgen María, la que bajo el tiernísimo título de Madre de Desamparados –Matris Desertorum- es venerada en esta Ciudad y honrada con no interrumpido y cordial culto por los fieles… Así que, para honor y alabanza de la Santísima Virgen María, para gloria de su Unigénito Hijo y para aumento de la devoción del pueblo valenciano a su amadísima Madre y Patrona, encarecidamente pide a V.B. la gracia de ceñir solemnemente la cabeza de la veneranda Imagen con corona de oro adornada de piedras preciosas”.
El 15 de octubre de ese mismo año, el Cardenal Rafael Merry del Val, arcipreste de la Basílica de san Pedro, contestaba comunicando la autorización de la coronación que había concedido el papa Pío XI mediante un diploma acreditativo, que es el que vemos ahora mismo en pantalla. Al Cabildo de dicha basílica le correspondía “el derecho y el honor de coronar las sagradas imágenes dela Madre de Dios, célebres por la antigüedad del culto o por la fama de los milagros”, por delegación pontificia.
El Cabildo de la Basílica de san Pedro acordó: “Decretamos y mandamos que la dicha Imagen Sacratísima de Nuestra Señora, bajo el título de Madre de Desamparados, sea solemnemente coronada con corona de oro.· El oficio de realizar la coronación ” se le asignó al arzobispo. Uno de los requisitos que exigía el procedimiento eran enviar 55 imágenes de la Virgen de los Desamparados impresas sobre tela de seda para los canónigos de la Basílica de san Pedro y otras 55 impresas sobre telas más baratas los beneficiados, además de que se adjuntara una historia de la imagen y advocación de la Virgen.
Gran consenso en la ciudad
El arzobispo Reig al mismo tiempo que pedía permiso para la coronación a Roma comenzó a mover a toda la sociedad valenciana. Convocó una Asamblea Magna de Caballeros y otra de Señoras donde reunió a las fuerzas vivas, los cargos públicos, nobleza, colegios profesionales, Universidad, asociaciones y entidades económicas y culturales, patricios, empresarios, … todos la inmensa mayoría de los invitados acudieron a su llamamiento. Les expuso la idea y puso en marcha una Junta de Fiestas y varias comisiones y subcomisiones: propaganda, cabalgata, adornos callejeros, alojamiento de forasteros, procesión, retablo, artística, actos religiosos, económica, …
La comisión de la procesión invitó a las parroquias de los pueblos cercanos o que tuvieran facilidad de transporte a participar con cruz alzada y sus imágenes titulares. Con los Condes de Montornés y Altea acudió al Palacio Real a una audiencia conseguida por el alcalde Juan Artal para proponer a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia ostentaran la presidencia de honor de las fiestas de la coronación, invitándoles a las mismas.
Reig arengó a los valencianos a sumarse a este acontecimiento. Logró un gran consenso de las sociedad valenciana por su capacidad de liderazgo. Pidió la colaboración de todos y apoyo económico. A Roma solicitó “gracias espirituales en las fiestas de la Coronación de nuestra Patrona”, y la concesión de indulgencia plenaria. Fue creado un periódico, hoy revista, “Mater Desertorum”, como órgano difusor de la Obra de la Coronación de la Virgen, cuyo primer número salió el 15 de octubre de 1922, con una tirada de 6.000 ejemplares y en el que escribían “reputados escritores”, donde se daba mucha importancia a la iconografía de la Virgen de los Desamparados.
El historiador José Rodrigo Pertegás
En 1922, en plenos preparativos de las fiestas de la Coronación, fue editado el libro de 607 páginas, titulado “Historia de la Antigua y Real Cofradía de Nuestra Señora de los Inocentes Mártires y Desamparados de la veneranda Imagen y su capilla”, que escribió curiosamente un médico, José Rodrigo Pertegás, quien estuvo inicialmente de médico en Alcublas y luego desarrolló toda su vida como historiador en Valencia. El libro fue impreso en los talleres de Vives Mora, de la calle Hernán Cortés, 6, y fue prologado por un obispo valenciano, titular de Mallorca, Rigoberto Domenech.
