Reflexiones en torno a la homilía de José Cobo, arzobispo de Madrid, en su toma de posesión Los ojos y los oídos de todos estaban puestos en él

Cobo Cano
Cobo Cano

"Estas palabras pueden ser tomadas como el primer mensaje del nuevo arzobispo: la Iglesia, para ser fiel a su misión, siempre tiene que estar emprendiendo nuevos caminos"

"José Cobo cree y manifiesta con claridad que con el comienzo de su ministerio pastoral en la Archidiócesis de Madrid se inicia también para ella y para la sociedad madrileña un tiempo nuevo, un tiempo de esperanza y salvación"

"Los católicos de Madrid deben dar esperanza a los que sufren y buscar el modo de remediar o aliviar sus padecimientos"

"En los años del primer postconcilio, 1965-1978, este tipo de lenguaje era más fácil de escuchar. Desde 1978 en Roma y desde 1983 en la diócesis de Madrid fue perdiéndose"

Cuando el pasado día 8 de julio, tras la proclamación de las lecturas bíblicas y el canto del salmo y el aleluya, don José Cobo, nuevo arzobispo de Madrid, se disponía a impartir por primera vez magisterio desde su sede episcopal, los ojos y los oídos de todos los que habíamos acudido a la Catedral de la Almudena y los de quienes seguían la ceremonia de su toma de posesión a través de 13TV estaban puestos en él. Tras unos segundos de silencio, todos le escuchamos decir: “Allá por el siglo IV, Gregorio de Nisa hablaba de «ir de comienzo en comienzo, mediante comienzos que no tienen fin»”.

¿Quién era Gregorio de Nisa y qué palabras eran esas? 

Gregorio de Nisa es uno de los tres Santos Padres llamados Capadocios. Vivió entre los años treinta y los años noventa del siglo IV. Y las palabras citadas por el nuevo arzobispo se leen en la homilía octava de su Comentario al Cantar de los Cantares. Se refieren al proceso que sigue quien, deseoso de conocer a Dios con plenitud desbordante, busca lograr el encuentro más íntimo posible con él. No es, a juicio del santo, un camino fácil. Es una ascensión en la que hay que ir “de comienzo en comienzo, mediante comienzos que no tienen fin”.

Gregorio de Nisa

¿Por qué las habría elegido José Cobo para que fueran las primeras palabras que se le oyeran decir desde su sede catedralicia en un momento tan solemne? ¿Era su propósito que, bajo su guía, todos en la diócesis nos embarcáramos en una búsqueda mística de ese estilo, en la que había que iniciar un nuevo comienzo? Enseguida se vio que no, pues apenas citadas esas palabras, sin advertirnos de ello, las encadenó con otras, que eran suyas, en las que la protagonista no es “la esposa” que busca la unión con “el esposo”, la criatura que quiere llegar a la unión íntima con el Creador, sino la Iglesia en su tránsito por la historia.

La Iglesia necesita siempre, en cada momento y en cada etapa, emprender nuevos caminos; porque precisa considerar su adhesión a Cristo, renovar con humildad su ser «sierva» del Señor y aprender a ser levadura en medio de la masa para anunciar que el reino de Dios ya está entre nosotros. En esta lógica de conversión caminamos en cada momento.

Estas palabras pueden ser tomadas como el primer mensaje del nuevo arzobispo: la Iglesia, para ser fiel a su misión, siempre tiene que estar emprendiendo nuevos caminos. Y, como parte de ella, la diócesis de Madrid, bajo su gobierno, debe hacer otro tanto. Y es su propósito que lo haga. Pues en esa “lógica de conversión” ha de caminar en cada momento.

¿Qué nuevo camino es ese que debe emprender la diócesis de Madrid? Se ha de tratar, sin duda, de un camino que no iba siguiendo. Pero ¿cuál? Dedicó el resto de la homilía a hablar de él y de cómo abordarlo. 

Cobo recibe el abrazo de sus hermanos obispos
Cobo recibe el abrazo de sus hermanos obispos Infomadrid/Ignacio Arregui

Tras escucharle se ve que se trata en realidad de un camino muy antiguo, que, a su juicio, hay que retomar. Aunque, según sus propias palabras, “tendremos que cambiar lenguajes y ajustar fórmulas pastorales a este momento”. Y añade “Es verdad. No vale lo de siempre. El cambio de época lo reclama para anunciar la fascinación del Evangelio a una ciudad y a unos pueblos y unas gentes sedientas de él.”

Es el camino que, a juicio de José Cobo,  esbozaron y recorrieron algunos profetas de Israel, como Ezequiel, de cuyo libro se había leído un pasaje en la primera lectura (Ez 34,11-16), o como Isaías, de cuyos escritos San Lucas, en el texto de su Evangelio que se acababa de proclamar (4,16-22), trascribe, con ciertas variantes, unas líneas (Is 61,1ss). Es, asimismo, el camino que decidió tomar Jesús, “el hijo de José”, tal como lo manifestó, según  el relato de San Lucas, a sus paisanos de Nazaret, al inicio de su vida pública. Fue un sábado en la sinagoga del pueblo, tras leer el pasaje de Isaías antes citado.

