Ni política creacionista, ni hamburguesa budista

“La candidata Sarah Palin es creacionista”, vocearon los titulares, y estalló el ¡hurrah! entre los neo-cons de Tejas y el ¡bravo! entre los teo-cons de Celtiberia.

Pero calificar como creacionista a una política es tan ridículo como etiquetar de budista a una hamburguesa. El mal llamado “creacionismo”, que intentan imponer como ideología algunos políticos, es un subproducto del neoconservadurismo, sin fundamento como teología y sin base como ciencia.

Se pondrán histéric@s algun@s lector@s del blog: ¿Cómo un cura no defiende la creación y dice que descendemos del mono? Se equivocan. No somos hijos, sino primos de los monos. Provenimos ambos de ancestros comunes primates, ramificaciones en el árbol de la evolución. La creación no es el primer eslabón de la cadena, sino el nombre de la evolución en perspectiva religiosa.

No hay que mezclar metodologías. Hay que respetar la autonomía de la ciencia, de las realidades terrestres, de la secularidad y de la laicidad, como nos enseño el Concilio Vaticano II (Gaudium et spes, n.36)..

En EPC se aprende ciudadanía; en biología se estudia la evolución; en clase optativa de religión se trata sobre las creencias y sus manifestaciones históricas, sociales y culturales (la catequesis sobre la fe respectiva se educa en la familia y en las comunidades creyentes).

No tiene sentido debatir, como planteaba un político neoconservador, si hay que dedicar el mismo tiempo a explicar en las aulas la teoría de la evolución como la del creacionismo. El que la evolución sea compatible con la fe no quiere decir que se deba enseñar la fe como ciencia en clase de biología. Es un error presentar evolucionismo y creacionismo como si fuesen dos teorías científicas paralelas.

Ciencia y religión son dos perspectivas diferentes sobre una misma realidad, no dos hipótesis alternativas al mismo nivel. En clase de biología no hay que hablar de creación. Engendraría confusión presentar el creacionismo como si fuese una alternativa científica a la evolución.

Esa fue la estrechez mental de Bush al recomendar en el 2005 que se enseñase el diseño inteligente en clase de biología como alternativa a la evolución. Con razón se le opuso el juez que sentenció en Denver que tal modo de docencia violaría la Constitución por enseñar como ciencia una convicción religiosa.

Pero en clase de religión se podrá presentar críticamente la reinterpretación de la noción de creación a la luz del conocimiento que tenemos de la evolución. No se puede hacer buena teología, si se tiene, por una parte, una biología anticuada y, por otra parte, se sigue leyendo el mito de Adán y Eva al pie de la letra, en vez como una narración simbólica.
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