El libro es el que mejor se ha hecho hasta ahora sobre la Cofradía y la Virgen de los Desamparados y es el resultado de las investigaciones que hizo este médico rebuscando en el Archivo de la Cofradía –uno de los mejor conservados de Valencia-, Archivo del Reino, Archivo Histórico de la Ciudad y en el del Colegio del Patriarca. El libro fue patrocinado por la Cofradía de la Virgen, de cuya Junta de Gobierno era vocal Rodrigo Pertegás, y reeditado en 2014 para conmemorar el 600 aniversario del Sermón del P. Jofre y preparando el 600 aniversario de la Fundación de la “Confraria de Nostra Dona Santa Maria dels Ignoscens”, siendo su gran y entusiasta impulsor, quien fuera eficaz Capellán Mayor y Rector de la Real Basílica, don Juan Bautista Antón Alonso.
Se trata de un libro construido pergamino a pergamino, documento a documento, donde se detalla minuciosamente todos los pormenores de la historia de la Virgen y su Cofradía, “leyendo estas página comprenderemos por qué la devoción y el amor a la Virgen de los Desamparados no se ha enfriado, ni ha disminuido en estos días de general descreimiento e indiferencia religiosa·, decía el prologuista hace cien años.
De Rodrigo Pertegás, cuenta Vicente Gascón Pelegrí, su biógrafo, que “conocía a la perfección todos nuestros archivos, y no había forma de letra, por enrevesada y difícil, que no fuese leída con facilidad asombrosa por el señor Rodrigo Pertegás”. Escribió muchos libros más, dos de ellos relacionados con la Virgen: “Las tres capillas de : 1595-1603-1669” e “Iconografía de la Virgen de los Desamparados”. Con ocasión del centenario se podría hacer algo similar.
Victor Espinós escribió para las fiestas de la Coronación una obra de teatro titulada “!Salve¡, retablo mariano”, que se representó los días 15 al 18 de mayo de 1923 en el Teatro Principal y en la que intervinieron 500 personas entre actoress, actrices y figurantes.
Aparte de misiones, asambleas marianas, conferencias, actos culturales, obras de caridad hubo contribuciones curiosas como la de la Federación Esperantista Levantina, dedicada al cultivo del idioma universal Esperanto, que organizaron el primer Congreso de Esperantistas Ibéricos, donde se trató. Entre otros temas de El Esperanto y la Religión.
Labra de la corona
La corona a construir se acordó “sobrepujáse en hermosura” a la anterior. Mucha gente, pobre y rica, aportó lo que podía, para que la corona fuera el “símbolo de un pueblo amante, presea delicada de los fieles… se tomó el acuerdo firme de construir la Corona lo más espléndida y ricamente posible: el pueblo valenciano lo quería”.
Fue creada una comisión especial que se encargara de todo lo relacionado con la Corona presidida por el Conde Montornés, quien, después del arzobispo, fue el que más animó y trabajó por la coronación de la Virgen. Decidieron encargar la obra a José Sugrañes, el joyero que se encargaba de limpiar y mantener las joyas de la imagen y de la cofradía, a quien ordenaron “que se auxiliase de orfebres y joyeros de Valencia, a fin de que resultara la obra completamente valenciana, tanto por la materia, producto de donativos, como por la mano de obra”. Las directrices que se le dio: “Que la silueta y conjunto no había de apartarse mucho de la Corona que entonces llevaba, que había de ser de estilo Renacimiento, y que había de aplicarse todas las alhajas que lo permitieran y no descompusieran el dibujo”.
Entre los joyeros que colaboraron estaban Emilio Vicente Claver, autor del ramo de azucenas, Casa Orrico, donde se hizo el nimbo, Torres de la calle la Paz,… El oro de la Corona resultantes era de 900 milésimas. Pesó 2.800 gramos. Tenía 25 centímetros de altura. “En total tiene engastados la Corona 4.835 brillantes, 3.082 rosas, 650 perlas, 16 esmeraldas, siete amatistas, ocho topacios, cuatro ópalos, cinco záfiros, y 60 medias perla”. Su valor aproximado en dinero de la época fue de 600.000 pesetas. El oro del nimbo pesaba 4.182 gramos, orlado de todo tipo de perlas y piedras preciosas.
