Duelo de 'think tanks' entre la Fundación San Pablo CEU y la Fundación Pablo VI La “guerra cultural” llega al seno de la Iglesia española
Son las visiones de dos Iglesias en la casa común del catolicismo español, de dos modelos de fieles, de dos pontificados de cabecera, Juan Pablo II y Francisco, e incluso de dos perfiles episcopales, Fidel Herráez y Ginés García Beltrán
Esa dolorosa división se materializó durante un tiempo incluso en una especie de bicefalia espiritual, cuando la elección de Ginés García Beltrán como consiliario de la ACdP por la Permanente del Episcopado fue recurrida hasta conseguir finalmente el reconocimiento como tal de Fidel Herráez, el primero en la terna enviada por los propagandistas a Añastro, y su consiliario desde 2011
Mientras el 'think tank' del CEU sabe exactamente el lugar que quiere ocupar en la sociedad española –en realidad lo quiere ‘reconquistar’–, el de la Pablo VI busca establecer puentes con un mundo en cambio constante y se abre a abordar en pie de igualdad los desafíos comunes que tienen los cristianos con quienes no lo son
Mientras el 'think tank' del CEU sabe exactamente el lugar que quiere ocupar en la sociedad española –en realidad lo quiere ‘reconquistar’–, el de la Pablo VI busca establecer puentes con un mundo en cambio constante y se abre a abordar en pie de igualdad los desafíos comunes que tienen los cristianos con quienes no lo son
Una semana de diferencia y alguna década de inmersión en los signos de los tiempos. Eso es lo que, a día de hoy, separa dos recientes congresos nacidos en el seno de la Iglesia en España, pero que muestran distintas formas de servirla, vivirla y, también, mostrarla ante el mundo.
Uno, en donde se mira al pasado; el otro, donde se intenta preparar el futuro; el primero, surgido del think tank de la Fundación San Pablo CEU, que preside Alfonso Bullón de Mendoza; el segundo, desde la Fundación Pablo VI, un centro académico para el pensamiento reconvertido en los últimos años en lo más parecido al ala oeste de la Conferencia Episcopal Española (CEE), cuyo secretario general es otro laico, Jesús Avezuela.
El simple enunciado de ambos congresos es ya una declaración de intenciones, con ecos incluidos de pontificados de cabecera: el de Juan Pablo II en ‘Hacia una renovación cristiana de Europa’, clausurado el pasado 4 de marzo en la sede de la Fundación San Pablo CEU, en Madrid; y el de Francisco en el ‘II Congreso Iglesia y Sociedad Democrática. El mundo que viene’, que se desarrolla en el salón de actos de la Fundación Pablo VI, también en Madrid, los días 9 y 10 de marzo.
Representan sin proponérselo (o sí, porque es difícil no percibir cierto empeño por marcar territorio, más en los aguerridos discípulos de Herrera y Ayala) la pulsión que vive también la Iglesia entre la tentación de la involución o la necesidad de la evolución y que, al igual que en cualquier otra instancia social, se vive a modo de “guerra cultural”, donde una intenta regar el debate con una tromba de máximas al ritmo de la trompetería apocalíptica del fin del mundo civilizado y cristiano, en tanto que la otra quiere esforzarse por hacer calar su propuesta a modo de una lluvia fina de ideas y proposiciones, aunque a veces ese orvallo se perciba aún titubeante.
Dos visiones de Iglesia, de papado y de pastores
Hoy son las visiones de dos Iglesias en la casa común del catolicismo español, de dos modelos de servicio, de dos tipologías de fieles, de dos pontificados con sus periferias geográficas e ideológicas -maceradas en el este de Europa y el sur de América- e, incluso, de dos perfiles episcopales, por más que se embocen con la sacrosanta comunión.
En su día (hace poco más de un lustro), esa dolorosa división se materializó durante un tiempo incluso en una especie de bicefalia espiritual, cuando la elección de Ginés García Beltrán como consiliario de la ACdP por la Permanente del Episcopado fue recurrida hasta conseguir finalmente el reconocimiento como tal de Fidel Herráez, el primero en la terna enviada por los propagandistas a Añastro, y su consiliario desde 2011.
Aquella rocambolesca situación dio lugar a una cohabitación temporal que -estaba cantado- acabó en un divorcio más o menos fraternal y hoy el arzobispo emérito de Burgos (reelegido en 2020) campa espiritualmente a sus anchas entre la menguante grey del cardenal Herrera, en tanto que el obispo de Getafe preside el laboratorio de ideas de la Conferencia Episcopal, cuyo patronato está cuajado de cardenales donde aún se añora la visión de otro muy importante para ese centro, Fernando Sebastián, defensor de una Iglesia en diálogo, en la senda conciliar abierta por Juan XXIII y Pablo VI.
