JE NE SUIS PAS CHARLIE HEBDO
Europa es un enfermo mental que padece neurosis religiosa. No debemos confundir la libertad de expresión con la libertad ideológica, como no se debe confundir el corcho con el alcornoque.
El problema no es discrepar, el problema es ofender.
¿Realmente las viñetas de Mahoma suponen una manifestación de la libertad de expresión o de la libertad ideológica basada en ridiculizar la creencia religiosa, en una filosofía nihilista y atea irreverente con las creencias religiosas?
La fijación que un sector de la opinión pública pseudo-ilustrada tiene con la religión es de manual de psicología. Qué difícilmente acepta Europa la libertad religiosa y el respeto al pensamiento religioso, y qué bien sabe engañarse a sí misma para no admitir su vena intolerante y totalitaria.
Si cambiamos el enfoque, y en vez de llamarlo crítica satírica del Islam amparada en la libertad de expresión, lo llamáramos como realmente es, ridiculización del sentimiento religioso mahometano, entraríamos en terrenos que desvelarían la auténtica dictadura que padece Occidente, la del eufemismo y su intolerancia religiosa. Y es que en las viñetas de la revista francesa no se ridiculizaba la cultura musulmana, sino que se ridiculizaba un aspecto nuclear de su fe, la figura de su fundador Mahoma.
Por eso digo que Europa es un enfermo de neurosis religiosa. Cuando Europa ve asomar la palabra religión, Dios, Jesucristo, Mahoma, Semana Santa, Sumo Pontífice o Jornada Mundial de la Juventud, expresa los síntomas del neorótico, siente angustia, obsesión, nerviosismo o manía exagerada. Siente algo parecido a la niña del exorcista cuando le echan agua bendita.
Los artículos 522 a 526 de nuestro Código Penal, regulan los delitos contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos. Ello significa una cosa fundamental, que la sociedad española a través de su legislador, como en Derecho comparado, estima como valores jurídicos a proteger, consagrados en nuestro artículo 16º de la Constitución, la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades. Precisa este artículo, sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
El artículo 10º de la Constitución, consagra los principios antropológicos de nuestra convivencia, que deben considerarse como principios generales del derecho, es decir, como fuente interpretadora y cohesionadora de nuestro Estado de Derecho: La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social.
Cuando hay un conflicto social irresoluble procede aplicar una solución legal y no una solución animal, pues somos civilización.Es lamentable que el subjetivismo gregario y la imposición eufemística bajo el lema Je suis Charlie Hebdo , impida el más mínimo análisis objetivo del problema que Europa tiene para sí mismo y no sólo con el Islam. He sido lector de la revista análoga a Charlie Hebdo, “ El Jueves”. En su mayor parte esta revista me ha divertido pero objetivamente en muchas ocasiones, sus viñetas las he encontrado conculcadoras del artículo 525º del Código Penal.
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.
Pues bien, la lectura de este artículo debería comprometer la solvencia de muchos opinadores. No es solvente ni responsable, quien por defender su libertad de expresión compromete la paz social (artículo 10º de la Constitución), y pone en peligro el mantenimiento del orden público protegido por la ley (artículo 16º), que opera como límite no de la libertad de expresión, que no está verdaderamente implicada, sino de la libertad ideológica.
Que la jurisprudencia haya aplicado de forma tan laxa este artículo, que es meridianamente claro en cuanto al bien jurídico protegido, los sentimientos religiosos de las personas, no se debe sino a la enorme presión y represión que la opinión pública selectiva y sectaria realiza al guapo juez o tribunal que se atreva a ponerle peros a la libertad de expresión del lobby opinador.
Porque es aparente y sesgado sostener intelectual y jurídicamente que el conflicto subyacente es entre la libertad de expresión y la libertad religiosa. La libertad de expresión es la libertad para difundir las propias ideas, es la herramienta de difusión de la propia ideología o creencia.
Dos son las libertades que entran en conflicto nuclearmente, la LIBERTAD IDEOLÓGICA y la LIBERTAD RELIGIOSA. Así que no confundamos el corcho con el alcornoque. Y es que la confusión sino interesada, es bastante perniciosa.
