emigración ¿Tienen derechos de ciudadanía los emigrantes?
Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos sin discriminación alguna.
El concepto de persona incluye las características de estar vivo, la integridad corporal y la libertad de movimiento y pensamiento
El principio de la dignidad de la persona prescribe que los hombres deben ser tratados según las decisiones, intenciones o manifestaciones de consentimiento
Todos tenemos una responsabilidad frente a la migración
La emigración económica, en cambio, debería realizarse con ayudas locales, acuerdos de comercio justos, por ejemplo, con países de África, y con apoyo a las estructuras económicas locales, sobre todo las estructuras agrícolas
El principio de la dignidad de la persona prescribe que los hombres deben ser tratados según las decisiones, intenciones o manifestaciones de consentimiento
Todos tenemos una responsabilidad frente a la migración
La emigración económica, en cambio, debería realizarse con ayudas locales, acuerdos de comercio justos, por ejemplo, con países de África, y con apoyo a las estructuras económicas locales, sobre todo las estructuras agrícolas
La emigración económica, en cambio, debería realizarse con ayudas locales, acuerdos de comercio justos, por ejemplo, con países de África, y con apoyo a las estructuras económicas locales, sobre todo las estructuras agrícolas
| José Luis Vázquez Borau
1. Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos sin discriminación alguna. Los Derechos humanos son:
* UNIVERSALES porque les corresponden a todas las personas, más allá de las diferencias culturales, políticas, históricas, sociales o económicas.
* INTRANSFERIBLES E IRRENUNCIABLES porque no se pueden enajenar, nadie puede ser despojado de ellos y nadie puede renunciar de estos por su propia voluntad.
* INDIVISIBLES, ya se trate de derechos de tipo civil, cultural, económico, político o social, todos se refieren a la dignidad intrínseca de todas las personas. En consecuencia, todos tienen la misma importancia como derechos y no pueden ser clasificados por orden jerárquico.
* INTERDEPENDIENTES E INTERRELACIONADOS. Cada uno contribuye al respeto de la dignidad humana y la realización de un derecho depende de la satisfacción de los demás derechos. La privación de un derecho afecta negativamente a los demás.
2. El principio de la inviolabilidad de la persona. El concepto de persona incluye las características de estar vivo, la integridad corporal y la libertad de movimiento y pensamiento. Sin estos elementos la persona no puede constituirse como tal. El principio de inviolabilidad proscribe imponer a los hombres, contra su voluntad, sacrificios y privaciones que no redunden en su propio beneficio. El sistema democrático se basa en el reconocimiento de los derechos fundamentales a todos los individuos.
3. El principio de la dignidad de la persona. Este principio prescribe que los hombres deben ser tratados según las decisiones, intenciones o manifestaciones de consentimiento. Reconocer la dignidad de una persona consiste en respetar las creencias y decisiones, sin intentar cambiarlos con coacciones o manipulaciones fraudulentas de su voluntad. El principio de dignidad de la persona prescribe que la decisión sea considerada como parte del plan de vida del individuo, y que por tanto (y aquí interviene el principio de autonomía) se mantengan, cuando sea posible sin violar otros principios, las consecuencias de la acción voluntaria que el individuo previó al decidir actuar e incorporó, por tanto, a su plan de vida.
4. Dimensión ética de la migración:
La migración tiene una dimensión ética que no es necesario descuidar. Todos tenemos una responsabilidad frente a la migración. La identidad común de una nación receptora de inmigrantes se ve obligada a recomponerse continuamente por la presencia de extranjeros de otra procedencia cultural que, sin embargo, aspiran a la plena participación en los beneficios de la sociedad. Compartir entonces el mismo espacio público, que no es otra cosa que la ciudadanía, se vuelve entonces un ejercicio difícil para todos, ya sea por falta de una identidad común que englobe a quienes habitan un mismo territorio, ya sea por diferencias en acceso a derechos y beneficios sociales. Se trata de reconocer la real conflictividad inherente al encuentro de culturas distintas.
5. El problema de los refugiados enfrenta a los Estados nacionales con un dilema ético. En principio es necesario aplicar el precepto que todas las personas deben ser tratadas igual en función de sus necesidades. A aquellos que buscan protección en nuestras fronteras debemos tratarlos como seres humanos, al igual que la población local. Asimismo, los Estados tienen un deber moral en la estructura solidaria mundial de ayudar prioritariamente a aquellos que necesitan más ayuda. Es decir, el grupo de al menos mil millones de personas en el mundo que debe sobrevivir con un poder adquisitivo de sólo un euro al día, y no llegan, o sólo en un ínfimo porcentaje, a las fronteras de Europa o América del Norte. Los más pobres de los pobres no tienen la posibilidad de migrar atravesando continentes. Si centramos nuestra ayuda en aquellos que han llegado hasta nuestras fronteras, descuidamos a aquellos que podríamos ayudar con mucho menos recursos. ¡El Banco Mundial ha calculado que sólo un 0,5% del producto mundial bruto nos permite resolver la amarga miseria de casi un tercio del mundo! De ahí se derivan las obligaciones éticas prioritarias frente a la población más vulnerable del mundo y una actitud escéptica, frente a las buenas razones que justifican una migración transcontinental como forma de reducir la pobreza. A esto se añade el hecho de que el inmenso número de los habitantes más pobres de la Tierra están excluidos de la solución a su pobreza, al menos en la medida necesaria. Una política de inmigración racional debe distinguir entre los distintos motivos y las modalidades de migración. Frente a los refugiados de guerra y guerras civiles, la ayuda debería venir de los países vecinos de la región del conflicto para que puedan acoger humanamente a muchos refugiados por un período limitado y no la migración transcontinental. La emigración económica, en cambio, debería realizarse con ayudas locales, acuerdos de comercio justos, por ejemplo, con países de África, y con apoyo a las estructuras económicas locales, sobre todo las estructuras agrícolas. La migración transcontinental significa en general un agravamiento de la miseria en el país de origen y no su alivio.
Un niño busca chatarra en un solar de Nueva Delhi. Casi 385 millones de niños de todo el mundo viven en situación de pobreza extrema, un escenario especialmente preocupante cuando se trata de menores de cinco años, según un estudio realizado de forma conjunta por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Grupo del Banco Mundial. POLITICA ASIA INDIA INTERNACIONAL REUTERS