"Peregrinos de la vida. Caminantes en búsqueda de verdad" La Iglesia del Camino, Iglesia universal
"El pasado 14 de junio, el alumnado de 1º bachillerato del colegio Sagrada Familia, Patronato de la Juventud Obrera (PJO) de Valencia, inició su noveno viaje al Camino de Santiago"
"Como profesor, me centré tanto en el estado de mi alumnado, en cómo iban, de sus problemas y de sus dolores, que dejé a un lado la dimensión espiritual. Siempre posponía mi momento de soledad y de encuentro con ese Jesús"
"Un mensaje de un alumno, en O Pedrouzo, al acabar la cuarta etapa, mientras me retiré a descansar después de comer: 'José Miguel, Alicia, Sandra, Guille y yo queremos ir a misa y es a las 7. Parroquia Santa Eulalia'"
"Al llegar ahí, un templo pequeño, acogedor, y lleno hasta la bandera. Y de golpe, todo cambió… "
"Un mensaje de un alumno, en O Pedrouzo, al acabar la cuarta etapa, mientras me retiré a descansar después de comer: 'José Miguel, Alicia, Sandra, Guille y yo queremos ir a misa y es a las 7. Parroquia Santa Eulalia'"
"Al llegar ahí, un templo pequeño, acogedor, y lleno hasta la bandera. Y de golpe, todo cambió… "
| Jose Miguel Martínez Castelló
El pasado 14 de junio, el alumnado de 1ºbachillerato del colegio Sagrada Familia, Patronato de la Juventud Obrera (PJO) de Valencia, inició su noveno viaje al Camino de Santiago. El año pasado, después de dos años parado por la pandemia, volvimos a esta aventura única. Tuvimos el privilegio de que nos visitara en el mes de mayo Jesús Bastante que nos habló de su vinculación y experiencia a través de su novela Santiago en el fin del mundo.
Cada año, cada viaje, cada promoción es diferente. Nunca hay dos caminos iguales. Si el año pasado reflejaba en este medio lo que vi desde la perspectiva de la juventud, esas generaciones del futuro que van a marcar el compás y el paso del porvenir, hoy, me gustaría, desde ellos mismos, meditar sobre la singularidad que esta experiencia puede tener en la vida de la Iglesia.
Tengo que reconocerlo. No hay camino sin ampollas, como tampoco hay camino sin dolor, alegría, sufrimiento, abandonos, dudas y victorias. Como profesor, desde el primer día, junto a mis compañeros, Txema, Nadia y Pablo, que les agradezco su implicación infinita, me centré tanto en el estado de mi alumnado, en cómo iban, de sus problemas y de sus dolores, que dejé a un lado la dimensión espiritual, en otras palabras, como creyente, cristiano y profesor, yo también tenía que hacer mi camino en búsqueda de ese Dios que ha pasado a los anales de nuestra memoria colectiva a partir del mayor sacrificio de la historia.
Los días pasaban, y dentro de mí, casi sin expresarlo, siempre posponía mi momento de soledad y de encuentro con ese Jesús que caminó y caminó en búsqueda de una humanidad diferente a la que tenemos. A Jesús lo podemos conocer desde su dimensión de peregrino. Leamos con detenimiento los pasajes del evangelio en los que se encuentra a personas por caminos perdidos, intransitables, gentes en búsqueda del sentido y que lo hallaron el encontrarse con Jesús en esa acción tan revolucionaria como sencilla que es el andar.
Como decía, no encontré ese tiempo para mí y, de pronto, como siempre, casi sin esperarlo, un mensaje de un alumno, en O Pedrouzo, al acabar la cuarta etapa, mientras me retiré a descansar después de comer: “José Miguel, Alicia, Sandra, Guille y yo queremos ir a misa y es a las 7. Parroquia Santa Eulalia”.
El cansancio me pudo, eran casi las cinco, me tumbé y me dije: “Descanso un poco y después a orar y rezar por algún rincón en soledad”. Pero no fue así, me levanté a las 18:40, sabía que tenía que ir, me lavé la cara para despejarme y fui a misa. El rato de silencio, se posponía otra vez. De camino a la Iglesia iba cansado y defraudado conmigo mismo. El cansancio me había metido otro gol por la escuadra. Al llegar ahí, un templo pequeño, acogedor, y lleno hasta la bandera. Y de golpe, todo cambió.
Primeras palabras del sacerdote con un acento italiano, de forma irónica, con un humor agudo y sencillo, propicio en cada momento: “Pasen por favor, no se queden fuera, hay sitio aquí delante, y arriba tendrán una visión panorámica de la Iglesia, y gratis. No les vamos a cobrar”. Eso me despertó, me despejó ipso facto, y me dije: “Cuidado que lo vamos a pasar bien”. Era el domingo 18 de junio, el evangelio sobre la mies es abundante y los trabajadores son pocos, de ahí la necesidad de anunciar el evangelio con los doce como el fundamento de la primera Iglesia de la historia. Trazó, de forma extraordinaria, tres ideas de lo que la Iglesia de hoy tiene que asumir para seguir con dignidad y fidelidad lo que Jesús fundó.
