Yo acuso a mis obispos españoles

YO ACUSO A MIS OBISPOS DE HABERME SITUADO EN LA MARGINALIDAD DE LA OPINION PUBLICA ESPAÑOLA.

Desde hace décadas ha habido un progresivo distanciamiento entre la Iglesia y la sociedad civil española de la que no es únicamente responsable la secularización, también lo ha sido una irresponsable estrategia llevada a cabo en las últimas décadas por parte de la Jerarquía de la Iglesia católica española.

Monseñores, llegan ustedes demasiado tarde para poder liderar la opinión pública; con super-fichajes dudo que lo consigan. Parte de la culpa la tiene el cardenal Rouco y su pertinaz empeño en querer hacer profesar el catolicismo al PP y a otros aludidos, a base de persuasión y de presión y, para lo cual no dudó en convocarnos a los católicos españoles a concentraciones, siempre mediáticas, en las calles, en múltiples ocasiones pero con escaso eco mediático en los medios de comunicación seculares.

La sociedad española des-moralizada y a-moralizada no puede recuperar su conciencia moral tradicionalmente pragmática, de raíz cristiana, desde las élites como pretendía Rouco, sino desde el íntimo y pragmático sentido común aún presente en buena parte de los españoles, que han pasado de auto-complacerse a des-esperarse.

No está en liza volver a hacer católicos a los españoles, sino en volver a hacerles ser lo que siempre han sido, una mezcla virtuosa de Quijote y Sancho, éste último cautivo del más vergonzante olvido y de una vil ridiculización en las últimas décadas. La honra siempre fue patrimonio de los sencillos, y el pueblo español ha sido deshonrado en un paulatino envilecimiento premeditado de sus buenas costumbres. No todo lo viejo era malo ni todo lo nuevo es bueno.

No metamos a Dios desde fuera a los españoles, lo llevan en sus tripas. En nuestra evangelización nos enseñaron a relacionarnos emocionalmente con la divinidad. A los españoles nos suena eso de mantener una relación personal con Dios, es emocional y afectiva.

Esta Divinidad nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia en forma de María y de su Iglesia, una representando el afecto irrenunciable y, otra el efecto autoritario, por eso el europeo nunca se sintió desvalido, pues tenía a esta espiritual familia en momentos de crisis materiales y espirituales. El hombre occidental empieza a sentirse desvalido desde que anda angustiado pisando sobre su nada sólida, soledad existencial.

El cristianismo siempre se construyó desde dentro y desde abajo, desde las clases populares, celosas de sus tradiciones y de su moral elemental diferenciadora del Bien y del Mal, no desde las clases dirigentes, corruptoras y manipuladoras de la institución que mejor ha de detentar la autoridad moral frente a la autoridad política, la Iglesia, vocacional defensora del Bien común.

La Iglesia española desde la Democracia ha renunciado a hacerse valer desde la sociedad civil, que ha sentido perder, para pretender ganarla desde los círculos de poder constituidos tras la transición. Con la omnímoda postura en defensa de la vida y otros aspectos de la moral sexual, la CEE, ha neutralizado la autoridad moral que corresponde ocupar a la Iglesia católica española en los restantes aspectos de la vida cotidiana de los españoles, como son las relaciones de trabajo, familia y la moral pública, no sexual.

Qué orgullo sentí al escuchar la denuncia del obispo de Getafe respecto de los peligros que entrañaba para una sociedad azotada por la crisis, la creación de Madrid-Las Vegas y qué mayor orgullo escuchar cómo le defenestraban ésos presuntos amigos de Rouco y representantes de los católicos españoles. La Providencia, que no es caprichosa, prefirió al obispo de Getafe. El Ridículo, que tampoco lo es, a sus paletos detractores.

La Iglesia española se ha cegado y se ha llenado de soberbia intelectual, en la presentación de sus posicionamientos ante la opinión pública. Su discurso es marginado de la opinión pública por los otros soberbios intelectuales, populistas, socialdemócratas y liberales, y no se ha hecho entender por parte de esos millones españoles, que entienden la moral con los esquemas, no de Don Quijote, sino de Sancho.

