"La sensatez nunca debe de desaparecer de nuestras vidas" El sin sentido
Hace años, en un lugar especial, existía la armonía. Esta se basaba esencialmente en la fraternidad y en la búsqueda, siempre, de lo más adecuado y pertinente; lo cual llevaba a la necesidad de tener una disposición al cambio. Era la sensatez
El "sin sentido" no puede buscar un razonamiento objetivo del porqué suceden determinados acontecimientos.
La vida, en el devenir del día a día puede presentar circunstancias que carecen de sentido lógico. Por mucho que se intente buscar un razonamiento que sea verdaderamente objetivo, no se halla razón alguna.
Voy a contar una historia que nos puede ayudar a la conclusión de que cuando las personas experimentan el "sin sentido" en sus vidas es mejor seguir adelante, porque al final del proceso la luz, la de la verdad, brillará en su vida sacando una experiencia esencial para el futuro: enfocar la vida en el aprendizaje y nunca en la herida que puede generar "el sin sentido".
Hace años, en un lugar especial, existía la armonía. Esta se basaba esencialmente en la fraternidad y en la búsqueda, siempre, de lo más adecuado y pertinente; lo cual llevaba a la necesidad de tener una disposición al cambio. Era la sensatez.
La armonía era potenciada por los habitantes del lugar disfrutando éstos de relaciones sociales equilibradas. El diálogo era su sello de identidad. Un diálogo que buscaba el bien intentando alcanzar el cumplimiento de las normas esenciales de la convivencia y de los objetivos adecuados para el logro de los fines de los proyectos existentes.
La armonía favorecía que el espacio que tenía ese país y los proyectos existentes en el mismo pudiera generar la innovación precisa para que el cambio pudiera ayudar siempre cumplir con los fines de los proyectos. Las personas eran felices porque tenían la certeza de que el futuro se construiría en un presente respetuoso que los situaría frente a los retos con confianza. Pero lograr esta armonía implicaba realizar un trazado nuevo, es aquí en donde comenzaron los problemas de convivencia y, por tanto, la ruptura del equilibrio existente. La armonía comenzaba a desmoronarse.
Este país entró en una dinámica de contradicciones y los fines de los proyectos comenzaron a sufrir las interferencias de quienes no aceptaban que debían ser adaptados a las nuevas realidades sociales. Surgieron tensiones que cada día iban a más y a más. Había grupos sociales de presión que solo miraban al pasado, había otros que tan solo querían construir un futuro sin respetar el equilibrio de la historia de los proyectos; así sucedió que la sensatez del grupo que proponía avanzar en el desarrollo de los proyectos, con armonía y trabajando para la continuidad de los mismos se quedó atrapada entre los inmovilistas y los revolucionarios.
El lugar especial comenzó a sufrir una gran depresión. Había una zona del país que los inmovilistas controlaban el espacio y pensaban que tenían más razón que el resto. Rompieron la armonía que se había logrado por la sensatez y creyeron que habían logrado la victoria. Había otro lugar del país que los revolucionarios alcanzaron el control y comenzaron a ignorar a los que habían construido un proyecto basado en la sensatez. El caos comenzaba a apoderarse de la fraternidad. Los inmovilistas y los revolucionarios se sentían felices porque habían ocupado el espacio de la sensatez; pero el tiempo demostraría que habían secuestrado la felicidad y que terminaron con el futuro de los proyectos. Sin embargo los líderes de la destrucción se creían dueños y señores del espacio arrebatado a la sensatez.
El tiempo fue pasando, la luz se fue apagando, la alegría fue desapareciendo, la convivencia fue aniquilada y la oscuridad abordó el espacio de quienes abogaban por el equilibrio y por el futuro real de los proyectos.
Una lluvia permanente inundaba cualquier posibilidad de retornar al lugar especial; pero la sensatez no dejó que calara en sus esperanzas, así los inmovilistas y los revolucionarios comenzaron a vivir entre el fango y lodo, lo cual les generó grandes inconvenientes, y lo que un día les hizo pensar que habían ganado la partida a la sensatez empezó a desmoronarse.
Ante esta situación y gracias al trabajo de la constancia de la sensatez, la oscuridad pudo ser vencida. La sensatez nunca dejó de mirar al futuro y jamás se rindió. La sensatez, aún en los tiempos arrancados por el inmovilismo y la revolución, siguió trabajando por hacer valer la continuidad de los fines de los proyectos, buscando la adaptación desde el equilibrio. La sensatez miraba siempre a la fraternidad y nunca se dejó abatir por la desesperanza. El lugar especial volvía a brillar en la vida de las personas y el país comenzaba lentamente a recuperar el futuro.
La sensatez tuvo que pasar duras pruebas. Superar los límites de quienes intentaban construir un relato en contra de ésta conllevó el tener que guardar silencio cuando la falsedad de los relatos intentaba apoderarse de la razón. La sensatez no buscaba el rencor ni la aniquilación de las personas que no pensaban de igual manera. La sensatez siempre confío en las instituciones democráticas que, todavía, quedaban en el lugar especial.
Con el tiempo los que manipularon los espacios y los proyectos, los inmovilistas y los revolucionarios, fueron arrinconados por el equilibrio y por la esperanza. La sensatez comenzó a brillar.
Durante mucho tiempo la sensatez se vio amenazada por el "sin sentido". Sí, el "sin sentido" de aquellos que quisieron convertir el lugar especial en un espacio sin luz, a no ser que fuera la luz de sus relatos y de sus limitaciones. Con la superación del "sin sentido" por parte de la razón termina el relato de esta historia.
La enseñanza que podemos sacar de esta historia es que la sensatez nunca debe de desaparecer de nuestras vidas aunque se sufra la presión de los inmovilistas y de los revolucionarios, El "sin sentido" comienza a desaparecer cuando tomamos conciencia de que los relatos manipulados no pueden hacer nunca mella en nuestras vidas; para ello nuestra existencia tiene que lograr el sano equilibrio entre el cerebro y el corazón. El suceso de determinados acontecimientos serán superados por la sensatez. Esto es ni más ni menos que enfocar la vida en el aprendizaje y nunca en la herida que puede generar "el sin sentido".