En Europa, y particularmente en España, se ha faltado sistemáticamente a la madurez democrática, es decir, a la aceptación de la pluralidad existente en la sociedad, a la tolerancia que es mera condescendencia con el que es distinto, en numerosas ocasiones con motivo de manifestaciones de expresión religiosa. Recordamos la JMJ de Madrid, donde muchos asistimos a episodios de intolerancia religiosa vergonzosos. Muchos lanzan constantes ofensas a los sentimientos religiosos amparados en la libertad de expresión, y muchos más callan ante ello.
Qué le pasa a Europa. Pues que rotundamente confunde la libertad de expresión con la libertad ideológica. Si enfocamos el conflicto desde el prisma de la libertad ideológica, resultaría clarividente, que las viñetas de Mahoma, y en general, de las más numerosas relacionadas con la Iglesia católica, son ofensivas, y no me refiero a la ridiculización de la jerarquía, que va de suyo, sino a las creencias doctrinales de las personas que somos religiosas.
Si yo debato con un marxista, un anarquista o un ultra-liberal y él conmigo, en un ambiente de respeto mutuo, podremos dialogar, tolerarnos y preservar así el orden público y la paz social debidas y queridas por la ley y la sociedad. Pero si él me hace referencia, para desacreditarme, a los errores de la Inquisición y las cruzadas, posiblemente yo lo haré refiriéndome a los casi cien millones de víctimas de las dictaduras comunistas, el brutal terrorismo anarquista o la explotación inhumana del capital sobre millones de personas, a lo largo del siglo XX, y posiblemente conseguiremos faltarnos al respeto, y de ahí, pasaremos a la ofensa, y de ahí al conflicto abierto. Por eso tiene sentido que en cuestiones tan sensibles e irresolubles se tutele como bien jurídico a proteger frente a las ofensas, los sentimientos religiosos o laicos en la sociedad.
Así que, si este debate lo trasladamos a los medios de comunicación pues conseguimos lo que no debe estar permitido, que las diferencias ideológicas o de credo, pongan en peligro la paz social o comprometan el orden público. La libertad de credo e ideológica tiene un límite, el respeto al credo o a la ideología del otro. Desde este prisma debe abordarse el conflicto, pues lo engloba en su totalidad, pues siendo honestos, no es igual de defendible la libertad de expresión por un periodista que por cualquier otro ciudadano. Si el énfasis es distinto, el enfoque también, y siendo comprensible, se puede acabar siendo excesivamente parcial. Cada cual tiene sus ideas y creencias, y en lo nuclear deben ser respetadas. No ha de limitar la discrepancia, ha de limitar la ofensa, y ello por el bien común, no el individual, preservar el orden público y la paz social, que hoy están severamente amenazados por unos periodistas irresponsables.
Y así hemos aprendido un nuevo contenido del término tolerancia, que significa no ofender los sentimientos ideológicos y religiosos del que es distinto.¿ Por qué si no, iba a tener sentido que el artículo 525 del Código Penal penalice las ofensas a los sentimientos religiosos y laicos, sino para garantizar la convivencia y la paz social, y específicamente el orden público?.
Yo podré condenar y denunciar que existan mahometanos que maten a cristianos, les obliguen a convertirse, les prohíban abrir iglesias ó les multen por llevar un crucifijo colgado al cuello o algo peor, les condenen a muerte por convertirse al cristianismo. No nos cansaremos, los auténticos perseguidos, los cristianos, de denunciar estas barbaridades, que sufrimos ante todo nosotros. Por qué mueren cristianos todos los días víctimas de musulmanes extremistas, y ese sector pseudo-ilustrado no se pone camisetas que digan “Je suis un chrétien nigérian au irakien”.
Yo estoy realmente ofendido porque se confunda religión con odio (el Islam que se lo haga ver), pero también porque se confunda religión con superstición e ignorancia, que es lo que durante más de doscientos años en Europa se ha machacado desde todos los círculos más sobresalientes de la cultura.
¿Por qué si digo soy cristiano o si peregrino a Lourdes, obtengo numerosas ridiculizaciones de los listillos de siempre, me llaman ignorante y que constituyo una amenaza para el progreso y la democracia?. En Europa no hay auténtica libertad ni democracia si no se respeta la libertad religiosa, que no es una libertad individual es estructural, es una libertad que vive en comunidad una parte esencial de la sociedad, que encarna la espiritualidad originaria de los europeos, es decir, que representa su identidad histórica, y a la que se quiere ignorar y estigmatizar civilmente.
