El cuento del infierno eterno
Alégrate por tus difuntos porque ya llegaron. Canta aleluyas y bendice al Padre que a todos nos espera.
Escucha el grito de tus muertos:
- ¡No me dediques "misas pagadas"! La Misericordia infinita no necesita presiones ni dinero.
- ¡Imita mis virtudes, evita mis errores, perdona el daño que pude hacerte!
- ¡Intenta que tus buenas elecciones te traigan derecho al regazo del Padre sin demasiados rodeos!
.
Unos padres buenos sufrieron mucho cuando comprobaron que uno de sus hijos les había robado y había huido de casa, sin decir absolutamente nada. Lloraron mucho y le buscaron durante mucho tiempo para decirle que volviera, que estaba perdonado.
Un día les avisaron con urgencia. Habían encontrado a su hijo tirado en un callejón con gravísimas heridas y apenas un hilillo de vida. Cuando llegaron al lugar les preguntaron qué querían hacer con el moribundo muchacho.
Unos clérigos que pasaban por allí dijeron:"Le hemos ofrecido confesión y la ha rechazado. Este joven es el vivo retrato de la injusticia y el desamor. Tuvo ocasión de elegir y eligió libremente el camino del mal. Sus padres ya no pueden hacer nada. No es que Dios le rechace, no. Él siempre llama. Es que este desgraciado ha rechazado a Dios, que ciertamente es Amor, pero también Justicia infinita. No puede tratar igual a un pecador que a un justo. Por eso los justos se salvan y los pecadores se condenan para toda la eternidad. Tuvieron su oportunidad y la despreciaron".
Algunos de los presentes, muy religiosos ellos, apuntaron:"Sí, sí, lo justo es que pague por el mal que ha hecho y vaya al infierno para siempre, puesto que no se ha arrepentido ni siquiera en este momento final. El pecado debe ser condenado. ¿Qué mérito tendría, si no, ser bueno? Ahora es el momento del justo juicio de Dios".
Finalmente, el padre y la madre dijeron al unísono entre sollozos:"Por favor, por favor, que le lleven urgentemente al hospital y a nosotros con él. Nosotros le cuidaremos día y noche para que sobreviva. Y, si ha de morir, que muera al menos rodeado por el cariño de su familia".
.
¿Qué dirías tú, lector amigo, ante una tragedia como ésta?
¿Qué dirá nuestro Padre-Madre Dios a sus hijos desagradecidos en el momento de la muerte?
¿De verdad crees que serán condenados por toda la eternidad?
¿El Todopoderoso no les echará un cable de luz para que piensen mejor si quieren ser felices?
¿No habrá después -sin el peso de la carne, el mundo y los dramas personales- otra oportunidad de elegir más lúcida y libremente?
¿Es lógico pensar que un Padre amante deje que se pierda alguno de sus hijos, creado por amor?
__________________________
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Hasta aquí el cuento de mi calenturienta imaginación. Pero se me agolpan las palabras y no puedo terminar. Necesito compartiros algo más.
Nos han inducido tanto a colgarnos de "fuera" que hemos olvidado que el Reino nace "dentro", que la Ley está inscrita "dentro" y que el parecido con el Padre lo llevamos "dentro". Lo subraya expresamente la Escritura. Ésa que, a veces, interpretamos de forma pérfida, vengativa, cruel e incoherente. Olvidamos que la piedra de toque está "dentro", que la mejor interpretación nace de la coherencia con lo que vemos o intuimos "dentro".
Hemos exagerado la "letra" (señalización externa) hasta fosilizarla y entronizarla como "palabra de Dios". En vez de reconocerla como "palabra inspirada" (instrumento) que necesita del crisol interior para separar el oro de su soporte material.
Las interpretaciones rígidas, puramente humanas, crueles e incoherentes nos han llevado a disfrazar al Padre de "ídolo contradictorio y vengativo", capaz de condenar por toda la eternidad a sus hijos rebeldes o ciegos. ¡Cada día veo con más claridad este fraude!
A mí me hace feliz la esperanza de "un cielo para todos". Seguramente tras las lágrimas del arrepentimiento y el esfuerzo del camino de vuelta. ¿Quién puede afirmar que no es posible después de la muerte? ¿Quién puede asegurar que la evolución del ser humano termina en este mundo? De hecho lo que llamamos "purgatorio" e "infierno" -dramatizados por miedos e imágenes primitivas- no son más que "estadios de purificación", caminos hacia la plenitud no conseguida en esta vida.
