Expectativas vs. realidad

Pasó el segundo encuentro de animadores del puesto de misión y, aunque la valoración es positiva, no puedo evitar sentir un regusto amargo. Porque, mientras que en el primero, en octubre pasado, participaron once comunidades, en este solamente han acudido seis.

Ocurre que después de un año recorriendo el distrito, río arriba y abajo, después de visitar prácticamente todas las comunidades y de invitar a muchas personas a estos días de formación y convivencia, realmente esperábamos más respuesta. Mi compañera Zélia dijo algo muy verdadero: “Nuestras expectativas no nos dejan ver la realidad”. Sí, pues.

Un año de trabajo, con mucho entusiasmo, y lo cierto es que estamos empezando. De los treinta y dos caseríos que hemos visitado, en trece o catorce podemos decir que hay animador y por lo tanto posibilidad de que haya comunidad cristiana; de esos catorce, en nueve o diez habrá tal vez intento de reunir a la comunidad los domingos, pero en la mayoría de esos casos el grupo se reduce a la familia del propio animador, como en Remanso, Santa Rita, Dos de Mayo, Buen Suceso o Puerto Alegría, por citar ejemplos. Decir que tenemos comunidades cristianas es un alarde de optimismo.

La Iglesia de Jesús por estos sitios es de una debilidad extrema. Son lugares, a veces muy lejanos, a donde hemos ido e iremos, en un trabajo lentísimo de tratar de formar comunidades cristianas vivas, que re reúnen, celebran su fe, engendran nuevos cristianos y se comprometen en la construcción del Reino. Estamos a años luz de eso. Lista de nombres colocados en una programación y poco más. Pensar otra cosa es engañarse.

“¿Y de qué te extrañas, acaso no es una misión de frontera y primera evangelización?” Es verdad, pero continúo con mi esquema europeo que desea que las acciones planteadas “salgan bien”, es decir, “den resultados numéricos”. Debería valorar que hayan acudido de seis comunidades dejando trabajo y familia (había también una familia entera) para dedicar dos bonitos días a estudiar el discurso del Papa en Puerto Maldonado, los lineamientos vicariales 2018, el Bautismo y cómo preparar a papás y padrinos, la catequesis…

El diálogo y la participación fueron excelentes. Hubo un taller para armar la celebración del domingo a su manera y lo hicieron de maravilla. La comida resultó sabrosa, el alojamiento no planteó problemas al ser poca gente, Kalin pudo comprar un chip para su celular y en la noche del domingo vimos una peli de mosqueteros que nos encantó. Todos trajeron cosas de su chacra para la olla común (plátano, granadilla, fariña…) y las galletas que había en el refrigerio estaban riquísimas.

Pudimos dar las fechas para las visitas de este año, y todos reconocieron la voluntad de los misioneros por llegar a sus comunidades, valoraron el encuentro del fin de semana como muy bueno - en el que han aprendido muchas cosas -, agradecieron reiteradamente todas las atenciones y esfuerzos que hacemos en su favor y nos despedimos hasta que nos volvamos a ver.

Si seguimos así, creo que dentro de 10 años podremos ver algún fruto en forma de vida cristiana con cierta raíz y consistencia. Intentando que no se apague la llamita vacilante y que no se quiebre del todo la caña cascada. De momento, hemos de manejarnos con las semillas y los cinco panes más los dos peces. Al comienzo de la multiplicación, supongo que habría unos ocho panes y tres peces, o algo así, y luego fueron creciendo progresivamente en manos de los apóstoles. Unos pocos panes y peces, eso es lo que tenemos nomás, pero por ahí empieza todo. Una enorme chamba, un tremendo desafío, un proceso gigante que acompañar, con fe y valentía.

César L. Caro
Volver arriba