¿Tenía Jesús la misma idea del "sacrificio" en la cruz que los teólogos modernos? Réplica amistosa a Xabier Pikaza (V)
Escribe Antonio Piñero
La amplia reseña de “Los libros del Nuevo Testamento” en “Religión Digital” (23-02-22) tiene un notable apartado de crítica, muy amable y amistosa, cierto, pero que contiene “pegas” serias al planteamiento de la obra “Los libros del Nuevo Testamento”. Continúo hoy con mi respuesta. La quinta crítica es la siguiente: y complementa el final de la anterior, que repito para una mayor intelección:
“Centrando todo en Pablo (y, a mi juicio, en un Pablo previamente “domesticado”) no se entiende todo el Nuevo Testamento, con sus temas fundamentales que son la universalidad, la “justificación” por la fe, la superación del talión, la recreación del judaísmo desde el fondo del puro-judaísmo, no desde un tipo de iluminismo griego, que es genial, pero que no llega a la experiencia de fondo de la muerte que da vida (no por sacrificio de imposición externa, sino por gratuidad interna, en la línea del Sermón de la Montaña)”.
Y añade:
(c) “Pienso que A. Piñero no ha captado el sentido del sacrificio (muerte vicaria o, mejor dicho, comunicación personal de vida), recreando y transformando (en un tipo de “Aufhebung” [es decir, eliminación / recreación: dos sentidos aparentemente contradictorios en el mismo vocablo alemán] interna) la visión más honda del Antiguo Testamento, tal como se expresa en la tradición de Isaías y/o en los salmos. Eso significa, a mi juicio, no haber entendido el camino anti-sacrificial de una parte central del Antiguo Testamento y de casi todo el Nuevo Testamento (no sólo de “paulino”). En esa línea, el cristianismo en su conjunto y el estudio del Nuevo Testamento en particular tiene un tema pendiente, la radicalización y comprensión del sacrificio, no sólo en la línea de Hebreos, sino del Nuevo Testamento en su conjunto (con Sinópicos y Juan). Se trata de “superar” (con el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento) un sacrificio “sacrificialista y violento”, para entrar en el sacrificio central del Sermón de la Montaña, en la línea del amor al enemigo y de la vida como “don” (más allá del talión retributivo y vindicativo en el que solemos situarnos). Éste es un tema clave de los nuevos estudios de la Historia de la Religión y del Cristianismo, un tema que ha sido abordado por algunos “adelantados” de los estudios bíblicos, como pueden ser R. Girard (†) y G. Theissen, por poner dos ejemplos. En este plano, pienso que A. Piñero simplifica los temas, desde un racionalismo pre-kantiano y desde un positivismo pre-moderno”.
Si entiendo bien, esta crítica de Pikaza afirma que tanto una parte del Antiguo Testamento como el núcleo del Nuevo intentan superar el concepto usual de “sacrificio” en el judaísmo, y en general en el Mediterráneo oriental. El sacrificio se entendía como acción “violenta”, “aniquilativa” (puramente “sacrificialista”), puro talión retributivo, y el Nuevo Testamento lo sustituye por un nuevo concepto tal como se deduce del espíritu del Sermón de la Montaña. El sacrificio de Jesús en la cruz debe contemplarse en la línea del “amor a los enemigos” (Sermón de la Montaña), a saber, Cristo muere para dar la vida por los enemigos, y como la vida es un don, se sacrifica para otorgar a esos enemigos una vida nueva y esplendorosa.
Y, sostiene Pikaza, que esta falta de entendimiento por parte de los autores de “Los libros del Nuevo Testamento” se debe a una simplificación de los temas que aborda en profundidad el Nuevo Testamento mismo, el cual sigue una línea de pensamiento incoada en el Antiguo Testamento. Entonces los comentaristas se quedan en un plano “racionalista pre-kantiano y en un positivismo pre-moderno”. Con otras palabras: si no se entiende así esa línea profunda de todo el Nuevo Testamento “no se ha entendido el camino anti-sacrificial de una parte central del Antiguo Testamento y de casi todo el Nuevo Testamento, no sólo de paulino”… y ello significa que ¡no se ha entendido el mensaje más profundo del Nuevo Testamento!