¡Cómo disfruto mi fe en un Amor Infinito al que, antes o después, no podremos resistirnos porque se nos abrirán los ojos! Esta certeza estimula mi búsqueda del Dios Bueno desde ya mismo. ¡Imposible esperar! ¿No es todo esto totalmente lógico? ¿No es la consecuencia de la fe en un Padre infinitamente bueno? ¿Por qué nos cuesta tanto salir de nuestras incoherencias?
¡Ay, perdóname! ¡Quizás me he salido de las "cuadrículas de papel" de la ortodoxia oficial! Te aseguro que algún día cambiarán. Tal vez muy lentamente porque nos hemos aferrado a la "tradición de barro" en vez de volar en brazos del Espíritu. Hemos hipotecado nuestra interioridad, libertad e intuición y nos hemos atado a "otros" con las gruesas maromas del miedo.
¡Perdona también mi rechazo a muchas de las "valiosísimas" pinturas de la Sixtina! Son el testimonio del error de otros tiempos y un verdadero escándalo para la fe cristiana. Algunas son una lanzada en el corazón de Cristo, precisamente en el epicentro del catolicismo… ¡Cuánto que limpiar! ¡Cuánto que avanzar y purificar!
¡Llámame hereje si eso hace que te sientas más seguro o más puro! Pero no dejes de meterme en el mismo "herejario" de tantos católicos santos e ilustres que tuvieron la misma intuición, la confesaran o no.
¿Quién puede asegurar que el arrepentimiento no es posible después de la muerte? ¿Qué sabemos nosotros de lo que ocurre después?
.
Ningún catecismo religioso o profano podrá apartarme de mi seguridad (mi fe) de que para Dios somos como niños recién nacidos, apoyados en su regazo, apretados contra su corazón.
Puede que intentemos hacer tonterías y desafiar la lógica del amor con nuestras alitas de libertad. Pero al final, todos, absolutamente todos, volveremos al seno del que nacimos.
No puede ser de otra manera. Dios no puede ser ilógico. Crear para condenar es incongruente y cruel. Durante siglos los teólogos se han roto los cuernos intentando explicar la "predestinación". Mientras la respuesta estaba ahí nítida y simple: "La predestinación al fuego eterno no existe". Todos, absolutamente todos, volverán al Padre.
Si no avanzamos por "el alambique de la vida", que destila el ángel y filtra la bestia, nos someterán después a nuevos alambiques. O, si prefieres, si no nos desarrollamos en "la incubadora de la vida" por las resistencias de nuestra libertad errada, pasaremos por nuevas incubadoras después (purgatorios o infiernos transitorios). Hasta que desarrollemos los órganos necesarios para poder ver a Dios en todo su esplendor. Entonces habremos alcanzado nuestro fin y el coherente objetivo del Padre.
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La imagen de un "dios sádico", capaz de condenar eternamente, es fruto de nuestra imaginación tenebrosa e inmisericorde, impuesta por una autoridad rígida y endiosada.
Amedrentar es una forma eficaz de conducir y mantener el orden. Pero de ninguna manera es la pedagogía del "Abbá" revelado en el Evangelio.
Por lo que a mí respecta que nadie intente separarme del regazo del Dios Amor. Ni con imposición de doctrinas, ni con anatemas, ni con la rígida letra de la revelación. A mi edad ya sé, por experiencia, que donde mejor se está es en su regazo, en esta vida y en la otra.
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(De "Cuentos del manantial" - Jairo del Agua)
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P.D.: Reflexión para los que me descalifican e insultan por esta meditación:
El Derecho Penal mundial se basa en la aplicación de penas proporcionales al delito. Por eso la "pena de muerte" se suprimió en casi todos los países. Ningún delito es proporcional a la eliminación total del delincuente.
Por otro lado, todos los humanos somos LIMITADOS. Por tanto nuestros errores y pecados también lo son.
Imaginar un "dios injusto" que aplica PENAS DESPROPORCIONADAS (eternas) para delitos limitados de seres limitados, no parece lógico. Pensar que los humanos somos más justos que Dios, tampoco parece lógico.
Eso solo se explica por el inducido e irreflexivo apego de los "creyentes" a viejas interpretaciones de religiosos autoritarios, que han puesto el vasallaje a sus propias ideas por encima de la conciencia, de la intuición personal y del Espíritu que se manifiesta, precisamente, en ese reducto.
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¿En qué Dios crees?
¿A quién oras?
¿Por qué crees?
¿Porque te lo han dicho o porque has identificado el lenguaje de tu corazón?
Precisamente ahí nacen las certezas y las evidencias.
¿Tu fe es de papel o de sólida roca?
Las meditaciones de este libro te ayudarán a analizarte y a construir sólido cimiento a lo que crees, a lo que oras y a lo obras.
Lo escribí para ti, después de larga búsqueda, para que evites mis dolores y mis errores.