Ha pretendido convencer a un legislador que la ignora, margina y desprecia o usa a su antojo, y no se ha hecho defensora desde la opinión pública de la Vida humana, en términos más realistas y más cercanos, perdiendo efectividad y el contacto con la calle.

Os pregunto a todos. Cuándo la Iglesia o cualquier telediario, ha denunciado un auténtico drama en España, la interrupción voluntaria de la vida adulta, el SUICIDIO. En España hay más suicidios que accidentes de tráfico, laborales y homicidios juntos al año. 3.870 personas en 2013, la cifra más alta en 25 años.

Vivimos en una profunda crisis existencial, en realidad espiritual y por ende, de identidad. Por eso estos datos corroboran que la defensa de la VIDA debe hacerse no tanto desde postulados morales teóricos como intestinales. Me explico, cómo puede ser un derecho que alguien se quite la vida y menos aún que quite la vida a otro, eso es un drama y un fracaso. Otro tanto podríamos decir del divorcio, tan presente en las familias españolas. Cómo puede defenderse este pretendido derecho desde una minoría autoritaria, cuando la mayoría se estremece ante un nacimiento, una foto de un feto abortado, o esta escandalosa cifra silenciada de suicidios en España.

La moral inconsciente del español le impulsa a repeler desde las tripas no desde la cabeza. Pues bien, situemos a los españoles frente a sus contradicciones, sacudamos sus conciencias a golpe efectivo de sentido común. Si defienden el aborto por qué no abortan, si defienden los derechos de las mujeres por qué olvidan los derechos de las madres, si defienden la libertad sexual por qué recurren a la pornografía, por qué maldicen a la Iglesia y llevan a sus hijos a colegios concertados o a bautizarse, y por qué maldicen su Historia y piden a los extranjeros que aprendan su idioma.

ESTO ESTA AHÍ Y SOLO HAY QUE DECÍRSELO. Y EL LISTO QUE LO HAGA PERDERÁ VOTOS, a los mejor no, PERO GANARÁ AUTORIDAD, y ésta falta en nuestra sociedad. Los españoles saben enseguida buscarle las debilidades a quienes van dando lecciones de moral, pero enfrentar a los españoles a sus contradicciones no lo ha hecho nadie, y el primero…ha de ganar, porque ahí radica la autoridad admitida por los españoles, la del valiente que no se mueve por la plaza, sino que sale a torear a la plaza. El valor se premia.

Los católicos españoles no podemos engañarnos más y no nos podemos dejar engañar ni por el PP, ni por esa dictadura eufemística que evita sobremanera para que todo valga, llamar al pan pan y al vino vino, por una cultura que degrada moralmente a nuestros compatriotas y los envilece. DEBEMOS CONCIENCIARNOS COMO CUERPO POLÍTICO CON ASPIRACIÓN DE SER REPRENTADOS EN EL PARLAMENTO por un partido y por representantes netamente confesionales. La jerarquía española se equivocó estratégica y mentalmente en impulsar la recristianización de España desde los poderes instituidos, por ese complejo histórico y pseudoconciliar, cultivado por el liberalismo, de que la Iglesia católica es un mero fenómeno de asociacionismo civil de carácter religioso y privado.

No echo la culpa al Concilio, que no la tiene, pues es claro en la audaz ambición de proyectar a la Iglesia en el mundo como Lumen Gentium, echo más bien la culpa a una jerarquía que se mira sin complejos hacia dentro, que ha acentuado su clericalismo y ha convertido en caparazón y no en testimonio su consagración, y que mira y actúa con enormes miedos y complejos hacia a fuera, tanto, como para situar a los católicos españoles en la cuasi marginalidad de la opinión pública y en la casi absoluta orfandad política.

El clero español es uno de los mayores responsables de haber contagiado a los laicos el miedo a la secularidad y eso ha mermado la misión profética de los cristianos en la sociedad. Hemos hecho un agudo análisis de la cultura actual muy crítico y acertado en nuestras comunidades, pero no hemos sabido exponerlo públicamente, ahora que otros lo hacen pero quedándose en la dermis, y no hemos sabido contrarrestar su empuje con valor y audacia, pues entre otras cosas, era más fácil convertir al príncipe, que esperar que los súbditos lo hicieran (la trampa del nacional-catolicismo) . También la Iglesia se ha mirado auto-complacida, también ha estado encantada de conocerse. Y esa ha sido la lamentable estrategia que desde la cabeza de la jerarquía se ejercía y con la que el resto asentía.

