(Archimadrid).- José Antonio Álvarez (Madrid, 1975) cierra estos días tareas pendientes del curso en el Seminario Conciliar de Madrid, del que es rector, a la espera de su ordenación episcopal, el próximo 6 de julio en la catedral de la Almudena. Será nombrado obispo titular de Vergi (Almería) y, junto al sacerdote Vicente Martín, obispo auxiliar de la diócesis de Madrid.
El lema que ha elegido, Sígueme, fue «lo primero que brotó con mayor rapidez» porque es una continuidad de su lema sacerdotal, Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Todo está enmarcado en el encuentro de Cristo Resucitado con Pedro en Galilea, cuando este último le confiesa por tres veces su amor —después de haberle negado tres veces en la Pasión— y, a continuación, Jesús le anima a seguirlo. «Dese ahí acepté esa invitación del Señor» al ministerio episcopal, que la vio como una «llamada a fiarme más de Él, a entregar más la vida y que mi vida sea manifestar quién es el Pastor, Jesucristo».
Por su parte, el escudo está ocupado por una cruz recortada en color gules, tal y como se denomina en heráldica el rojo vivo, sobre fondo de oro. «La cruz como centro de nuestra vida —explica el obispo electo—, de amor hasta el extremo, de dar la vida para ser Cristo y también pastor, sacerdote». En el centro hay un medallón en plata con el Cordero Pascual en blanco en actitud de caminar, sujetando en su pata derecha una cruz, también en gules, de la cual pende un estandarte en blanco, y rematado con una aureola en oro. Es signo de «Cristo pero Resucitado, un signo de gloria», ese mismo Cristo que «nos confía pastorear a sus ovejas».
El escudo se cierra con «las murallas de Madrid y quien se hace presente en ellas, que es la Virgen bajo la advocación de la Almudena», en el escudo representada por una estrella. Este elemento está situado a los pies de la cruz, «precisamente donde María acogió el don del Espíritu Santo».
Así, la cruz, la Resurrección y María es hacia donde mira el futuro obispo auxiliar de Madrid. Pero también hay un motivo más. Álvarez fue durante diez años secretario de César Franco, obispo de Segovia, cuando este fue auxiliar de Madrid, y «hay en mi escudo cosas muy semejantes al de don César, un eco al suyo». «Para mí esto es entrañable porque, además de ser mi auxiliar, fue una referencia sacerdotal». Porque, explica, «uno recibe el don del ministerio por el testimonio de sacerdocio y la vida de los que nos han precedido». «¡Tantos obispos que han pasado por Madrid y que han sido referentes!», sostiene.
Heráldica eclesiástica
Precisamente la heráldica eclesiástica, que tiene un lenguaje propio, ha estado muy presente en el diseño del escudo de Álvarez. «Tú manifiestas los motivos, pero luego los expertos te hacen notar los colores», por ejemplo, por sus analogías: el dorado con la Resurrección, el rojo con la cruz…
Esta heráldica se formó durante la Edad Media, cuando las armas se hicieron de uso común para el clero. Sus escudos aparecen en obras de arquitectura, en publicaciones y decretos, y también en las cátedras, bordados en las mitras o en la casullas. La única restricción que se pone a los motivos utilizados en el centro del escudo, según queda reflejado en la instrucción Ut sive sollicite de 1961, es que no deben usarse las imágenes del báculo pastoral ni de la mitra.
Como es habitual en este lenguaje, por la parte de atrás del escudo del obispo se dispone (va acolada en términos heráldicos) una cruz griega con travesaño, y por debajo aparece la divisa con el lema del obispo. Por arriba se remata (se timbra) con el galero o capelo episcopal, el antiguo sombrero de ala ancha cuyo origen se remonta a los usados por los peregrinos. Los dos son en sinople, que en heráldica es como se conoce al verde, con cordones de seda entrelazada en lo alto, y pendientes a cada lado las seis borlas en cascada.
El número de borlas identifica al titular del escudo. Si son doce (seis a cada lado), es obispo. Si son 20 (10 a cada lado), es arzobispo y, además, la cruz acolada es de dos travesaños. Si caen 30 borlas (15 a cada lado), es cardenal; en este caso, el capelo es color gules. Si el cardenal es arzobispo, el escudo es acolado por una cruz griega con dos travesaños, y si es obispo, la cruz será de un travesaño.
Por último, el escudo del Papa es timbrado por la tiara, que Benedicto XVI y Francisco sustituyeron en los suyos por una mitra. Alrededor del escudo aparecen dos llaves cruzadas en aspa, una en oro y otra en plata, entrelazadas por un cordón rojo. En períodos de sede vacante, la tiara se sustituye por un paraguas semiabierto que simboliza el tiempo de espera al nuevo Papa. No hay escudo, pero se mantienen las llaves cruzadas.