Así que, esos que se rasgan las vestiduras, esos son los que más han de callar, pues son igual de totalitarios que aquellos que bajo un pretexto religioso quieren imponer su fe y costumbres a un continente que no se someterá al Corán.
Así que como yo, otros muchos, repudiamos ponernos la camiseta de Je suis Charlie Hebdo, no porque no condenemos los asesinatos, que lo hacemos, no porque parezca una memez, que lo es, sino porque a todos ésos que se rompen las vestiduras por la libertad de expresión, merece que se les trate como lo que son, unos cretinos, como a los otros falsos musulmanes como lo que son, unos asesinos.
Y no se ofende a nadie cuando se le dice la verdad, sólo se le ofende cuando se le toma por estúpido, que es lo que hacen reiteradamente quienes constantemente se ríen y ridiculizan a las personas por sus convicciones religiosas. Y con ello no justifico los asesinatos, con ello denuncio la hipocresía y la dictadura eufemística que vivimos, y la falta de respeto (con ridiculización descarnada) que una parte significante de opinadores sociales muestra a las convicciones religiosas de las personas, esto es, a las figuras clave de las tres religiones monoteístas, Abraham, Moisés, Cristo y Mahoma. La espiritualidad del ser humano y los fundadores de las religiones, son dignos de respeto y estudio, tanto como puedan serlo Nietzsche, Marx ó Sartre, y tantos otros.
Aquí hay que repartir estopa a todos, a unos por defender falsamente la religión, pues el mayor pecado es matar en nombre de Dios, y a otros por defender la falsa libertad de expresar las ideas propias con manifiesta ofensa a las creencias de los demás. Son una minoría que contagia odio e intolerancia, amenazando así el orden público y la paz social. La auténtica civilización que defendemos es la de la libertad responsable que es la ejercida con respeto a la creencia o ideología, es decir, a la dignidad, del otro.
No hay cosa que glorifique más a Dios que la Paz entre los Hombres. Paz por excelencia para encontrarle y porque cabe, también para cuestionarle, pero jamás para ignorarle y mucho menos para vejarle. Desde siempre y por siempre Dios está ahí presente y real, en millones de humanos detalles.
El problema no es discrepar, el problema es ofender.
¿Realmente las viñetas de Mahoma suponen una manifestación de la libertad de expresión o de la libertad ideológica basada en ridiculizar la creencia religiosa, en una filosofía nihilista y atea irreverente con las creencias religiosas?
La fijación que un sector de la opinión pública pseudo-ilustrada tiene con la religión es de manual de psicología. Qué difícilmente acepta Europa la libertad religiosa y el respeto al pensamiento religioso, y qué bien sabe engañarse a sí misma para no admitir su vena intolerante y totalitaria.
Si cambiamos el enfoque, y en vez de llamarlo crítica satírica del Islam amparada en la libertad de expresión, lo llamáramos como realmente es, ridiculización del sentimiento religioso mahometano, entraríamos en terrenos que desvelarían la auténtica dictadura que padece Occidente, la del eufemismo y su intolerancia religiosa. Y es que en las viñetas de la revista francesa no se ridiculizaba la cultura musulmana, sino que se ridiculizaba un aspecto nuclear de su fe, la figura de su fundador Mahoma.
Por eso digo que Europa es un enfermo de neurosis religiosa. Cuando Europa ve asomar la palabra religión, Dios, Jesucristo, Mahoma, Semana Santa, Sumo Pontífice o Jornada Mundial de la Juventud, expresa los síntomas del neorótico, siente angustia, obsesión, nerviosismo o manía exagerada. Siente algo parecido a la niña del exorcista cuando le echan agua bendita.
Los artículos 522 a 526 de nuestro Código Penal, regulan los delitos contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos. Ello significa una cosa fundamental, que la sociedad española a través de su legislador, como en Derecho comparado, estima como valores jurídicos a proteger, consagrados en nuestro artículo 16º de la Constitución, la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades. Precisa este artículo, sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
El artículo 10º de la Constitución, consagra los principios antropológicos de nuestra convivencia, que deben considerarse como principios generales del derecho, es decir, como fuente interpretadora y cohesionadora de nuestro Estado de Derecho: La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social.
