Mujer ahí tienes a tus hijos... hijos ahí tenías a vuestra madre ¿El mayor dolor o el mayor amor? Esa madre hecha eternidad en la cruz
"Abiertos los ojos al misterio... para adentrarnos y convertirnos al verdadero amor"
"Me impactó la noticia ayer al despertar de los dos adolescentes que habían dado muerte a su madre, maniatándola y dejándola en el coche y yéndose en una falsa huida a un parque de al lado donde los retuvo la policía"
"Y miro a los hijos … algo está tan roto en ellos, tan destruido, que han sido incapaces de amar … hay modos de vivir y de tratar que matan a los pequeños y los dañan para siempre"
"Vamos a comenzar la cuaresma, tiempo para parar, cuidarse y cuidar. Convirtámonos y creamos en el evangelio de esta madre que ha muerto … en el mayor dolor de un calvario que no tiene ninguna explicación, nada más que la desmesura del amor"
"Y miro a los hijos … algo está tan roto en ellos, tan destruido, que han sido incapaces de amar … hay modos de vivir y de tratar que matan a los pequeños y los dañan para siempre"
"Vamos a comenzar la cuaresma, tiempo para parar, cuidarse y cuidar. Convirtámonos y creamos en el evangelio de esta madre que ha muerto … en el mayor dolor de un calvario que no tiene ninguna explicación, nada más que la desmesura del amor"
Me levanto en la mañana, y me dispongo a la tarea que hoy será de encuentro con un compañero sacerdote para contrastar con él mi trabajo de evangelio acerca de la iglesia de los pobres que Jesús inició con su vida, sus gestos y sus palabras. Un estudio evangélico de calado que supera lo que te puedes esperar. Pero lo hago con una sensación que me acompaña desde ayer mañana y que tengo que expresar y compartir. Escribirlo me ayuda.
Me impactó la noticia ayer al despertar de los dos adolescentes que habían dado muerte a su madre, maniatándola y dejándola en el coche y yéndose en una falsa huida a un parque de al lado donde los retuvo la policía. Yo tenía una jornada de oración reflexión con los miembros de la permanente de la HOAC acerca de la espiritualidad del cuidado, mirando al trabajo y a la vida. Los cuidados, íbamos a hablar de la vulnerabilidad aceptada, acogida, amada y de la revolución de la ternura que rodea de cuidados la vulnerabilidad.
Al tomar el café de media mañana en Carabanchel, una miembro del equipo habla por teléfonocon una hermana del país vasco y llega dolorida, porque le ha contado cómo al salir para llevar a los niños al colegio en Castrourdiales, han visto todo el dispositivo de la policía en su propia calle, donde vivía la familia, vecinos de enfrente. Los hijos están en el mismo colegio y se conocen en cercanía. Están destrozados. Y nos habla de que son hijos en adopción, de una familia que vive unida e integrada en el barrio, la parroquia…
¡Qué misterio¡! Recuerdo que siendo formador en el seminario, uno de los formandos, un chaval sencillo, pobre, auténtico comenzó a sentir problemas internos, deseó salir del seminario para formarse, al volver periódicamente para seguir acompañado en su formación vi cómo comenzaba a sentir ideas persecutorias, de rasgo esquizofrénico, su padre tenía alguna discapacidad de ese tipo. Después su vida ha sido de un gran sufrimiento, sobre la base de un ser natural, sencillo y pobre. Siempre he tenido presente el misterio del dolor incurable, pero sabiendo que no es incuidable. Su madre nunca lo ha descuidado y ha llevado todas sus dolencias sobre ella.
Ante este dolor cruel de esta madre, necesito interiorizar el hecho y leerle en las claves de un sentido que vaya más allá de la locura destructiva de la muerte de una madre a manos de los hijos. Y para eso necesito entrar en el juicio y sentir de esa madre que ya ha fallecido. Ayer hablaba yo del amor de Dios que es sobremanera, sin medida, contradictorio por su demasía. En los datos que me llegan: catequista, mujer alegre, buen matrimonio, cuidadosa con sus hijos, participativos, normales, integrados en la parroquia. Imagino el corazón de esa mujer que tanto deseó ejercer su maternidad con quien la necesitara para que pudieran sentir el amor que en ella se desbordaba y compartía con su marido. Llegó a la adopción por puro amor, por demasía, para darse, para llenar de sentido lo humano, no marcó deber y haber. Todo se entendía como donación a la vida, echando lo que tenía para vivir.
Y miro a los hijos, sí, no puedo dejarlos de llamar hijos, y quiero mirarlos con el juicio de quien estaba dispuesta llegar a lo último por ellos. No han podido recibir el amor que les han querido dar, algo está tan roto en ellos, tan destruido, que han sido incapaces de amar. Ella una mujer de fe, confiada y generadora de confianza, con esperanza y capacidad de esperanzar a los otros en su vida, y llena de amor, sintiéndose amada y reconocida en su quehacer de madre para con ellos. Pero ellos viviendo en la desconfianza, sin fe, desesperanzados sin capacidad de proyecto amoroso, desamados, no llegando a sentir el amor en la recepción e incapacitados para entenderlo como una posibilidad para ellos. Algo interior es monstruoso en ellos y ha aparecido con rotundidad.
Se les hará juicio, se explicarán las causas, los modos… ¿o no? Pero permanecerá el misterio y la mirada teológica que suplica que el amor ha de seguir siendo más fuerte que la muerte. Esta muerte cruenta no ha acabado con el amor de esta mujer, sino que lo ha hecho definitivo y eterno. La vida solo merece la pena para amar, aunque eso te pueda destruir. El amor de esa mujer me llega en esta mañana, me envuelve, me sana, lo lloro y lo quiero.
Tú, mujer de santidad verdadera, seguiste al maestro y creíste en el amor, y yo hoy no quiero quedarme en el dolor de la indignación y la acusación, las reflexiones emotivas, yo quiero quedarme con tu amor sacrificado, con tu enseña levantada para toda la humanidad, con el grito de que hay modos de vivir y de tratar que matan a los pequeños y los dañan para siempre y los hacen incapaces de recibir y dar un verdadero amor
No sabemos lo que habrá de misterio psicológico en estos adolescentes hermanos, los profesionales se acercarán con el deseo de aclarar, pero por favor no perdamos la mirada del amor que ella tuvo hasta el último momento, la imagino entregando su vida con el mayor dolor, pero sobre todo con el mayor amor.
Y traigo a la memoria un hecho de vida y de muerte que conocía hace años en el instituto teológico de Badajoz. Un matrimonio que eran alumnos muy sencillos y con su complejidad. Un día me contaban su experiencia de dolor que me quedó roto. Uno de sus hijos en un ataque había matado a un hermano y al salir la madre en defensa la hirió casi de muerte. La madre era la alumna, quedó enferma y rota, murió después. El hijo que atacó estaba en la cárcel, ella había ido a verlo y lo había perdonado. Le estaba ayudando a recuperarse. Me superó el misterio y lo tengo acallado dentro de mí, y siempre la recuerdo amando en la lágrima más profunda. El hijo sigue viviendo, tuvo un hijo y creo que formó familia. Deseo que encontrara el amor que su madre siempre le tuvo, incluido desde el mayor dolor y la ausencia más fuerte.
Vamos a comenzar la cuaresma, tiempo para parar, cuidarse y cuidar. Convirtámonos y creamos en el evangelio de esta madre que ha muerto a manos de sus amados, dando la vida por ellos en un misterio inexplicable de alianza divina y eterna en el mayor dolor de un calvario que no tiene ninguna explicación, nada más que la desmesura del amor.
Señor, ten piedad.
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