Pastores dueños, pastores asalariados y pastores institucionalizados
El Señor es el Buen Pastor, dueño de su rebaño y preocupado por sus ovejas, por eso da su vida por ellas. “Yo soy el Buen Pastor, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen...”. El buen pastor es dueño de sus ovejas y las ama.
También hay, por contra, otros “dueños” del rebaño, no necesariamente pastores. Éstos “malos dueños” contratan a pastores asalariados para que cuiden de su rebaño por dinero. Y las ovejas salen claramente perdiendo, porque al pastor asalariado al fin, como dice el Señor, “no le importan las ovejas...”. Es simplemente contratado por el “mal dueño” para hacerse cargo de las ovejas por un salario, y por tanto, su cuidado nunca será tan bueno como el cuidado del buen pastor dueño del rebaño y libre (si no no sería dueño), que además ama a sus ovejas...
Con el paso de los siglos, la institución eclesiástica se ha ido configurando a sí misma, en sus distintos grados de sacerdocio, de forma que los sacerdotes, y en especial los pequeños sacerdotes, han quedado reducidos a meros peones ritualistas, esto es, han quedado degradados a una especie de “pastores institucionalizados”. Éstos se distinguen de los pastores asalariados en que aquéllos sí aman a sus ovejas, mientras que los asalariados, no. Se distinguen claramente de los pastores dueños del rebaño, en que estos pequeños pastores institucionalizados son meros peones y siervos, no son, por tanto, ni señores, ni dueños, ni libres, y, con las manos atadas, no pueden dedicar a sus ovejas todo el cuidado que ellos desearían, porque estos pequeños pastores, a diferencia de los asalariados, sí aman a sus ovejas. Ahí está su tragedia... y la tragedia de toda la Iglesia, rebaño del Buen Pastor...
El pastoreo del Señor es un pastoreo en libertad. El Pastor del que habla el Señor es un pastor dueño, libre y amante de sus ovejas.
Hasta que no haya, pues, pastores libres dueños de sus ovejas en el nombre de Jesús, el Buen Pastor, la Iglesia-Pueblo de Dios-Rebaño del Señor, no estará pastoreada como el Señor quiere. El pastoreo del Señor, o es libre o no es tal...
Por la deriva institucionalista acontecida a lo largo de la historia en la Iglesia, las ovejas del rebaño, así como los pequeños pastores, han quedado aprisionados dentro de un redil eclesiástico que cada vez se manifiesta más asfixiante. De esta forma, o el redil eclesiástico se amplía y afloja los yugos, para que las ovejas y los pastores puedan vivir en libertad el Pastoreo del Señor, o entonces, unos y otros, pastores y ovejas, tendrán que “saltar la valla”, no como el ladrón, "hacia adentro" para robar las ovejas, sino "hacia afuera", para huir del sometimiento y alcanzar, así, la libertad que el Señor, Buen Pastor, quiere, tanto para sus ovejas como para sus pastores...