Carta al polémico obispo de Alcalá
Señor obispo de Alcalá Juan Antonio Reig Pla:
Cuando le vi ayer en la misa de televisión española, me olí que no iba a pintar nada bonita su homilía. Por desgracia, fue usted todo lo retorcido posible para crear una polémica absurda, anacrónica y basada en uno de sus múltiples prejuicios. Es horrible ver en un pastor de la Iglesia Católica defender con la mentira o la demagogia sus ideas, pero ya lo peor es incurrir en la ofensa. Por lo que, dado que usted no ama la verdad, dado que usted es un obispo que gusta de ofender, de abusar de su posición para dejar en mal lugar a la Iglesia, me parece usted la persona menos apropiada para ser obispo o sacerdote.
La Fe cristiana y católica es una fe de amor, esperanza, misericordia, perdón, verdad, reconciliación, salvación, entendimiento, respeto, etc. Pero en usted veo lo contrario, veo en usted resentimiento, prejuicio, mentira, ofensa, condenación, amenaza, desentidimiento, rencor, etc. Ha contado usted con varios momentos en televisión española para ser un obispo que acercase el mundo a la iglesia y la iglesia al mundo, otros tantos en entrevistas de radio o prensa, usted ha podido ser un obispo destacado, amado, un faro de Dios para transmitir esperanza, un ángel para los deprimidos, un pastor para sus fieles, etc, y en lugar de eso, se ha sumado a todo lo negativo que usted ha podido.
Yo creo en Cristo, un Dios que se hace hombre para estar con la humanidad, un Dios que renuncia a sus comodidades para arrimarse al dolor y a los pecadores, que no obra para si mismo, sino para nosotros, que comprende al pecador y obra con misericordia hasta con el ingrato. Lo que no logro identificar en sus palabras es a ese Dios que pretende ser grande demostrando que tanto nos ama convirtiéndose en uno de nosotros. Y miedo tengo en amar a Dios solo por la salvación, y no por corresponder a su amor. Me duele que usted transmita una visión negativa de la Fe católica, me duele que usted convierta a Dios en un inmisericorde tirano, un mercader de favores y un interesado (tu crees en mi, haces lo que digo y yo te salvo). El amor del bueno no tiene tantas condiciones, es sobretodo desinteresado, se vuelca más en el prójimo que en uno mismo, el amor egoísta impone condiciones, amenazas, venganzas, castigos, violencia, etc. Y usted predica un Dios que es justamente esto último.
Señor Juan Antonio Reig, siento mucho la dureza de mi carta, pero desde que usted es obispo, solo he visto en usted polémicas estériles y una visión negativa. Recapacite, que hasta ahora sus mensajes no dan resultado, más bien lo contrario.
Julián Moreno Mestre