Un asunto muy delicado para los obispos
El argumento en contra es un electorado sensible a la política pacifista. A favor el hecho de que si no se hace pueden perderse muchos puestos de trabajo dedicados a fabricar armamento.
El asunto de las armas es un tema tabú del que casi nadie habla porque hay muchos intereses en juego. El Papa Francisco sí lo ha abordado y ha hecho declaraciones muy duras en relación con esos intereses en torno a la industria armamentística.
En una ocasión llegó a llamar criminales, “a los que arman a los que están en guerra y colaboran para hacer continuar la guerra”.
En otra ocasión preguntó, en el congreso de los Estados Unidos: ¿Por qué se siguen vendiendo armas a toda clase de regímenes despóticos y a grupos de dudosa integridad? Y él mismo dio la respuesta “La respuesta, como todos sabemos, es simplemente el dinero, dinero bañado en sangre, a menudo en sangre inocente”.
En una ocasión yo discutí este asunto de la industria armamentística con un obispo. Justificaba su silencio y su falta de crítica diciendo que había que comprender que había puestos de trabajo implicados y que no se podía correr el riesgo de que se vieran amenazados. Cuando le pregunté si quería decirme que el fin justifica los medios se dio media vuelta y se fue.
Con humildad; con el propósito de no pecar por omisión, mirando para otro lado; con el deseo de ser orientado por los pastores de mi iglesia, pregunto: ¿Qué piensan ustedes, señores obispos?