Existe y está publicada una larga lista con todas las joyas y sus donantes que fueron entregadas para hacer la corona. Muchas de estas joyas que se desprendieron de la corona y de la propia imagen que las llevaba colgadas en el manto y en el peto -escaparate de joyería que criticaba el P. Emilio María Aparicio Olmos- el 21 de julio de 1936 cuando asaltaron la Real Capilla y la incendiaron, quedando esparcidas por el suelo y siendo recuperadas por los Bomberos y Guardia Civil, fuerzas que evitaron una mayor catástrofe ese aciago día salvando la imagen.
Fueron halladas muchas joyas, pero la corona desapareció, se la llevó en medio del tumulto organizado alguno de los saqueadores incendiarios del templo. Hay un acta notarial de la entrega de la imagen sin la corona y el listado de joyas recuperadas, que se levantó en la misma noche del suceso en el Ayuntamiento, por orden del alcalde republicano José Cano Coloma, quien gracias a su decisiva intervención y a la ayuda de otro ex alcalde republicano, Vicente Alfaro, se pudo salvar la imagen. Es curioso que estas intervenciones de los dos ediles republicanos determinantes para que se salvara la imagen de su destrucción no suele ser destacada ni valorada.
Himno Oficial de la Coronación
Se pensó en hacer un Himno Oficial de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados. “Necesitábase una invocación sagrada en la que el alma del pueblo desbordase el inmenso amor que sentía hacía su Virgen, que expresase colectivamente sus sentimientos en forma de cántico entusiasta, y precisamente en el mismo idioma del pueblo y por un hijo de la tierra bendita que iba a festejar a su Patrona”. Las bases del concurso para la letra del Himno decían que para participar en él era “condición indispensable la de haber nacido en alguna de las actuales provincias de Alicante, Castellón y Valencia, que constituían el antiguo Reino de Valencia”, exigencia ésta que extrañamente no impusieron en las bases del concurso para la música del Himno, que debería componerse una vez se supiera la letra ganadora y a partir de ésta. Digo extraño, pues es evidente que Valencia y su región, sus bandas de música, han sido siempre viveros de grandes y abundantes músicos.
Al concurso para seleccionar la letra del Himno de la Coronación fueron presentados 51 trabajos, siendo ganador José María Juan García, de Valencia, nacido en la calle Corona, barrio del Carmen. El poeta presentó dos obras, que, según él mismo contó, le costó de redactar un par de horas. Los poemas los hizo en casa y días después se fue a Viveros y allí los pulió. Al Jurado no le gustó el final de la composición premiada y acordaron tomar unas estrofas de la otra composición presentada para arreglar la primera. El premio que le dieron fue de 1.500 pesetas, una fortuna de la época. Jose María Juan García era autor de llibrets e fallas, de milagros vicentinos y de sainetes, uno de ellos narra el paso de la Virgen por la Bolsería. En vida expresó su deseo de que cuando falleciera, su entierro pasara por delante de la Basílica de la Virgen camino del cementerio, lo que así se hizo.
Para el concurso de la música del Himno ganador fueron presentadas 33 composiciones, llevándose el premio, dotado con 750 pesetas, el organista de la catedral de Vich, P. Luís Romeu. El segundo premio fue para un valenciano, Antonio Pérez Mayo, a quien se le dio 250 pesetas.
Carteles republicanos
A la convocatoria del concurso de carteles de las fiestas de la coronación fueron presentadas 11 obras y resultó ganador el artista Vicente Canet Cabellón con su obra titulada Amparanos. El segundo premio fue para Arturo Ballester con Alma Mater, ambos republicanos. Canet fue el encargado del taller “Aliança d Intelectuals i Artiste Antifeixistes de Valencia” y autor de numerosos carteles durante la pasada guerra civil. Arturo Ballester Marcos, muerto en 1979, ilustró numerosas obras de Vicente Blasco Ibáñez para la editorial Prometeo, y fue también cartelista de la guerra civil. De la composición de Ballester, por cierto, se hizo sellos de correo, sin valor facial, que se vendían a beneficio de las fiestas, y quela gente adquiría para los sobres de sus cartas, una manera de difundir y promocionar la coronación.
