Fernando Bermejo Rubio, en Síntesis “Los judíos en la Antigüedad”, un libro que ayudará a comprender mejor el judaísmo
Cuanto más sepamos del judaísmo, en toda su historia, pero sobre todo en los siglos previos al I de nuestra era, tanto más comprenderemos a Jesús de Nazaret
Parece muy claro que cuanto más sepamos del judaísmo, en toda su historia, pero sobre todo en los siglos previos al I de nuestra era, tanto más comprenderemos a Jesús de Nazaret, ya que sin duda alguna, Jesús fue un judío a carta cabal, tal como lo demuestran hechos que parecen innegables. Así, que el Dios de Jesús es el Dios de la Biblia hebrea, que su religión fue la judía y sus prácticas privadas y públicas (incluso la de llevar los flecos en su vestimenta –en hebreo tzitzit– que indican a la gente de alrededor la profunda piedad judía de quien las porta), como el uso de la Biblia, la asistencia a las fiestas nacionales, etc., fueron las de un judío en extremo leal y piadoso. Y que nunca abandonó su religión ni tuvo el menor propósito de fundar culto nuevo alguno.
Y por otro lado, Jerusalén y el judaísmo, en concreto el que se constituye a partir del período después del exilio en Babilonia (siglos VI y V), junto con Roma y Atenas, son las tres bases de nuestra civilización occidental. Las tres son igualmente importantes y nos ofrecen las claves básicas para comprender al hombre de Occidente. Son, pues, muy útiles los libros que ofrecen al lector moderno apresurado esas claves básicas para entender… o para comenzar a entender.
Por ello, el volumen que comento, cuyo título es el de esta postal, es bienvenido. He aquí su ficha: Editorial Síntesis. Madrid. 15x22 cms. ISBN: 978-84-9171391-3. Publicado 30.06.2020. Pp. 328. Hay edición electrónica: ISBN Digital: 9788413575131. Precio 24 Euros. Edic. electrónica: 18 euros.
Puede extrañar a más de un lector el que el autor de este volumen sea un doctor en filosofía y no un filólogo / historiador del mundo semítico; en concreto, alguno de los numerosos, y muy buenos, especialistas que hay en España en materia de judaísmo, Biblia y adyacentes, que llevan muchos años bien introducidos en este ámbito. Pero hay que decir en honor del autor que no es un novato, ni mucho menos, en estos temas ya que –si se consulta su producción académica– se observará rápidamente que una buena parte de ella está dedicada a la figura de Jesús de Nazaret y al cristianismo primitivo, e incluso algún trabajo dedicado a autores netamente judíos, como Flavio Josefo. Por ello, no debería llamar la atención.
Por otra parte es también conocido la suerte de adagio popular que sostiene que “si quieres saber profundamente de algo, ponte a dar clases sobre ello, y si quieres saber mucho más, escribe un libro”. Si se consulta la Bibliografía completa del volumen que comentamos, se observará que está prácticamente todo lo interesante. Es de lamentar que en la Bibliografía recortada en más del 50% ofrecida al final del volumen (el resto está a disposición de todos, lectores o no del libro en la Página Web de la Editorial)), “por principios ecológicos, económicos y prácticos”, se hayan eliminado precisamente títulos en lengua castellana. Alguno que afecta directísimamente al tema, publicado precisamente por Editorial Síntesis, ha sido omitido por completo. Volveré sobre este asunto al final de mi comentario, ya los libros omitidos pueden interesar, y mucho, a lectores en nuestra lengua.
El libro que comentamos es muy completo. En primer lugar, por la amplitud del espacio cronológico que abarca: desde el exilio y la época persa (597–333 “a. C”. o “e.c” = “era común, como prefiere el autor con buen criterio, pues engloba al judaísmo) hasta el siglo VII e.c., momento en el que se puede considerar básicamente completado el segundo y monumento de la sabiduría judía en torno a la Biblia, el Talmud (en sus dos recensiones, la de Jerusalén y la babilónica) y que el judaísmo q se ha ido conformando hasta esos momentos explica bastante bien las raíces del judaísmo de Jesús y posterior, e incluso del moderno.
En segundo lugar, porque no falta prácticamente nada en el espectro de los temas tratados. El autor aborda incluso los temas sobre la diáspora judía en áreas sobre las que tenemos muy poca información, pero que no pueden faltar en el libro por su importancia: la Cirenaica (hoy Libia), Siria (mayor documentación) y Asia Menor.
En la última sección (“Los judíos en la Antigüedad tardía”, – siglos III-VII e.c.–) están incluidos también los temas de la Diáspora judía, muy importante, pero desconocidos para la mayoría de los lectores. Hay incluso un apartado sobre el arte judío en las sinagogas y necrópolis. Termina el libro con una selección de textos, un glosario de términos técnicos judíos (muy útil, porque algunos de los vocablos indican objetos o prácticas tan precisamente judías, que mejor es no traducirlos; por tanto el glosario parece indispensable) y –aparte de la Bibliografía– un tabla cronológica que ofrece todos los datos precisos.
Debo añadir, antes de hacer algunas sugerencias, no correcciones, en la siguiente postal, que el estilo es claro y sencillo, de frase cortas. Además el buen espíritu sintético brilla por todo el libro ya que no sobra texto por ninguna parte. El autor dice lo esencial y pasa a otra sección. Es también muy útil para el lector las sugerencias del autor acerca de la poca plausibilidad histórica de bastante de las nociones e hipótesis aclarativas de hechos o circunstancias que circulan en otros libros de divulgación en lengua española, muchos de ellos confesionales, y que parecen erróneas.
El lector cae así en la cuenta de que nuestro conocimiento de la antigüedad en temas tan importantes para nuestra cultura es a veces, sucinto o directamente escasísimo, de que son necesarias hipótesis interpretativas razonable, sencillas, que aclaren la posible “verdad” (es decir, que tengan un valor explicativo de los hechos mayor que otras), que no planteen nuevos problemas y sobre las que puede haber un cierto consenso entre los investigadores independientes. Lo dicho es importante, puesto que cuando un autor de temas de historia antigua confiesa paladinamente que “no sabemos” o “estamos inseguros”, el lector se siente tranquilo y sabe que no corre riesgo alguno al aceptar las hipótesis que el autor ofrece como más plausible y razonables. El libro está lleno de estas dudas razonables, lo que le da más valor.
Seguiremos con nuestros comentarios.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html