No entiendo bien lo del “racionalismo prekantiano”. ¿Quizás un mero racionalismo de los deístas ingleses? Gente que no supera el racionalismo puro con la elaboración, como hizo Kant, de una Crítica de la razón práctica, que reconstruye la idea de Dios y la moral como exigencias no de la razón pura, sino de la práctica?
El “positivismo premoderno” debe referirse a la moderna línea de investigación del Nuevo Testamento (ejemplificada en la obra de Girard y Theissen, quienes son “adelantados” de los estudios bíblicos) que pone de relieve esta concepción del sacrificio, que aclara el núcleo de la vida, figura y misión de Jesús, y que es un punto de vista “moderno”.
A todo lo anterior respondo:
Si el mensaje real del Nuevo Testamento fuera esa línea sublime de que el sacrifico del Cristo no tiene nada o casi nada de sacrificialista, ni de mera violencia, ni de talión retributivo, sino que es un otorgamiento de una vida plena a los otrora enemigos…, y si los autores de “Los libros del Nuevo Testamento” no lo hemos puesto de relieve porque no lo hemos entendido, tales autores habrían de entonar un sonoro mea culpa. Pero estimo que en la mentalidad de un judío apocalíptico del siglo I, y de unos seguidores judeocristianos, pocos, y de la mayoría ex paganos convertidos por la misión paulina, no cabía en absoluto ese pensamiento.
La idea que albergaban era más radical y sencilla: Dios se encuentra con que el objetivo de la creación del ser humano, corona del universo, ha fracasado por la culpa del pecado de un hombre primordial y sus consecuencias, por el corazón maligno heredado en todos sus descendientes que los lleva a contradecir la ley divina. No hay más remedio que arreglar esa situación. Y esa se soluciona con la redención del ser humano. Y sin sangre y sacrificio no hay redención. Dios mismo no puede arreglar el problema sin acudir al sacrifico, puesto que la sangre, en la mentalidad del siglo I, de un sacrificio borra, literalmente, los pecado. Entonces Dios ofrece en sacrificio a su Hijo, que es lo más preciado que tiene. Con ello es sacrificio es de un valor máximo, y la redención es total. Naturalmente, conseguida la redención, el mundo se acabará pronto y los seres redimidos volverán al estado primordial, sin pecado, el mundo del inicio, el paraíso…, pero esa vez no en la tierra, sino en el cielo.
Así que opino que lo que los comentaristas de “Los libros del Nuevo Testamento” ofrecen al público es la concepción con la que se entendía el gran problema de la teología cristiana: ofrecer una explicación convincente de cómo el mesías había muerto en una cruz. Y la solución fue aplicarle la doctrina común de la resolución de conflictos entre el hombre y la divinidad: el sacrifico como restablecedor del orden ideal de las relaciones, un borrador de la mancha y destrozo producidas por el pecado.
Por tanto, opino que la falta de entendimiento de los autores de “Los libros del Nuevo Testamento” no es tal, sin el mero atenerse a exponer la mentalidad del siglo I e inicios del II. Y una segunda idea: lo más probable es que Jesús de Nazaret no entendiera de un modo universal el amor a los enemigos.
La cuestión básica de amor a los enemigos es qué debe entenderse por «enemigo», tema suscitado sobre todo porque el comportamiento de Jesús no se atiene en diversas ocasiones a esta regla básica: Jesús era muy duro con quienes no atendían a su proclama, a quienes consideraba enemigos de Dios. De cualquier modo, se trata de una extensión del amor al prójimo de Levítico 19,18, que se refiere a los compatriotas judíos. Parece imposible que el Jesús histórico exhortase a amar a los enemigos confesos e impenitentes de Dios, como los gentiles malvados, y pecadores públicos judíos. Es posible que su contexto primitivo fuera el amor que Jesús pedía a sus discípulos frente a los opositores, judíos, a la proclama del Reino (ello explicaría, por ejemplo, las exhortaciones respecto a los préstamos, Lc 6,34-35). Aparte de que ya he argumentado deque Jesús no fue de ningún modo a Jerusalén para inmolarse en sacrificio, sino para triunfar. Iba a contemplar la llegada majestuosa del reino de Dios
Lo que afirma Pikaza es una construcción teológica moderna en la que los historiadores no entramos; se trata del campo de la especulación teológica, y además muy moderna, que ni los mismos teólogos han desarrollado bien todavía, como el mismo Pikaza reconoce. Por tanto no es una explicación histórica de la noción de fondo de la muerte en cruz del Mesías.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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