Existe mucho miedo en la sociedad porque existe una gran crisis de autoridad, porque existe en su interior una gran crisis de identidad porque existe vacío espiritual. Esta es la primera premisa desde la que se debe partir para defender la VIDA, que NO ES UN VALOR, sino la PERSONA MISMA en su sentido físico y espiritual, y su derecho a la vida no es más que su sustancial búsqueda de sentido a la vida. Su Trascendencia le hace digno, le diferencia de los animales, le impide ser tratado como tal.

El aborto, el suicidio, el resentimiento, el consumismo y la depresión, son cara de la misma moneda, su angustia vital, que debe ser denunciada.

Mucha culpa de la orfandad espiritual de los españoles, la tenéis vosotros, los obispos por vuestro denodado empeño de querer entenderos con un poder político que os desprecia, despecha o utiliza a su conveniencia. Habéis hecho el ridículo.

Sois responsables de la cuasi marginalidad de la que goza el catolicismo español. Os equivocasteis en esto y en los COMPLEJOS que habéis guardado con los españoles, habéis atacado tradiciones, vosotros tan celosos de su control, y habéis sido condescendientes con los escandalosos episodios de mediáticos católicos en su vida pública y privada, pues son una. No habéis mostrado humildad ni clarividencia. Tampoco habéis mirado más abajo, a vuestro pueblo de Dios, mirabais más arriba, a quien lo gobernaba, habéis querido ser políticos, habéis preferido entenderos con el Sanedrín antes que con Jesús el Nazareno.

Yo acuso vuestro pecado corporativo, no individual, yo y muchos miles como yo esperamos ser reparados pues estamos a tiempo. Revisad vuestras líneas editoriales y poned al servicio de los católicos españoles vuestros suficientes medios para la formación de un partido político que nos represente para no conseguir ser ignorados y estigmatizados por el devenir político de los acontecimientos.

Organicemos la RESISTENCIA FRENTE A LA INSIGNIFICANCIA POLÍTICA Y SOCIAL. Sólo este objetivo nos basta y nos motiva para impulsar una formación política.

No os engañéis pensando que el Profeta no es bien recibido en su Tierra, dejasteis hace mucho de ser profetas. Tampoco se recibe a quien jamás se ha ido, pues el miedo y los complejos, impidió que mirárais más allá… de vuestro ombligo.

Esta Semana Santa he visto a mi obispo en solitario, acompañando las imágenes en varias procesiones, apartado de los políticos y hermanos mayores, como casi en actitud penitencial. Cuántos sencillos siguen queriendo acompañar a Cristo por las calles...cuántos más cruzarán su mirada con la de él como única ocasión en el año, sólo por éso Hermandades y Clero deben entenderse. En las calles, cuántas oraciones se lanzan al cielo y qué oraciones...enmudecerían muchas, nuestra liturgia.

Quizás las cosas ya estén cambiando, quizás comprendamos que Cristo sigue en nuestras calles y que hay que acompañarle en la vida de nuestros compatriotas, en sus cruces interiores unas veces con Cristo otras sin él. Cada español lleva su procesión por dentro, yo invito a mi obispo a estar presente en la mía, quiero que lo haga y quiero que la lidere, pero de verdad mirándome a los ojos, y no desde arriba. Así él tendrá un Pueblo, yo un Obispo, y Dios a ambos.

Otra vez pasó a nuestro lado Cristo el Nazareno...y no lo atendimos. Está ahí en las tripas de este Pueblo, en su relación pasional con Dios y con la Vida. Toquemos su fibra sensible, no sensiblera. El sentido común corre por sus venas. También por sus intestinos. Siempre honorable y siempre recio, el español sólo acude a Dios en las últimas, se sobrecoge, arrodilla y se sincera, ante ese inabarcable Tú que eres Yo Divino.
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