Cuando hay un conflicto social irresoluble procede aplicar una solución legal y no una solución animal, pues somos civilización.Es lamentable que el subjetivismo gregario y la imposición eufemística bajo el lema Je suis Charlie Hebdo , impida el más mínimo análisis objetivo del problema que Europa tiene para sí mismo y no sólo con el Islam. He sido lector de la revista análoga a Charlie Hebdo, “ El Jueves”. En su mayor parte esta revista me ha divertido pero objetivamente en muchas ocasiones, sus viñetas las he encontrado conculcadoras del artículo 525º del Código Penal.
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.
Pues bien, la lectura de este artículo debería comprometer la solvencia de muchos opinadores. No es solvente ni responsable, quien por defender su libertad de expresión compromete la paz social (artículo 10º de la Constitución), y pone en peligro el mantenimiento del orden público protegido por la ley (artículo 16º), que opera como límite no de la libertad de expresión, que no está verdaderamente implicada, sino de la libertad ideológica.
Que la jurisprudencia haya aplicado de forma tan laxa este artículo, que es meridianamente claro en cuanto al bien jurídico protegido, los sentimientos religiosos de las personas, no se debe sino a la enorme presión y represión que la opinión pública selectiva y sectaria realiza al guapo juez o tribunal que se atreva a ponerle peros a la libertad de expresión del lobby opinador.
Porque es aparente y sesgado sostener intelectual y jurídicamente que el conflicto subyacente es entre la libertad de expresión y la libertad religiosa. La libertad de expresión es la libertad para difundir las propias ideas, es la herramienta de difusión de la propia ideología o creencia.
Dos son las libertades que entran en conflicto nuclearmente, la LIBERTAD IDEOLÓGICA y la LIBERTAD RELIGIOSA. Así que no confundamos el corcho con el alcornoque. Y es que la confusión sino interesada, es bastante perniciosa.
En Europa, y particularmente en España, se ha faltado sistemáticamente a la madurez democrática, es decir, a la aceptación de la pluralidad existente en la sociedad, a la tolerancia que es mera condescendencia con el que es distinto, en numerosas ocasiones con motivo de manifestaciones de expresión religiosa. Recordamos la JMJ de Madrid, donde muchos asistimos a episodios de intolerancia religiosa vergonzosos. Muchos lanzan constantes ofensas a los sentimientos religiosos amparados en la libertad de expresión, y muchos más callan ante ello.
Qué le pasa a Europa. Pues que rotundamente confunde la libertad de expresión con la libertad ideológica. Si enfocamos el conflicto desde el prisma de la libertad ideológica, resultaría clarividente, que las viñetas de Mahoma, y en general, de las más numerosas relacionadas con la Iglesia católica, son ofensivas, y no me refiero a la ridiculización de la jerarquía, que va de suyo, sino a las creencias doctrinales de las personas que somos religiosas.
Si yo debato con un marxista, un anarquista o un ultra-liberal y él conmigo, en un ambiente de respeto mutuo, podremos dialogar, tolerarnos y preservar así el orden público y la paz social debidas y queridas por la ley y la sociedad. Pero si él me hace referencia, para desacreditarme, a los errores de la Inquisición y las cruzadas, posiblemente yo lo haré refiriéndome a los casi cien millones de víctimas de las dictaduras comunistas, el brutal terrorismo anarquista o la explotación inhumana del capital sobre millones de personas, a lo largo del siglo XX, y posiblemente conseguiremos faltarnos al respeto, y de ahí, pasaremos a la ofensa, y de ahí al conflicto abierto. Por eso tiene sentido que en cuestiones tan sensibles e irresolubles se tutele como bien jurídico a proteger frente a las ofensas, los sentimientos religiosos o laicos en la sociedad.
Así que, si este debate lo trasladamos a los medios de comunicación pues conseguimos lo que no debe estar permitido, que las diferencias ideológicas o de credo, pongan en peligro la paz social o comprometan el orden público. La libertad de credo e ideológica tiene un límite, el respeto al credo o a la ideología del otro. Desde este prisma debe abordarse el conflicto, pues lo engloba en su totalidad, pues siendo honestos, no es igual de defendible la libertad de expresión por un periodista que por cualquier otro ciudadano. Si el énfasis es distinto, el enfoque también, y siendo comprensible, se puede acabar siendo excesivamente parcial. Cada cual tiene sus ideas y creencias, y en lo nuclear deben ser respetadas. No ha de limitar la discrepancia, ha de limitar la ofensa, y ello por el bien común, no el individual, preservar el orden público y la paz social, que hoy están severamente amenazados por unos periodistas irresponsables.