'El Debate', NEOS y el espíritu de la nueva cruzada
Una opción esta que choca un tanto con los marcos mentales de la actual ACdP, que en los últimos años sueña con reverdecer aquellos tiempos donde la fe y la política iban de la mano y la argamasa necesaria se la daba su propio medio de comunicación, El Debate, histórica y reputada cabecera hoy resucitada en versión digital y con bendición económica para tres años de neoadoctrinamiento nacionalcatólico.
Tampoco falta incluso una concreta opción política, NEOS, “una alternativa cultural contra la descristianización de España” que recoge a desencantados de “la derechita cobarde” del PP, a algunos socialistas cristianos hartos de la torpeza laicista del PSOE, sin despreciar a los deslumbrados por la marcialidad cruzada de Vox, algunos en puestos estratégicos en la maquinaria del relato apocalíptico de la pretendida persecución del cristianismo en España.
En su argumentario, la identidad y los valores cristianos son utilizados a modo de munición para una batalla cultural que bebe del trumpismo desacomplejado, una nueva derecha extrema ungida por algunos obispos de mirada nostálgica y donde las trincheras las cavan hoy la inmigración, la eutanasia, el aborto, el feminismo o las leyes de género, provocando un fuego graneado en el que la Iglesia ha sido tomada como rehén, donde se impone un lenguaje un tanto belicoso -“es necesario defender nuestras convicciones hasta las últimas consecuencias”- y en donde es indisimulada la pretensión de confundir “lo católico” con “lo español”, y viceversa.
Establecer puentes con una sociedad que le da la espalda
Así pues, mientras el think tank del CEU sabe exactamente el lugar que quiere ocupar en la sociedad española –en realidad lo quiere ‘reconquistar’–, el de la Pablo VI busca establecer puentes con una sociedad que ya no es la misma de hace unas décadas (ni el mundo es ya igual desde el 24 de febrero, cuando Rusia invadió Ucrania) y se abre a abordar en pie de igualdad los desafíos comunes que tienen los cristianos con quienes no lo son, conscientes, eso sí, de que todos son miembros de la misma familia humana.
Pero no hay que ser ingenuos: esta es una opción que (al igual que el magisterio de Bergoglio) no gusta tampoco a todos. Por eso su esfuerzo es encomiable, y mientras otros velan armas en las sacristías, el nuevo equipo de esta Fundación abre sus congresos con aquellos que otros tildan de ser los perseguidores de los cristianos, los propagandistas de la cultura de la muerte, de quienes montan comisiones parlamentarias para fiscalizar los abusos sexuales de los curas, los que quieren sacar la asignatura de Religión de las aulas…
Sucede que el tiempo pone las cosas en su sitio y resulta que quien más ha hecho por la financiación de la Iglesia han sido esos mismos diablos que, además, han puesto en marcha la política de conciertos, como no tuvo ningún reparo en reconocerle en su cara, en la anterior edición de este congreso sobre Iglesia y Sociedad Democrática, en 2018, el propio cardenal Cañizares a Alfredo Pérez Rubalcaba, al que además calificó como el mejor ministro de Educación con el que había tenido que trabajar, ahí es nada...
Por eso son fundamentales estos ámbitos de trabajo, reflexión y encuentro, no para contrastar certezas, sino para aproximar visiones y sensibilidades. Aunque a veces el enemigo está dentro y ese trabajo es opacado, relegado cuando no invisibilizado. Ocurrió con la magnífica serie de debates “Encuentros para una nueva era”, producido por la Fundación Pablo VI, y emitido durante el año pasado por TRECE, lamentablemente desaparecido de la parrilla de la tele de la CEE, quizás porque el pluralismo del que hacía gala el programa sigue siendo de difícil digestión en una Iglesia como la española que sigue poniendo sordina a las peticiones reformistas del Papa Bergoglio.
Otro síntoma más de la anemia intelectual y creativa de que adolece el conjunto de la Iglesia en España, plegada al mantenimiento del statu quo personal del personal, ya sean clérigos, consagrados o seglares, y que tanto daño ha hecho (y sigue haciendo) con su reiterada política del avestruz, como estamos viendo de forma dramática en el tema de los abusos sexuales.
Ojalá estos y otros congresos, foros, charlas, simposios. etc. nacidos desde la Iglesia abandonen toda tentación de ombliguismo y la retórica del botafumeiro para ayudarla a salir de la marginalidad social y cultural en la que languidece y devolverle la voz que tantos aún necesitan escuchar.