"Templo ortodoxo, catedral católica, mezquita musulmana, museo secular..." Pikaza, Santa Sofía, un deseo: Casa de oración para todas las naciones/religiones

"Santa Sofía no es el templo de Jerusalén, pero tampoco es uno cualquiera: Ha sido por casi mil años (537‒1453) el santuario más significativo de la cristiandad, y después, por casi quinientos años (1453‒1931), la mezquita “imperial” más importante del Islam, bajo la autoridad del Sultán de Turquía, hasta que fue secularizada el año 1931 y convertida en museo"

"Quisiera que Santa Sofía fuera “casa” de oración, de comunicación y encuentro, de estudio y de búsqueda de Sabiduría entre las “grandes religiones”, sin presiones políticas, sin revanchas de musulmanes ni cristianos". Es un deseo difícil de cumplir,  pero va en la línea de lo que quisieron profetas y sabios como Isaías, hace 2500 años,  Jesús, hace  2000, e Ibn Arabí de Murcia, hace 800.

Hace unos días (julio 2020), Erdogan, presidente de Turquía, ha decidido convertir de nuevo el museo de Santa Sofía de Constantinopla en mezquita musulmana. El tema tiene elementos de tipo político y religioso, histórico, cultural e incluso económico ha ocupado la primera plana de muchos medios en gran parte del mundo. Desde ese fondo escribo esta reflexión, que tiene dos partes:

(a)  El sentido del cambio, con una propuesta para el posible funcionamiento de Santa Sofía como “casa” de diálogo inter‒religioso.

(b) El emperador Justiniano: La Construcción del Derecho Canónico y de la Catedral de Santa Sofía, en siglo VI d.C.

1. ACTUALIDAD. SANTA SOFÍA “CASA DE ORACIÓN”, UNA PROPUESTA

Se han dado diversas interpretaciones de este cambio (la conversión de Santa Sofía de nuevo en mezquita), que, en general, ha sido bien recibido en el mundo musulmán. Pero en el mundo occidental, secularizado y aparentemente democrático, la mayoría de las reacciones han sido negativas. Pues bien, en contra de eso,  desde una perspectiva religiosa y, en el fondo, cristiana, me atrevo a decir que ese cambio puede tener sentido ser positivo, no sólo para el Islam, sino para el cristianismo y la cultura universal, en la línea del título de esta postal:tanto Isaías 56, 7 como Jesús (Mc 11, 11‒15) quisieron que el templo de Jerusalén fuera “casa de oración para todas las naciones” (=religiones).

Santa Sofía - Wikipedia, la enciclopedia libre

   Santa Sofía no es el templo de Jerusalén, pero tampoco es uno cualquiera: Ha sido por casi mil años (537‒1453) el santuario más significativo de la cristiandad, y después, por casi quinientos años (1453‒1931), la mezquita “imperial” más importante del Islam, bajo la autoridad del Sultán de Turquía, hasta que fue secularizada el año 1931 y convertida en museo. Pero ahora, el presidente Erdogan (en una “movimiento” político‒religiosa) muy audaz ha querido convertirla casi en mezquita. 

En principio, si el cambio fuera religiosamente sincero y abierto a nuevos diálogos y movimiento religiosos, que deberían promoverse, tanto desde el Islam como desde el Cristianismo, me alegraría de ello, me alegro de que Santa Sofía sea de nuevo una mezquita, un lugar de oración: Prefiero que Santa Sofía sea una casa de “auténtica” oración, abierta a la renovación del Islam y a la recuperación (al menos simbólica) de su milenio cristiano.

Quisiera que Santa Sofía fuera “casa” de oración, de comunicación y encuentro, de estudio y de búsqueda de Sabiduría entre las “grandes religiones”, sin presiones políticas, sin revanchas de musulmanes ni cristianos. Santa Sofía no es una Iglesia más, sino que ha sido (y sigue siendo simbólicamente) la más importante de los cristianos ortodoxos, sede “añorada” del patriarcado de Constantinopla (huérfano de su catedral), lugar que los católicos conquistaron y dominaron  tristemente duramente más de medio siglo, en los luctuosos tiempos de las cruzadas:  1204‒1261).