1.La Iglesia está llena de pecadores y de personas imperfectas, ¿y? Al inicio de su homilía expresó que todos los apóstoles, juntos, no hacían una, y es verdad. ¿Cómo es posible que Jesús confiara en Mateo, un colaborador de los romanos, o Pedro que cada vez que abría la boca se equivocaba sin intuir la grandeza de Jesús o tener entre sus filas a un zelote como Simón el Cananeo que se ganaba la vida atentando contra los romanos hasta la muerte? Esto nos lleva a una lección de vida y un principio que puede aplicarse a todas las organizaciones humanas.
Toda persona tiene sus defectos y virtudes. Soñamos en tener un equipo, una clase, una empresa, un partido, que rocen la perfección, anhelamos otras personas que encajen más en nuestros esquemas mentales y que no cuestionen nuestros principios. Todo a nuestra medida. Sin embargo, ese no es el modelo de Jesús. Invita a que trabajemos con lo que tenemos para transformarlo y mejorarlo. No optó por personas con una gran trayectoria profesional, más bien, escogió a aquellas personas que representaban el sentir de la gente.
Cuántas veces juzgamos, dictamos sentencia sin aplicación de atenuantes, negando oportunidades por meras equivocaciones humanas que están a la orden del día. Para anunciar a Cristo necesitamos un camino de conversión personal para dejar de ver la paja en el ojo ajeno. Este es uno de los retos más difíciles en el que nos embarca Jesús, para mí y para ti y, cómo no, para la Iglesia universal. Las luchas intestinas a la que estamos acostumbrados tanto a nivel eclesial, político y social deberían ser combatidas a tumba abierta. Hoy ya no se habla de ideas, de principios, de verdad, hoy, por el contrario, se habla de colectivos, de bloques, de sectores, de intereses, de enfrentamientos irreconciliables.
El antídoto de Jesús frente a toda esta marea que se ha presentado estable, sin cambio, a lo largo de los siglos, es, simplemente, que nos reconozcamos pecadores, débiles, no para flagelarnos, no, sino reconocer quienes somos y de esa forma, humilde y sencilla, presentarme ante mis hermanos con la única pretensión de ayuda mutua para la configuración de los diferentes bienes comunes de la sociedad.
2.La Iglesia es una empresa de limpieza, de equilibrio, de ordenación, de auxilio y amparo. Tenemos que convertirnos, decía el Padre Fabio, -así se llamaba, no sé más de él- y recordando a Francisco, en algo más que en una realidad milenaria, tenemos que ser un hospital de campaña en el que se traten los diferentes males de nuestro tiempo. Tenemos que enderezar aquello que no está recto a partir del acompañamiento y de la escucha. Hay personas que no viven por el dolor y sufrimiento que padecen.
La Iglesia de Jesús tiene que estar ahí, en los procesos de desequilibrio que abren en canal a tantas personas, que aun teniéndolo todo a nivel material, carecen de los más importante y preciso: el sentido de la vida. Por ello, es tan importante el sentido de la comunidad, Iglesia como comunidad de hermanos en la diferencia y la diversidad. De ahí que la eucaristía dominical sea tan importante. Celebramos la palabra compartiéndola, comiendo del mismo cuerpo de Cristo, para alimentarnos de lo esencial y coger fuerzas y vitaminas con el objetivo de dignificar este mundo herido y partido en fronteras e ideas de exclusión y odio.
3.La Iglesia es universal. Este principio es esencial en el cristianismo porque Jesús habla desde la perspectiva de la dignidad y de la persona. La salvación ya no se circunscribe a un pueblo determinado y limitado a partir de una frontera específica. Jesús traspasa las fronteras, los límites nacionales y su salvación es para toda persona sea cual sea su condición.
Para plasmar dicha universalidad, el Padre Fabio la mostró a partir de una propuesta sencilla: rezar el Padre nuestro desde cada lengua materna de los ahí reunidos. Se rezó en mas de siete idiomas y fue extraordinario. En definitiva, una Babel en esencia y acción. A pesar de las diferencias, a pesar de la cultura, la oración que Jesús nos enseñó nos une en una serie de principios que constituyen la única y verdadera humanidad.
Resulta extraordinario poder vivir la experiencia de que Dios nos congrega venido de diferentes pueblos y naciones para crear su pueblo, que es único, sin distinciones de ningún tipo, ni de lengua ni de raza. Sólo en el Camino de Santiago pasan estos pequeños milagros. La vida es un peregrinaje hacia la eternidad. Antes tenemos que asumir como propios, constitutivos y definitorios, los desafíos que palpitan bajo nuestros pies para darles luz y afrontarlos con el antídoto infalible del amor y la fraternidad universal. Ya lo reza así una de las oraciones del peregrino: “Somos peregrinos de la vida. Caminantes en busca de paz. Recorremos todos juntos el camino y creamos un mundo de hermandad. Somos peregrinos de la vida. Caminantes en búsqueda de verdad. Luchamos por la paz y la justicia, entregando la vida a los demás”.
Ahora depende de cada uno de nosotros decidir dónde nos situamos. Recordemos el sí de María ante el órdago de ser la madre de Dios. La Iglesia del camino tiene que estar constituida por personas que sientan como propios los diferentes dolores de parto de la humanidad. Sólo tenemos que decidir qué misión queremos llevar a cabo a lo largo y ancho del mundo.
BUEN CAMINO.
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