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Consíguelo en tu Librería o también por Internet:
http://www.amazon.es/Meditaciones-desde-calle-Expresar-Teologico/dp/8493761508/ref=sr_1_3?ie=UTF8&qid=1318324237&sr=8-3
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Escucha el grito de tus muertos:
- ¡No me dediques "misas pagadas"! La Misericordia infinita no necesita presiones ni dinero.
- ¡Imita mis virtudes, evita mis errores, perdona el daño que pude hacerte!
- ¡Intenta que tus buenas elecciones te traigan derecho al regazo del Padre sin demasiados rodeos!
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Unos padres buenos sufrieron mucho cuando comprobaron que uno de sus hijos les había robado y había huido de casa, sin decir absolutamente nada. Lloraron mucho y le buscaron durante mucho tiempo para decirle que volviera, que estaba perdonado.
Un día les avisaron con urgencia. Habían encontrado a su hijo tirado en un callejón con gravísimas heridas y apenas un hilillo de vida. Cuando llegaron al lugar les preguntaron qué querían hacer con el moribundo muchacho.
Unos clérigos que pasaban por allí dijeron:"Le hemos ofrecido confesión y la ha rechazado. Este joven es el vivo retrato de la injusticia y el desamor. Tuvo ocasión de elegir y eligió libremente el camino del mal. Sus padres ya no pueden hacer nada. No es que Dios le rechace, no. Él siempre llama. Es que este desgraciado ha rechazado a Dios, que ciertamente es Amor, pero también Justicia infinita. No puede tratar igual a un pecador que a un justo. Por eso los justos se salvan y los pecadores se condenan para toda la eternidad. Tuvieron su oportunidad y la despreciaron".
Algunos de los presentes, muy religiosos ellos, apuntaron:"Sí, sí, lo justo es que pague por el mal que ha hecho y vaya al infierno para siempre, puesto que no se ha arrepentido ni siquiera en este momento final. El pecado debe ser condenado. ¿Qué mérito tendría, si no, ser bueno? Ahora es el momento del justo juicio de Dios".
Finalmente, el padre y la madre dijeron al unísono entre sollozos:"Por favor, por favor, que le lleven urgentemente al hospital y a nosotros con él. Nosotros le cuidaremos día y noche para que sobreviva. Y, si ha de morir, que muera al menos rodeado por el cariño de su familia".
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¿Qué dirías tú, lector amigo, ante una tragedia como ésta?
¿Qué dirá nuestro Padre-Madre Dios a sus hijos desagradecidos en el momento de la muerte?
¿De verdad crees que serán condenados por toda la eternidad?
¿El Todopoderoso no les echará un cable de luz para que piensen mejor si quieren ser felices?
¿No habrá después -sin el peso de la carne, el mundo y los dramas personales- otra oportunidad de elegir más lúcida y libremente?
¿Es lógico pensar que un Padre amante deje que se pierda alguno de sus hijos, creado por amor?
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Hasta aquí el cuento de mi calenturienta imaginación. Pero se me agolpan las palabras y no puedo terminar. Necesito compartiros algo más.
Nos han inducido tanto a colgarnos de "fuera" que hemos olvidado que el Reino nace "dentro", que la Ley está inscrita "dentro" y que el parecido con el Padre lo llevamos "dentro". Lo subraya expresamente la Escritura. Ésa que, a veces, interpretamos de forma pérfida, vengativa, cruel e incoherente. Olvidamos que la piedra de toque está "dentro", que la mejor interpretación nace de la coherencia con lo que vemos o intuimos "dentro".
Hemos exagerado la "letra" (señalización externa) hasta fosilizarla y entronizarla como "palabra de Dios". En vez de reconocerla como "palabra inspirada" (instrumento) que necesita del crisol interior para separar el oro de su soporte material.
Las interpretaciones rígidas, puramente humanas, crueles e incoherentes nos han llevado a disfrazar al Padre de "ídolo contradictorio y vengativo", capaz de condenar por toda la eternidad a sus hijos rebeldes o ciegos. ¡Cada día veo con más claridad este fraude!
A mí me hace feliz la esperanza de "un cielo para todos". Seguramente tras las lágrimas del arrepentimiento y el esfuerzo del camino de vuelta. ¿Quién puede afirmar que no es posible después de la muerte? ¿Quién puede asegurar que la evolución del ser humano termina en este mundo? De hecho lo que llamamos "purgatorio" e "infierno" -dramatizados por miedos e imágenes primitivas- no son más que "estadios de purificación", caminos hacia la plenitud no conseguida en esta vida.