No se sabe, a ciencia cierta por qué razón a pesar de estos carteles premiados, se hizo otro que fue, precisamente, el cartel anunciador más difundido de la Coronación Pontificia de la Virgen, el cual va sin firma y fue impreso en Litografía Durá, mucho más completo y más monárquico, pues aparecen los Reyes junto a la Virgen coronada por las flores de dos mujeres valencianas, al estilo del lienzo que vimos al principio del pintor Fillol, con los santos Vicentes, el Miguelete, el casalicio de la Virgen en el puente y los prelados intervinientes.
Los Reyes presidieron
Los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia vinieron a la coronación. Llegaron el viernes 11 de mayo de 1923 en tren. Las primeras autoridades se desplazaron a La Font de la Figuera a recibirles. Al paso del tren por las estaciones la gente salía a saludarles. Desde el campanario de Catarroja se avisó al Micalet que ya habían pasado por allí y llegaban a Valencia. En la estación les esperaba el alcalde de la ciudad y en la puerta de la catedral el cardenal arzobispo Reig. Entraron bajo palio, se cantó el Te Deum, luego pasaron a la Capilla de la Virgen, besando la mano de la imagenLos Reyes se alojaron en Capitanía. Los monarcas asistieron a otros actos sociales y militares en visita a Valencia.
El sábado, 12 de mayo de 1923, fue el día dela ceremonia de la coronación. A las ocho y media de la mañana fue oficiada una Misa de Pontifical en la catedral por el cardenal arzobispo Enrique Reig, en la que predicó el Obispo de Mallorca, el alcoyano Rigoberto Domeneh, estando presentes el Nuncio Tedeschini y el cardenal Benlloch.
Concluida ésta, la imagen fue llevada a la bajada del Puente del Real confluencia con la plaza de Tetuán. A las 11 de la mañana, los Reyes salieron de Capitanía y a las 11,16 minutos llegó la Imagen al estrado de la coronación. Se calcula que en la zona habría unas 50.000 personas. Tropas del Ejército y la Guardia Civil formaban en el lugar y rindieron honores de Capitán General a la Virgen.
Promesa incumplida
El arzobispo Reig hizo una breve intervención en la que entre otras cosas dijo: “Gracias a Valencia toda, a ti, ciudad ilustre, que te has excedido en tus entusiasmos y fervores al aclamar a la dmadre común de todo. ¡Bendita Patria mía queridísima! ¡Patria mía cimentada por el alma de un pueblo honrado, laborioso y creyente!”. Y al terminar, Reig dijo que el pueblo valenciano “hará más: levantará en su honor un templo digno de la Señora, donde quepan todos nuestros corazones, porque en el actual ya no caben”.
El alcalde Juan Artal ofreció la corona al carenal Reig, que la alzó a la vista de todos, y la colocó en las sienes de la Imagen. Las bandas de música civiles y militares interpretaron la Marcha Real y los cañones de artillería dispararon las 21 salvas de honor. Al paso de la Imagen, de vuelta a la Capilla los Reyes se arrodillaron y la Reina lloró.
El domingo 13 de mayo, día de su fiesta, hubo Misa de Pontifical en la catedral en la que predicó el valenciano Cardenal Benlloch, entonces arzobispo de Burgos, intervención en la que pronunció su breve y emotiva plegaria a la Virgen, que se ha hecho muy popular: “Mare dels Desamparats/ que no me desampareu/ ni en la vida, ni en la mort/ ni en lo tribunal de Deu”. A la Misa y a la procesión general también asistieron los Reyes. La procesión comenzó a las cuatro de la tarde y la Imagen salió a la siete de tanta gente que participaba en ella. La escolta del Rey a pie y a caballo escoltó la imagen. Los Reyes vieron la procesión desde los balcones del Teatro Principal. La Imagen entró en la catedral a las diez de la noche.
La Banda Municipal de Valencia estrenó el “Valencia canta”, del Maestro Serrano, que le encargó la Diputación de Valencia para que fuera el Himno de la Coronación, pero se decidió no lo fuera por lo difícil y complicado que de cantar por los no duchos en música y canto.