Y así hemos aprendido un nuevo contenido del término tolerancia, que significa no ofender los sentimientos ideológicos y religiosos del que es distinto.¿ Por qué si no, iba a tener sentido que el artículo 525 del Código Penal penalice las ofensas a los sentimientos religiosos y laicos, sino para garantizar la convivencia y la paz social, y específicamente el orden público?.
Yo podré condenar y denunciar que existan mahometanos que maten a cristianos, les obliguen a convertirse, les prohíban abrir iglesias ó les multen por llevar un crucifijo colgado al cuello o algo peor, les condenen a muerte por convertirse al cristianismo. No nos cansaremos, los auténticos perseguidos, los cristianos, de denunciar estas barbaridades, que sufrimos ante todo nosotros. Por qué mueren cristianos todos los días víctimas de musulmanes extremistas, y ese sector pseudo-ilustrado no se pone camisetas que digan “Je suis un chrétien nigérian au irakien”.
Yo estoy realmente ofendido porque se confunda religión con odio (el Islam que se lo haga ver), pero también porque se confunda religión con superstición e ignorancia, que es lo que durante más de doscientos años en Europa se ha machacado desde todos los círculos más sobresalientes de la cultura.
¿Por qué si digo soy cristiano o si peregrino a Lourdes, obtengo numerosas ridiculizaciones de los listillos de siempre, me llaman ignorante y que constituyo una amenaza para el progreso y la democracia?. En Europa no hay auténtica libertad ni democracia si no se respeta la libertad religiosa, que no es una libertad individual es estructural, es una libertad que vive en comunidad una parte esencial de la sociedad, que encarna la espiritualidad originaria de los europeos, es decir, que representa su identidad histórica, y a la que se quiere ignorar y estigmatizar civilmente.
Así que, esos que se rasgan las vestiduras, esos son los que más han de callar, pues son igual de totalitarios que aquellos que bajo un pretexto religioso quieren imponer su fe y costumbres a un continente que no se someterá al Corán.
Así que como yo, otros muchos, repudiamos ponernos la camiseta de Je suis Charlie Hebdo, no porque no condenemos los asesinatos, que lo hacemos, no porque parezca una memez, que lo es, sino porque a todos ésos que se rompen las vestiduras por la libertad de expresión, merece que se les trate como lo que son, unos cretinos, como a los otros falsos musulmanes como lo que son, unos asesinos.
Y no se ofende a nadie cuando se le dice la verdad, sólo se le ofende cuando se le toma por estúpido, que es lo que hacen reiteradamente quienes constantemente se ríen y ridiculizan a las personas por sus convicciones religiosas. Y con ello no justifico los asesinatos, con ello denuncio la hipocresía y la dictadura eufemística que vivimos, y la falta de respeto (con ridiculización descarnada) que una parte significante de opinadores sociales muestra a las convicciones religiosas de las personas, esto es, a las figuras clave de las tres religiones monoteístas, Abraham, Moisés, Cristo y Mahoma. La espiritualidad del ser humano y los fundadores de las religiones, son dignos de respeto y estudio, tanto como puedan serlo Nietzsche, Marx ó Sartre, y tantos otros.
Aquí hay que repartir estopa a todos, a unos por defender falsamente la religión, pues el mayor pecado es matar en nombre de Dios, y a otros por defender la falsa libertad de expresar las ideas propias con manifiesta ofensa a las creencias de los demás. Son una minoría que contagia odio e intolerancia, amenazando así el orden público y la paz social. La auténtica civilización que defendemos es la de la libertad responsable que es la ejercida con respeto a la creencia o ideología, es decir, a la dignidad, del otro.
No hay cosa que glorifique más a Dios que la Paz entre los Hombres. Paz por excelencia para encontrarle y porque cabe, también para cuestionarle, pero jamás para ignorarle y mucho menos para vejarle. Desde siempre y por siempre Dios está ahí presente y real, en millones de humanos detalles.