El sacerdocio de Cristo, amenazado
Hablo, por supuesto, del genuino sacerdocio de Cristo, no del actual sacerdocio ritualista-levitico en que ha devenido el ministerio sacerdotal a lo largo de los siglos, por méritos de la institución eclesiástica, que ha instrumentalizado el sacerdocio para su servicio autorreferencial...
Como la institución eclesiástica en tiempos de Jesús, toda institución crea mecanismos e instrumentos para su propia supervivencia y promoción. Y uno muy importante, aunque no el único, es la reducción del sacerdocio de Cristo a un mero sacerdocio levítico-ritualista, que por supuesto, no está destinado a evangelizar ni a administrar el Misterio Pascual de Cristo en la Liturgia, como tan bellamente nos dice el Catecismo, sino a sostener la institución, según lo consagrado por la ideología institucionalista, pensamiento único de toda la Iglesia...
Y es debido a esta degradacion instrumentalista del sacerdocio de Cristo por lo que hay pocas vocaciones... ¡y no al revés! Se repite hasta la saciedad que hay pocos sacerdotes y por eso el sacerdocio está en crisis. Y es precisamente al revés: Porque el verdadero sacerdocio está en crisis, es por eso que hay pocos sacerdotes y pocas vocaciones...
Y es que la gente no es tonta; la gente lo sabe. Recuerdo lo que, en este sentido, le respondió un padre comprometido eclesialmente a su hijo, cuando éste le comunicó que quería entrar en el seminario: “Bueno, hijo, lo que tú quieras, pero ya sabes lo que seguramente te hará el párroco… “.
Es esta devaluación del ministerio sacerdotal lo que ha puesto en crisis el ministerio sacerdotal de Cristo, reducido a mero instrumento en beneficio de la institución eclesiástica. Y nadie en la tierra jamás, en su sano juicio (a no ser que sufra de algún transtorno de dependencia, de falta de autoestima, o algún otro derivado de una atrofia de su personalidad, como persona libre, autónoma e independiente), se entrega a ninguna institución, del tipo que sea. Uno se entrega a Dios y a la Iglesia-Cuerpo de Cristo-Pueblo de Dios. Pero no se entrega a ninguna institución que le use a su conveniencia, por muchas medallas hipostáticas que se autoimponga...
Es por eso que digo que el verdadero sacerdocio de Cristo está amenazado, y tiene enemigos poderosos dentro de la misma institución eclesiástica, que busca peones, no hombres libres...
No quisiera creer (aunque señales no me faltan) que se está llevando a cabo un silencioso trabajo de zapa, dirigido a hacer desaparecer a los sacerdotes, y en especial a los pequeños sacerdotes, del mapa eclesial. Con estas reglas de juego institucionalistas, dentro de este modelo parroquial-ritualista en el que nos movemos, y que actualmente se está agravando a pasos agigantados para los sacerdotes, en especial para los pequeños sacerdotes, con esta oleada de “neolaicismo” que vivimos, los sacerdotes, y en especial los pequeños sacerdotes, están llamados a desaparecer (unos 100,000 sacerdotes han tenido que dejar el ministerio desde los años 70 hasta el día de hoy por esta razón fundamentalmente, y aumentando). Y todos lo saben. Y es en este terreno de juego institucionalista donde fuerzas antagónicas trabajan, a mi juicio, en forma de pinza, para que se produzca la desaparición del sacerdocio, del sacerdocio de Cristo, en especial del pequeño sacerdocio. Y cada una arrima el ascua a su sardina...
Por un lado están las fuerzas laicistas de toda la vida (sacerdotes y laicos), los de “por una iglesia sin clases”, “democrática”, "todos sacerdotes", "todos iguales”, “contra la jerarquía“, etc. Éstos quieren que desaparezca todo sacerdocio, el genuino sacerdocio ministerial, y también el sacerdocio ritualista. Abogan por la desaparición de todo "ministerio jerárquico" y por la instauración del “sacerdocio común”, "todos iguales", "abajo las jerarquías"...
Por otro lado, estarían las fuerzas clericales, dentro de las cuales podemos identificar hoy dos grupos:
Por un lado, estarían los clericales “neolaicistas”(pocos clérigos y muchos laicos ingenuos), que quieren estar “cerca de la gente”, como se dice ahora, aunque de lejitos, y son capaces de sacrificar (quemar) a los que verdaderamente están “cerca de la gente”, esto es, a los sacerdotes, y en especial a los pequeños sacerdotes, apretando aún más las tuercas de este modelo parroquial-ritualista, verdadera tumba pastoral de infinidad de sacerdotes, hasta que desaparezcan. Y una vez realizada la operación, se cambiarán las reglas de juego, entonces sí se hará (ellos sí pueden hacerlo), y ya veremos lo que haremos después... si es que queda alguien a quien controlar...
Después estarían los clericales reaccionarios de siempre (laicos y clérigos), defensores a ultranza de la sacrosanta institución hipostática de poder eclesiástico que hemos conocido desde hace más de 1500 años, y que en su imaginario místico y dogmático agota en sí misma todas las esencias eclesiales de la Iglesia fundada por Cristo...
Estas tres fuerzas trabajan, a mi juicio, en forma de tridente, para que se produzca la desaparición del mapa eclesial del sacerdote, en especial del pequeño sacerdote, aquel que realmente está, y siempre ha estado, “cerca de la gente” y que, por tanto, es un obstáculo para las pretensiones de poder eclesiástico de unos, de otros y de los otros...
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Continuará...