No he venido a ser servido sino a servir Tres jóvenes para el orden del diaconado: Una Iglesia que no sirve...
Hoy ha sido un dia de gozo en la comunidad diocesana de Mérida-Badajoz. El propio arzobispo, don Celso, ha explicitado su contento por este acontecimiento.
Allí la Palabra de Dios proclamada llamaba al servicio y la entrega radical de estos jóvenes que accedían al diaconado como paso previo al ministerio sacerdotal, un primer paso de consagración.
Todo estaba rodeado de liturgia esplendorosa y solemne. Quizá un poco alejado de lo que realmente va a ser la necesidad de diaconía que late en la misma iglesia diocesana a la que van a pertenecer en este pueblo extremeño , tan fiel como sencillo y pobre. Pero ya también secularizado
En la tarde repaso apuntes de oración y contemplación y los comparto, uniéndome a ellos en su sentir de entrega y compromiso
Todo estaba rodeado de liturgia esplendorosa y solemne. Quizá un poco alejado de lo que realmente va a ser la necesidad de diaconía que late en la misma iglesia diocesana a la que van a pertenecer en este pueblo extremeño , tan fiel como sencillo y pobre. Pero ya también secularizado
En la tarde repaso apuntes de oración y contemplación y los comparto, uniéndome a ellos en su sentir de entrega y compromiso
Ser otro Jesucristo
“No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo.” Mt 10,24-25
Jesús, modelo del discípulo
El referente del discípulo no ha de ser otro que el propio Jesús, ese es su verdadero modelo. Ha de estar marcado en el corazón del verdadero seguidor de Jesús el deseo de imitarlo y querer ser como él, atendiendo a su palabra formativa: “Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros”. (Jn13,14-16).
El maestro ha de configurar la vida del discípulo como referente directo, y éste ha de reflejar en su vida, como verdadero aprendiz, la humildad –“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón-, el servicio –vino a servir y no a ser servido- y la pobreza de Jesucristo –no tiene donde reclinar la cabeza-.
Claves paulinas: “llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesucristo” (Gal 6,17)
Las marcas de Cristo: pobreza, sacrificio, caridad. Encarnación, cruz, eucaristía.
La confesión del verdadero discípulo: Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir… todo lo estimo pérdida y basura comparado con el conocimiento de nuestro señor Jesucristo, el poder de su resurrección, por quien perdí todo. Fiel a Cristo se pone como modelo de la comunidad en el seguimiento del maestro, invitándolos a ser discípulos de él.
Perder con los perdidos y ganar en verdad
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. Mateo (10,37-42)
“Señor, tú que fuiste un perdido y moriste en la cruz de los últimos, enséñame a encontrarme en el abrazo de los condenados y alejados”
Perderse como criterio de una lógica del encuentro que no pasa por el juicio sino por la salvación del crucificado que ha resucitado. Ojalá aprendiera yo a saber perder mejor mi vida. No digo que no lo haya probado ya, pero me da miedo tu libertad confiada y sin embargo la deseo con gozo cuando estoy a solas contigo y te siento abrazando a los que yo veo desterrados y desencarnados en una soledad que la produce el pecado del mundo. Te agradezco todo lo que me has dado desde los perdidos, no puedo dejar de proclamar que he visto tu preferencia por ellos y que lo he notado cuando ellos me han preferido a mí, sin haber hecho nada grande por ellos. Nada es comparable con los ojos brillantes de un pobre, con alegría por tenerte y poder abrazarte, aunque no le hayas dado nada, incluso negado algo que te ha pedido. Cada vez que se acerca uno a mi persona o a la comunidad salto de gozo y me llevo la lección aprendida de tu carisma y fundamento.
“El pastor sabe más de ortopraxis que de ortodoxia, en el trato a los más pobres para anunciarles el evangelio, ya aún me siento lejos”
Es verdad que cuesta pasar del discurso a la praxis del amor a los pobres, de ser con ellos y entre ellos, como uno de tantos. Lo dice el papa, que nos dejemos de contarlos y pasemos primero a abrazarlos. Asignatura pendiente, que en la vulnerabilidad del propio yo ha de hacerse más posible. Saber ser pobre, pedir la pobreza de Cristo, para tener la riqueza del amor y de la comunidad por encima de otros criterios. Una comunidad de la fraternidad que incluye y sabe del poder salvador de los más necesitados. NO habrá comunidad cristiana sino posee la riqueza de la pobreza entre los suyos, en su mesa, en sus celebraciones, en sus corazones, más allá que en nuestros donativos económicos.
“Señor, que el lobo de la seguridad no me saque de la gratuidad del amor que no posee, sino que se entrega”
El camino se hace a veces oscuro, pesado, inseguro y entonces los débiles caemos y nos entretenemos en aquello que no salva y somos comidos por la comodidad, los bienes, los reconocimientos, la profesionalización de lo sagrado, y entonces la sal se vuelve sosa y la levadura envejece. Perdón señor, por aquello que me ha atrapado en el camino y me ha impedido mayor libertad. Gracias por todos los signos de riesgo a los que me empujaste y en los que me mostraste que tú eres buen pastor y no asalariado y me invitabas a ser parte de ti, de tu familia, de tu misión, de tu equipo apostólico. Nunca te pagaré todo lo que has hecho para que no fuera asalariado, dándome gente auténtica que se entregaba junto a mí y me descubrían tu amor lleno de profundidad sin ofrecer más seguridad que tu fidelidad y tu compromiso de Pastor. Qué misterio, ovejas que me han enseñado a ser mejor pastor.
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