¡Cómo disfruto mi fe en un Amor Infinito al que, antes o después, no podremos resistirnos porque se nos abrirán los ojos! Esta certeza estimula mi búsqueda del Dios Bueno desde ya mismo. ¡Imposible esperar! ¿No es todo esto totalmente lógico? ¿No es la consecuencia de la fe en un Padre infinitamente bueno? ¿Por qué nos cuesta tanto salir de nuestras incoherencias?
¡Ay, perdóname! ¡Quizás me he salido de las "cuadrículas de papel" de la ortodoxia oficial! Te aseguro que algún día cambiarán. Tal vez muy lentamente porque nos hemos aferrado a la "tradición de barro" en vez de volar en brazos del Espíritu. Hemos hipotecado nuestra interioridad, libertad e intuición y nos hemos atado a "otros" con las gruesas maromas del miedo.
¡Perdona también mi rechazo a muchas de las "valiosísimas" pinturas de la Sixtina! Son el testimonio del error de otros tiempos y un verdadero escándalo para la fe cristiana. Algunas son una lanzada en el corazón de Cristo, precisamente en el epicentro del catolicismo… ¡Cuánto que limpiar! ¡Cuánto que avanzar y purificar!
¡Llámame hereje si eso hace que te sientas más seguro o más puro! Pero no dejes de meterme en el mismo "herejario" de tantos católicos santos e ilustres que tuvieron la misma intuición, la confesaran o no.
¿Quién puede asegurar que el arrepentimiento no es posible después de la muerte? ¿Qué sabemos nosotros de lo que ocurre después?
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Ningún catecismo religioso o profano podrá apartarme de mi seguridad (mi fe) de que para Dios somos como niños recién nacidos, apoyados en su regazo, apretados contra su corazón.
Puede que intentemos hacer tonterías y desafiar la lógica del amor con nuestras alitas de libertad. Pero al final, todos, absolutamente todos, volveremos al seno del que nacimos.
No puede ser de otra manera. Dios no puede ser ilógico. Crear para condenar es incongruente y cruel. Durante siglos los teólogos se han roto los cuernos intentando explicar la "predestinación". Mientras la respuesta estaba ahí nítida y simple: "La predestinación al fuego eterno no existe". Todos, absolutamente todos, volverán al Padre.
Si no avanzamos por "el alambique de la vida", que destila el ángel y filtra la bestia, nos someterán después a nuevos alambiques. O, si prefieres, si no nos desarrollamos en "la incubadora de la vida" por las resistencias de nuestra libertad errada, pasaremos por nuevas incubadoras después (purgatorios o infiernos transitorios). Hasta que desarrollemos los órganos necesarios para poder ver a Dios en todo su esplendor. Entonces habremos alcanzado nuestro fin y el coherente objetivo del Padre.
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La imagen de un "dios sádico", capaz de condenar eternamente, es fruto de nuestra imaginación tenebrosa e inmisericorde, impuesta por una autoridad rígida y endiosada.
Amedrentar es una forma eficaz de conducir y mantener el orden. Pero de ninguna manera es la pedagogía del "Abbá" revelado en el Evangelio.
Por lo que a mí respecta que nadie intente separarme del regazo del Dios Amor. Ni con imposición de doctrinas, ni con anatemas, ni con la rígida letra de la revelación. A mi edad ya sé, por experiencia, que donde mejor se está es en su regazo, en esta vida y en la otra.
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(De "Cuentos del manantial" - Jairo del Agua)
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P.D.: Reflexión para los que me descalifican e insultan por esta meditación:
El Derecho Penal mundial se basa en la aplicación de penas proporcionales al delito. Por eso la "pena de muerte" se suprimió en casi todos los países. Ningún delito es proporcional a la eliminación total del delincuente.
Por otro lado, todos los humanos somos LIMITADOS. Por tanto nuestros errores y pecados también lo son.
Imaginar un "dios injusto" que aplica PENAS DESPROPORCIONADAS (eternas) para delitos limitados de seres limitados, no parece lógico. Pensar que los humanos somos más justos que Dios, tampoco parece lógico.
Eso solo se explica por el inducido e irreflexivo apego de los "creyentes" a viejas interpretaciones de religiosos autoritarios, que han puesto el vasallaje a sus propias ideas por encima de la conciencia, de la intuición personal y del Espíritu que se manifiesta, precisamente, en ese reducto.
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¿En qué Dios crees?
¿A quién oras?
¿Por qué crees?
¿Porque te lo han dicho o porque has identificado el lenguaje de tu corazón?
Precisamente ahí nacen las certezas y las evidencias.
¿Tu fe es de papel o de sólida roca?
Las meditaciones de este libro te ayudarán a analizarte y a construir sólido cimiento a lo que crees, a lo que oras y a lo obras.
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