En tiempos difíciles de la historia del pueblo judío, durante el destierro de Babilonia o durante la dominación Romana, cuando son muchos los que sufren penalidades y  les flaquea la fe en Yahveh, pues no perciben su acción salvadora, los autores de los textos de Ezequiel e Isaías o Jesús de Nazaret, según el relato de Lucas, dan esperanza a los desesperanzados, anuncian la pronta llegada de la salvación que esperan y hacen lo posible por acercársela. Jesús, en concreto, toma como referidas a si mismo las palabras del libro de Isaías que acaba de leer en el Rollo de los Profetas:

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor. (Lc 4,19)

El Espíritu del Señor

Tras la lectura, enrolla y devuelve el rollo al encargado de custodiarlo. Y ante la expectación de sus paisanos dice “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Hoy empieza a pasar lo que que anunció el profeta.

José Cobo cree y manifiesta con claridad que con el comienzo de su ministerio pastoral en la Archidiócesis de Madrid se inicia también para ella y para la sociedad madrileña un tiempo nuevo, un tiempo de esperanza y salvación: 

"Hoy es un día singular en el que nos abrimos a un comienzo. Un comienzo que se apoya en comienzos de otros que han sembrado antes. Un comienzo que, como todo lo que viene del amor de Dios, no tiene fin y a todos nos abraza". 

Hoy se cumple esta escritura que acabamos de escuchar, repitió hasta en cinco ocasiones. Cree que eso debe pasar, que es lo que cabe esperar que pase: Se  evangeliza a los pobres, se proclama a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista, se pone en libertad a los oprimidos y se proclama el año de gracia del Señor.

Cobo lee su primera homilía como arzobispo de Madrid
Cobo lee su primera homilía como arzobispo de Madrid RD/Captura

Cada cristiano por el bautismo, explica, es un ungido. Eso es ser cristiano: ser un ungido. Y como tales, no individualmente, sino comunitariamente, los católicos de Madrid deben dar esperanza a los que sufren y buscar el modo de remediar o aliviar sus padecimientos.

Queremos caminar siempre al ritmo ágil y libre de Jesús, el Cristo; siempre atentos a quienes quedan descartados al borde del camino. 

No olvidamos que somos una Iglesia samaritana. (…)  Los pobres son uno de nuestros más serios criterios de discernimiento en todo lo que hacemos. Lo que hagamos con ellos juzgará cada uno de nuestros pasos, como nos dijo Cristo. Por eso, sin ellos no hay camino. Sin su inclusión social y eclesial, “la alegría del Evangelio” sería un imposible.

Escuchando hablar así a un obispo de Madrid, muchos de nosotros, los que ya éramos adultos en 1983, percibíamos en sus palabras el aroma de una fragancia conocida y añorada. Los que entonces eran niños o aún no habían nacido escuchaban, quizá con sorpresa,  al nuevo obispo hablar de una manera distinta a la habitual. A nosotros se nos alegraban las entrañas escuchándole decir:

Nuestra voz armónica como Iglesia no será la de tener la razón en todo, ni la de presumir del poder de los números, ni mucho menos de identificarnos con una u otra ideología política o cultural. Nuestra voz no aspira al monopolio del poder en nuestra sociedad. Tampoco queremos quedarnos añorando el pasado. Ni nos entretendremos en multiplicar condenas o lanzar reproches. Queremos no despistarnos demasiado por el camino. No pretendemos entretenernos con disputas estériles que distraen de lo principal.

Buen pastor
Buen pastor

Las migraciones, la desigualdad, la soledad, la violencia y el sinsentido son los rincones donde las personas desplazadas, los pobres, los cautivos, los ciegos y oprimidos nos esperan a nosotros, los seguidores de Cristo, unidos, para ser rescatados y reconocidos como hijos de Dios.

Quiero que mi guía sea la de Cristo pastor, el que acoge, desde la caridad pastoral, prioritariamente a los heridos y perdidos.

En los años del primer postconcilio, 1965-1978, este tipo de lenguaje era más fácil de escuchar. Desde 1978 en Roma y desde 1983 en la diócesis de Madrid fue perdiéndose. Dejaba traslucir la recepción y aplicación por parte de los católicos, incluidos algunos obispos, de la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, con su famoso párrafo inicial:

Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia. (Gaudium et Spes, 1)

Con el acceso a la sede pontificia del papa Francisco, el 13 de marzo de 2013, dicha Constitución ha cobrado nuevo valor. Y, con alegría, vemos que en la diócesis de Madrid lo cobra ahora, con la llegada de su nuevo arzobispo y futuro cardenal, don José Cobo Cano.

Cobo abraza
Cobo abraza

Existe, sin embargo, un importante problema, que considero debería ser afrontado por todo el Colegio apostólico, al que José Cobo se refiere varias veces en su homilía. Muchos gobiernos y otras instituciones sociales con capacidad para hacerlo están tratando de remediar o paliar con diferentes leyes y medidas un número importante de las tristezas y angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y, en lugar de alegrarse por ello y prestarse a colaborar, el Colegio apostólico, casi en pleno, alza su voz en contra.

Y no por cualquier motivo. Sino porque sostiene como verdad cierta e inmutable que Dios mismo ha revelado que tales leyes y medidas van en contra de su voluntad. Y que, por consiguiente, jamás el papa o cualquier otro obispo podrán declarar teológica y moralmente buena una posición distinta.

Sugiero que, retomando las palabras de Gregorio de Nisa, citadas por José Cobo al inicio de su homilía, los “sucesores de los apóstoles” consideren llegada la hora de que, tratando de ascender en el “conocimiento” del misterio insondable de Dios, han de afrontar un nuevo comienzo en lo tocante a entender y describir su voluntad. Se ha hecho antes más veces y hay, creo, razones para hacerlo hoy.

Imposición del palio arzobispal a Cobo
Imposición del palio arzobispal a Cobo RD/Captura

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