Mosaicos de Santa Sofía | 21 Wonders

     Ésta no fue la primera “catedral” de Constantinopla (Bizancio, Estambul), hubo antes otras dos, pero fue la definitiva y más importante, como verá quien siga leyendo, construida por el emperador Justiniano  (532‒537),  siendo desde entonces, por casi un milenio el templo más rico y significativo de la cristianidad, superado quizá sólo, pero más tarde, por la Basílica de San Pedro del Vaticano (desde el siglo XVI).

     Ha sido, como he dicho, templo ortodoxo, catedral católica, de nuevo templo ortodoxo, mezquita musulmana, museo secular y de nuevo mezquita ortodoxa.  He dicho también que, en principio, no me molesta que vuelva a ser mezquita, es decir, casa de oración (adoratorio)… Cultural y religiosamente no me agrada que sea museo de un pasado muerto, para turistas universales que no son de ningún sitio, ignorantes planetarios… Quiero que sea sede de cultura (historia, sabiduría)  y “casa de oración”, y en ese sentido me parece ejemplar hasta su nombre:

Santa Sofía es un templo (casa de oración y misterio) dedicada al Dios Sabiduría (Hagia Sophia, Santa Sabiduría). No podía tener nombre mejor. Está dedicado a Dios como “Sabiduría”, en el sentido universal de la palabra. Es el monumento supremo (el más universal) que los griegos antiguos dedicaron a la Sabiduría cultura griega (helenista), tras mil años de cultura griega: El templo dedicado al Dios Sabiduría “sagrada y santa” (hagia), que en sentido profundo se identifica con la Sabiduría de fondo de todos los pueblos y en especial de las grandes religiones: Hinduismo, budismo… (y que para los cristianos se identifica con Jesús crucificado y  resucitado, Sabiduría de Dios).

Esta es la Sabiduría que los judíos de lengua hebrea llamaban Hochma y los de lengua griega Sophia, el Dios a quien los cristianos veneraron y veneran como sabiduría encarnada en Cristo.  Pero en principio este templo de la Santa Sabiduría quiere abrirse a la Sabiduría Sagrada de todos los pueblos y religiones. En un sentido muy hondo, durante los mil años de “confesión cristiana” el gran templo de Constantinopla ha sido un “memorial” de Jesús, Sabiduría encarnada de Dios, Señor Resucitado de la Vida; pero un memorial abierto a todas las “culturas”, a todas las experiencias religiosas de los pueblos,  condensadas desde una perspectiva cristiana en Jesucristo.

Santa Sofía, mosaicos | Pasión por Estambul

‒ Los musulmanes no han tenido que cambiarle el nombre… Santa Sofía ha sido durante quinientos años la mezquita de la Aya‒sophia, el templo imperial más importante de los turcos, (venerado con las mezquitas de la Meca, Medida y Jerusalén)  desde el Magreb Occidental hasta el Pakistán de oriente.  Tras la caída del imperio turco, por presión de las potencias occidentales (año 1918), K. Ataturk, fundador del nuevo Estado de Turquía, en un gesto sorprendente,  desacralizó la mezquita y la convirtió en museo (año 1931), pero el nuevo presidente K. Erdogan la ha vuelto a convertir en mezquita.  Ciertamente, la forma en que lo ha hecho nos parece quizá arrogante, un retroceso, una ruptura del “status quo” religioso y social de Constantinopla/Estambul y de las religiones del entorno. Pero, como he dicho, este cambio puede (y a mi juicio) debería interpretarse y aplicarse de un modo “positivo” y abierto, en la línea de la palabra de Isaías y Jesús: Quiero que mi casa sea casa de oración para todas las naciones.

