Conversión institucional
No basta una conversión pastoral, como propugnan algunos, para que la tendencia decadente en la que nos encontramos cambie de signo. Hace una falta una conversión institucional, de fondo, para no perder definitivamente el tren de la Historia, y sobre todo adecuarnos más a la Iglesia fundada por Cristo...
En ningún sitio esta escrito que el Señor fundara una institución. “La Iglesia” es un concepto místico y espiritual, no institucional. Estamos de acuerdo en que "la Iglesia que peregrina en la tierra" tiene que tener alguna forma de concreción sociológica visible que la identifique. Pero a lo que hemos llegado, después de más de 1500 años de historia en connivencia con el poder político, y condicionados por una sugestión global digna de los más profundos y modernos estudios de psicología de los estados de conciencia colectiva, esto es, "Iglesia como institución hipostática de poder eclesiástico", a todas luces, ha sido llevar las cosas demasiado lejos...
Ni "institución", ni "hipostática", ni "de poder", ni "eclesiástico". Ninguno de estos conceptos tiene ningún tipo de presente ni de futuro (¡ni de pasado!... esto, desde los años 50 del siglo pasado, los sociólogos y los psicólogos lo tienen ya descontado).
Cuanto antes pasemos de la idea de "Iglesia como institución", a la realidad más evangélica de "Iglesia como Pueblo de Dios", esto es, pastores y fieles (nada de “es la hora de sólo los laicos”, o “abajo la jerarquía”, o “por la democratización de la Iglesia”, o “por el sacerdocio común y no jerárquico”, y demás tópicos izquierdistas más pasados aún todavía...), con una autoridad (“autoridad” por la palabra y por el testimonio, no por la coacción ni por la coerción canónica, política, o como sea...) esto es, autoridad eclesial al servicio de todos, cuanto antes pasemos a esto, mejor.
La pregunta del millón es evidente: ¿Podrá la institución hipostática de poder eclesiástico echarse a un lado, o desaparecer, o ponerse de perfil, o hacerse transparente, o hacerse el harakiri, o lo que sea pero dejar de lastrar al resto de la Iglesia, en las actuales circunstancias y con lo que ha llovido?
Yo sinceramente creo que no. Sencillamente, la Iglesia Pueblo de Dios, como el cangrejo ermitaño, se tendrá que cambiar de “concha” y encontrar una en la que se sienta más cómodo, protegido, representado, y sobre todo más cerca de Dios...
Ver veremos dijo un ciego...