A Jesús no le da tiempo. Su Espíritu consumará la obra Aún no está todo consumado

Jesús-Hombre agoniza, quedándosele tanto por hacer...

Durante la hospitalización del Papa Francisco ¿rezamos por él o rezamos con él?

  Si rezamos con él del mismo modo que él reza por nosotros, tendríamos que orar diciendo: “Dale, Señor, aumento de fe y derrama el Espíritu sobre él para que pueda vivir muriendo y morir viviendo; para que pueda vivir en su enfermedad el misterio de la palabra del crucificado agonizante: Esto se acaba, aunque no esté todo aún consumado, pero entregaré mi espíritu al Padre; entonces se consumará todo”.

  Francisco ha recibido de Cristo el encargo dado a Pedro: Confirma en la fe a tus hermanos y hermanas. Francisco, cuando reza por nosotros, pide que se confirme nuestra fe; la necesitamos para asumir el vivir muriendo y morir viviendo, para vivir vida eterna.

  Cuando los que dan un parte médico expresan satisfacción por haber curado o evitado la amenaza de fallecimiento, les escucho penosamente dudando: ni se curan ni se evitan desenlaces que solo se retrasan. En mis años de dedicación a la bioética repetí a menudo el mantra aprendido de maestros moralistas como Häring y Mc Cormick: “La pulmonía es un amigo del agonizante mayor, que necesita apoyo espiritual para “que lo dejen ir...”

   Pero ... (perdón por el anacoluto), no voy a hablar de bioética, sino de fe. Meditaré, animado por Francisco, la palabra del crucificado: “Esto está terminado, se acabó” . En griego, con el predtérito perfecto: teteléstai. En la Vulgata latina: Consummatum est. Las teologías subrayan ; Todo está consumado, toda la obra de salvación, todo está cumplido, tal como tenía que ser para que se verifiquen las profecías, etc...

   Todo eso es cierto y correctamente “interpretado” (todo conocer es interpretación y el presunto conocer teológico muchísimo más..., al entrar en la vida verdadera descubriremos, decía con fe y buen humor el P. Díez Alegría, que “todo es totaliter aliter, por completo diferente de lo que imaginábamos...). Pero no podemos poner esas palabras en boca del Jesús-Verdadero hombre que, al agonizar, vive, sin disimular su crudeza, la realidad de que toda vida humana acaba incompleta.

   Al pie de la cruz, están: María, la madre de Jesús, Juan y Magdalena; tras la lanzada que abre el costado -sangre y agua-, se les entregará el Espíritu, el encargo de la misión de la que nacerá la nueva comunidad... Entonces, tras la lanzado, ya se puede decir que, con la muerte del “Muerto vivo, que muerte dio a la muerte con su muerte”, entonces se puede decir que “Todo está consumado”.

   Pero, claro, el evangelista ve la escena del Golgota con los ojos de fe de quien “lo atestigua porque lo vio y su testimonio es fidedigno y sabe que dice la verdad para que crean ustedes” (Jn 19, 35).

   Por eso el evangelista puede poner en labios del Jesús, verdadero hombre agonizante, una expresión como “Esto se acaba”, que conlleva la polisemia de diversas lecturas como las siguientes:

 Esto se acaba, a mi ya no me queda tiempo, os lo entrego, os lo encargo, ahora lo dejo en vuestras manos. Esto es el final, me voy quedándoseme mucho por hacer, lo haréis vosotros, mejor dicho, os lo hará hacer mi Espíritu, si os dejáis guiar por Él.

   Esto se acaba, aunque no esté todo consumado, pero dentro de unos instantes entregaré mi Espíritu al Padre. Entonces se podrá decir ya que la obra está consumada, porque muero viviendo y viviré para siempre y por eso vosotros viviréis....”

   Por cierto, ya que este blog es unamuniano, tengo que recordar que estos textos cardinales del evangelio de Juan  ( Jn 19, 14 y 16, 7) inspiraron los versos con que comienza el poema de don Miguel: El Cristo de Velázquez: “Vosotros me veréis, pues vivo y viviréis... Volaste al cielo  a que viniera, consolador , a nos el Santo Espíritu”.

    Y en esta Semana Santa, cuando recemos “con Francisco” en el Via Crucis, nos ayudará recordar unos versos del Cancionerro de Unamuno (N. 33):

¡Ay que es estrecho el sendero!-el Amor lo ensanchará.

Al fondo está como puerta- puerta de la eternidad,

la llaga que con su lanza- ¡ay, qué primor de crueldad!-

abriera un soldado ciego—disciplina enseña más!-

en el pecho moribundo-de la encarnada Verdad.

¡Ay que es estrecho el sendero—el Amor lo ensanchará!

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