     Ciertamente, los cristianos saben (con Jn 4, 23‒24) que a Dios no se le adora en un templo concreto, como el de Jerusalén o del Garizim, como el de la Meca, Medina, Constantinopla o Roma, sino en “espíritu y verdad”… En ese sentido, para los cristianos, los templos o mezquitas de Jerusalén y Santa Sofía, Meca, Roma o Córdoba son lugares “secundarios”. Pero la su “historia y memoria cultural (sagrada) pueden ser importantes para algunos adoradores a quienes hay que respetar, buscando los de cada religión no sólo el bien propio, sino el de las otras religiones.

    En ese sentido presentaré más adelante el contexto de surgimiento y el sentido de Santa Sofía de Constantinopla (para quien quiera seguir leyendo). Pero antes, a modo de “hoja de ruta” que podría ser discutida, quiero ofrecer una posible solución al tema de Santa Sofía (y de otros santuarios discutidos por historia y cultura) entre varias religiones, tanto en el ámbito cristiano como en el judío y musulmán, por poner tres ejemplos.

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Éste es un tema que debería estudiarse desde una perspectiva más religiosa que política, teniendo en cuenta sus elementos culturales y religiosos.  Desde ese perspectiva debería tenerse en cuenta que  Santa Sofía es muchas cosas: Es Iglesia (para los cristianos), es mezquita (para los musulmanes), casa de oración universal (para todos los hombres  religiosos), es lugar de historia y cultura, uno de los “museos” más significativos del mundo:

  1. Propiedad. Actualmente, Santa Sofía pertenece al Estado de Turquía, y de algún modo a la comunidad de los creyentes musulmanes, pero también la consideran “propia” millones de cristianos y hombres cultos de todos los países. Por eso ha de estar, a mi juicio, bajo supervisión de una autoridad universal (de la UNESCO)
  2. En ese sentido, uno dos días a la semana (viernes, quizá sábado), Santa Sofía (la casa de la Sabiduría de Dios que es el Corán) podría funcionar básicamente como mezquita, lugar de oración para los creyentes musulmanes.
  3. En esa misma línea, por tradición, identidad e historia, uno o dos días a la semana (domingo u quizá lunes) Santa Sofría (la casa de la Sabiduría de Dios que es Cristo) podría ser “casa de oración” para los cristianos (especialmente los ortodoxos del patriarcado de Constantinopla),
  4. Un día a la semana podría ser casa de oración para todos los creyentes, de todas las religiones, que podrían visitar Santa Sofía de un modo básicamente religioso, en clima de oración, de presencia del misterio
  5. Finalmente, los restantes días de a la semana Sana Sofía podría ser sería casa de “cultura” (de historia y arte), para todos los amigos de la historia y del arte.

Santa Sofía de Estambul - Quever Travel

2. HISTORIA DE FONDO. JUSTINIANO Y SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA

Justiniano (483-565), el más importante de los emperadores bizantinos, con plena autoridad civil y religiosa, logró imponer su dominio sobre el conjunto de Italia, el norte de África y la costa oriental de España, reconstruyendo de alguna forma el antiguo Imperio romano. Su reinado (527-565) ha marcado la historia de la iglesia ortodoxa (bizantina) y la de cristiandad medieval y moderna, definida por su intento de crear un gran Reino Cristiano. A partir del 533 codifica y actualiza el Derecho romano (en latín y griego), a fin de gobernar el imperio según Ley. El 537 concluye la reconstrucción de la Basílica de Santa Sofía de Constantinopla, símbolo del cristianismo bizantino, centro litúrgico por excelencia. Convoca y dirige el Concilio de Constantinopla II (553) en el que define y fija la doctrina tradicional de Calcedonia, ratificando la teología oficial de la Iglesia.

 Derecho: Un Código social y religioso

               La Iglesia había aceptado varios elementos del Derecho Romano, pero sin unificar todavía el aspecto político y el religioso (cristiano). Eso es lo que ahora intenta y consigue Justiniano, emperador bizantino, heredero del espíritu romano y responsable del buen funcionamiento de la Iglesia universal, codificando el derecho imperial (¡básicamente en latín!) y aplicándolo de forma sistemática al Estado y a la Iglesia. Se expresa así una Iglesia “política” y un Estado “religioso”, bien vinculados, bajo el poder del emperador (no del Papa, como se hará más tarde en occidente). Éste ha sido el punto de partida de la aplicación integral del derecho “civil” a la Iglesia, dentro de una visión jerárquica y sagrada de la sociedad, que se desarrollará de manera consecuente en la Cristiandad Latina, a partir de las transformaciones de la  Reforma Gregoriana del siglo XI.

