La cigüeña sobre el campanario

Span class="imagen">

La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

Capítulo XX

Aliento de Dios sobre las Aguas Oscuras

Al principio cuando creó Dios
los cielos y la tierra,
la tierra era desierto y vacío,
oscuridad sobre el abismo,
y un aliento de Dios aleteaba
por encima de las aguas.
Génesis 1, 1-2

Este capítulo sólo quiere ser un breve epílogo.
Quiero terminar este libro con una confesión de esperanza


Ser cristiano, como yo lo entiendo es caminar con esperanza por las vías de la historia en dirección al Reino de Dios, hacia la perfecta libertad de los hombres en la fraternidad, la solidaridad y el amor.

¿Dónde y cómo se realizará definitivamente la cita?
No lo sabemos.

El capitalismo explotador y fetichista pasará, como pasó el imperio colonialista de Roma, para alegría de aquellos cristianos que nos dejaron en el Apocalipsis el testimonio vivo de su confianza (Apoc., 18, 9-24).

El "socialismo real" de nuestros días queda demasiado lejos de la meta.

Esperamos un mundo nuevo (Apoc., 21, 4-5). Pero no es un mundo para los cobardes (21, 8). Tenemos que irlo construyendo nosotros.

Los creyentes estamos convencidos de que, por encima de la historia y las vicisitudes de nuestro interminable éxodo, el álito de Dios aletea. No estamos desamparados. Pero sí estamos, de alguna manera, solos, porque la presencia de Dios es la huella de una ausencia. Es el misterio.

Nos da esperanza y nos señala el fin el punto omega. Pero deja a nuestra responsabilidad la búsqueda del camino, de las responsabilidades reales de cada momento, que hay que empujar denonadadamente hacia lo que es distinto y está más allá.

El Génesis describe a Dios realizando en el comienzo un cosmos perfecto: creando un paraíso, que el hombre, instigado por la serpiente, pierde por su culpa, inaugurando una existencia de dolor, que irá remontando trabajosamente, hasta aplastar al adversario (Gén., 1, 1 a 3,15).

¿Cuál es el sentido profundo de este mito?
No que el paraíso fue al principio, sino que será al fin. Que vamos hacia él construyendolo. La plenitud no es el punto de partida, sino la meta.

El mito bíblico la da como realizada al inicio(y perdida después, porque, misteriosamente, el hombre siente la nostalgia de aquello que no ha sido nunca, pero que está llamado a ser. De aquí que el hombre sea constitutivamente un sujeto expectante. La desesperación lo aniquila y la desesperanza lo ahoga. Un hombre sin esperanza es menos hombre.

Ahora se habla mucho de que ya no hay lugar para la utopía. Se nos dice que no hay nada que hacer, sólo dar vueltas a la noria, recogiendo el agua que nos caiga de los cangilones. Esta postura tiene un antecedente ilustre en un autor bíblico del siglo III antes de J.C. que se presenta a sí mismo como Cohélet (en griego el Eclesiastés), es decir, el hombre que habla en la asamblea.
---Ver: JM. Díez-Alegría, Rebajas teológicas de otoño Desclée de Breuwer 1980
Volver arriba