Hasta 1925, no se movería la idea de hacer un nuevo templo o ampliar el actual que en la coronación lanzara el cardenal Reig amanera de voto y promesa en tal solemne ocasión. Varios miembros de la Cofradía reunidos en el Capitulet expresaron su deseo de que se hiciera la nueva Capilla. El nuevo arzobispo Melo y Alcalde no era partidario de la idea por razones económicas., aunque dos años después cambió de parecer y convocó una junta para debatir el asunto. La Caja de Ahorros y Monte de Piedad decidió aportar 250.000 pesetas para la construcción de un nuevo templo. El prelado hizo una carta pastoral dirigida a todos los valencianos para que colaborasen en el proyecto.
El jesuita Antonio de León inició una campaña en este sentido. Varios arquitectos entraron en el debate. Surgió la idea de hacer la Capilla de la Virgen en otro lugar. En 1930, se constituyó una Junta pro Templo Monumental que convocó concurso de ideas, pero no en otro punto, como la Glorieta, sino unido al actual. Concurrieron 10 proyectos y ganó el presentado por el arquitecto Vicente Traver Tomás, de Castellón. En 1936 aconteció la guerra y quedaron paralizados todos los proyectos de ampliación de la Real Capilla. Luego, al despedirse de la Virgen, la Reina ofreció a la Virgen el bastón de mando que le había regalado la Diputación, colocándosela ella misma en la mano.
La Virgen en la guerra
Llegada la guerra, la corona le fue robada a la imagen, el 21 de julio de 1936. Antes de ir a la Capilla de la Virgen, la turba incendiaria entró en la Catedral. Enterado el alcalde republicano José cano Coloma de lo que estaba sucediendo, desde su despacho conectó con la emisora que hoy es Radio Valencia, y llamó al civismo y la cordura, con su coche se desplazó a la Virgen, para detener los desmanes. Antes había llamado a quien fuera primer alcalde republicano, Vicente Alfaro, fundador de Esquerra Republicana, y se plantaron en la plaza de la Virgen, entonces plaza de la Seo a intentar parar aquella tragedia.
Allí estaba formado un escuadrón a caballo de la Guardia Civil, parados, sin impedir aquellos actos vandálicos. Y el propio Cano Coloma gritó al sargento que los mandaba que entraran a galope dentro de la Real Capilla y sacara de allí a los asaltantes. Luego ordenó a los Bomberos que apagaran los incendios. Hizo cerrar el templo y por la noche, cuando ya no había nadie en la calle ordenó a bomberos y guardias civiles que llevaran la imagen de la Virgen al Ayuntamiento donde permaneció emparedada toda la guerra. Sin la decidida actuación verbal y de ordeno y mando de estos dos republicanos la Virgen no se hubiera salvado, a ellos les compete el mérito principal.
Dos alcaldes republicanos la salvaron
Con la imagen, guardia civil y bomberos recogieron numerosas joyas que había esparcidas por el suelo, fruto de los tirones que había sufrido ocasionados por los asaltantes, pero no apareció la corona. Alguno de los asaltantes fue lo suficientemente rápido para acercarse a ella y quitarle la corona, que desapareció. Hoy un joven doctor en Historia del Arte, Nestor Morente Martín, experto en la Valencia republicana, biógrafo del primer alcalde de Valencia en la II República, Vicente Alfaro, nos ha descubierto nuevos detalles de lo que hicieron estos gobernantes republicanos en favor de la Virgen.
El alcalde Cano Coloma, abogado, de gran formación jurídica, llamó esa noche desde el Ayuntamiento al Colegio Notarial reclamando al Notario de Guardia para que levantara acta de la entrega y depósito de la imagen y sus joyas en el Ayuntamiento- De todos los Notarios sólo se encontró a un joven notario que acababa de llegar destinado a Valencia, Enrique Taulet Rodriguez Lueso de apenas 30 años, todos los demás notarios estaban desaparecidos. Actuó en calidad de notario de guardia y decano accidental del Colegio de Notarios. Este levantó acta detallada de las joyas recogidas en la Real capilla, acta que se conserva en el Archivo Histórico del Colegio Notarial de Valencia.
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