Con Justiniano culmina la recepción y codificación cristiana y civil del Derecho Romano, que antes no se había podido realizar (a pesar de la importancia del "Codex Theodosianum", 438) porque no existía un poder unificado con autoridad suficiente, y porque las diversas escuelas jurídicas no habían aportado aún sus contribuciones, como hará Justiniano, llamando a los mejores juristas del imperio para fijar las diversas partes del Código (Digesto, Instituta, Novellae…). Éste es el trasfondo de su obra.

 ‒ Recepción jurídica del cristianismo. Los compiladores del Código pensaban, de un modo natural, que entre Cristianismo y Derecho Romano podía darse una simbiosis de fondo, de manera que los principios mesiánicos del evangelio y las normas jurídicas de Roma podían vincularse (casi al mismo plano). Justiniano quiso condenar a Platón (con el origenismo), pero ha sacralizado el Derecho Romano (que antes había servido para perseguir a los cristianos), concibiendo así a la Iglesia como a una institución jurídica importante dentro del Imperio.

‒ Un poder fáctico. La Iglesia aparece así como uno de los poderes del Estado, quizá el más importante, quedando integrada en un orden jurídico más amplio. (a) Así realiza un gesto “moderno” y racional: La misma Iglesia se integra en el orden jurídico universal del Estado, sin buscar evasiones. (b) Pero ella puede perder su independencia mesiánica, apareciendo como uno de los “aparatos” (grupos) del orden social unificado, perdiendo así su autonomía.

Una religión gloriosa. Templos y culto

               Justiniano es representante del “cristianismo bizantino” que se expresa, de un modo especial, en la liturgia, entendida como experiencia de culto glorioso, y en la arquitectura, que convierte el espacio y tiempo sagrado en signo o presencia del cielo. El cristianismo deja de ser fuente mesiánica de conversión (transformación) social y tiende a convertirse en sacralización del orden establecido. Nace así un tipo de religión cristiana, entendida como adoración y culto, en una línea que se ha mantenido, con algunas variantes, hasta el día de hoy, no sólo entre los ortodoxos de oriente, sino en la iglesia de occidente:

 ‒ Culto imperial. La liturgia bizantina existía ya y se había desarrollado en los siglos anteriores, pero en este tiempo alcanza su perfección estética y simbólica, en una línea de sacralización imperial. A través de ella, los cristianos rinden culto al Cristo-Emperador y a la corte de sus ángeles y santos, representados en imágenes gloriosas, que constituyen un signo de presencia superior: El culto en la tierra es la actualización de la liturgia celeste. La eucaristía aparece como celebración simbólica del Reino de Dios, ser actualizado por los sacerdotes en el culto.

‒ Espacio sagrado. Los primeros lugares extensos de “culto” cristiano habían sido “basílicas” o casas reales, entendidas como espacios de encuentro y diálogo (para la administración de la justicia). Ahora, en cambio, la nueva liturgia exige espacios propios, abiertos hacia la altura, como muestra la gran iglesia de Santa Sofía (532-537), con su inmensa cúpula, sostenida sobre una planta basilical (cuadrada). El templo no es ya espacio para reunirse en diálogo, sino para elevarse en contemplación, mientras se celebra un culto que refleja la gloria del cielo cristiano, mientras los mosaicos que llenan pechinas y muros sitúan a los creyentes ante una representación del orden superior de Cristo (que es la Sofía, Sabiduría de Dios), a quien rodean ángeles y santos.

El cristianismo, que había empezado siendo un movimiento mesiánico, al servicio del Reino de Dios, según la tradición israelita, se convierte en religión contemplativa, al servicio del orden sagrado del imperio, con un culto superior, centrada en la liturgia. Este cambio ha marcado la historia de la Iglesia hasta el día de hoy.  

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