Un blog hacia la verdad.
¿"Tu verdad?. No. La Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela” (A. Machado, Proverbios y Cantares, LXXXV).
I.- Sea mi lema para estas nuevas y afortunadas travesías por tierras y mares, a bordo –nunca mejor dicho por su director- de Religión digital. Quiero decir que mi norte será siempre buscar la verdad y poner todo mi empeño en dar con ella, hacerle los honores y no callarme nunca por cobardía o por miedo.
Muy bien sé por experiencia y razón que la verdad es una dama esquiva, que da calabazas con mucha frecuencia e incluso a quienes la cortejan con humildad y amor, a veces se les resiste.
Bien sé también que, salvo Dios y lo que al hombre le viene de Dios –huellas, conciencia, Palabra- nadie, en sano juicio, puede arrogarse el monopolio de la verdad.
Pero igualmente sé que todo el que busca la verdad sin reservas mentales ni orejeras de mula de noria, autocriticándose a cada paso que da en su busca y rectificando siempre que el error trata de colarse en la casa simulando ser la verdad, hay posibilidades reales de encontrarla. De la mano de la duda y de la razón; sin ínfulas de sabelotodo; sin echar por delante de la verdad los trotones del amor propio o del narcisismo; diciendo “no” rotundo a la farsa y la mentira; buscando a cada paso y en lucha o curiosidad las briznas que se n os acercan de la mano de sucesos, tropiezos, circunstancias; llevando siempre en la mochila –para que el fin no justifique los medios- ese certero axioma de la moral humana y más aún de la cristiana: condenar el pecado, pero comprender y respetar al pecador.
A estas ideas, quiero que respondan mis andaduras por Religión digital.
II. “Entre dos luces” no es ni “a pleno sol” ni en noche “cerrada”. El “pleno sol” deslumbra y ofusca y la “noche cerrada” ciega. Entre dos luces no es siquiera “a media luz”, si la luz puede ser buena o mejor y las ganas de verdad fueran sinceras y operosas.
Yo creo firmemente en la verdad y creo también en las aptitudes de los hombres para buscarla, luchar por ella y –en todo o en parte al menos- descubrirla, vivirla y desarrollarse con ella. Si sólo la verdad puede hacer libre a los hombres –es evangélico este principio- y la racionalidad libre es lo que distingue a los hombres del animal, la planta o las piedras, he de confesar por lógica que todo el que ame la libertad ha de amar por fuerza la verdad.
Creo también que la verdad no es un artíiculo de lujo o un adorno del que se pueda prescindir para ser hombre. Es indudablemente artículo de primera necesidad, de los que no se puede prescindir siin caer en anemias. Es un prebiótico elemental.
III. Creo en la verdad y creo en la fuerza de la verdad. Creo en la capacidad del hombre para descubrir su buena cara y su cara opaca u oculta. Pero como pasa con todo lo humano serio y que merezca la pena, también la verdad ha de ganarse a pulso, con el propio sudor.
Harán falta esfuerzo, denuedo y lucha. Eso sí, con ganas e ilusión por descubrirla y hallarla, también. Pero siempre con cuidado de no perder el rumbo en su búsqueda. El error y la duda son viandantes o caminantes con ella, con la verdad. Estorban para confidenciarse con ella pero también ayudan porque quien duda y lo sabe no se queda quito y quien yerra y también lo sabe tampoco debe estarse quieto en su error, salvo los amantes de la duda y el error, que esos tales sólo merecen el desprecio rotundo de la razón humana.
Y ese riesgo –siempre a la vista- en la busca y encuentro con la verdad quizás abunde más a pleno sol y en plena noche. A pleno sol por deslumbramiento y en la oscuridad cerrada porque “de noche todos los gatos parecen pardos” y verdad es que no todos los gatos son pardos.
IV.- “Entre dos luces” no quiere designar, sin embargo, visión crepuscular, es decir, borrosa, dubitativa y, menos aún, sectaria. Compagina mejor con planos y perfiles en claroscuro; de contraste y matices; de hipótesis que se barajan y se trata de razonar. “Entre dos luces” es dialéctica, pujas humildes o atrevidas del si y el no, del sí pero no. No ha de excluir las aseveraciones, con mesura y son razones. “Entre dos luces” no va de dogmatismos –los dogmas son otras cosa distinta- ni de totalitarismos –todo lo totalitario repugna a la natural condición limitada del ser humano. Tampoco se recrea en relativismos ni en parcialidades a la medida del regusto propio. “En tre dos luces” quiere ser visión con linterna y bastón y pasos y caminos hacia la verdad, andando y desandando si hace falta.
V.- La verdad no es múltiple ni variable; es poliédrica porque tiene caras, que se sonríen unas a otras porque no se estorban si no que pueden completarse si se avienen a entrar en diálogo racional y generoso. Por eso, en seres humanos, han de extrañar y sorprender los alardes totalizantes de tener la verdad entera y llevan las de perder porque nunca o casi nunca la verdad se deja sorprender desnuda y de cuerpo entero.
“Entre dos luces” tampoco es, por todo ello, “mi verdad” que es fácilmente accesible, que sirve para andar por casa, y no para presentarla o lucirla en sociedad como paradigma de la verdad.
VI..- Pero.. ¿tiene futuro la verdad?. Mejor tal vez, ¿es posible –ahora mismo- la verdad?. No se hable en teoría que no es esa la cuestión. Planteemos de otro modo: en esta circunstancia precisa del vivir humano, en esta post-modernidad ¿es realmente posible el encuentro efectivo de los hombres con la verdad?.
George Steiner se plantea esta pregunta en el último de los capítulos de Nostalgia de Absoluto. Y contesta de este moldo. “La verdad, creo, tiene futuro; que lo tenga también el hombre está mucho menos claro. Pero no puedo evitar un presentimiento en cuanto a cuál de los dos es más importante”.
He de confesar que me cuesta interpretar este presagio de Steiner. ¿No son la misma cosa o no se corresponden e interactivan la verdad y el hombre? Demasiados dibujos, tal vez, para tan poco papel y tinta.
Mi criterio es –con humildad lo hipotizo- que, en estos pagos de la tierra o mundo, estos dos futuros –el de la verdad y el del hombre- representan magnitudes intercambiables de modo tal que el uno sin el otro evocaría tintes de “apocalipsis”.
Pudiera añadir más cosas, pero, como Preludio, baste por hoy. Mis reflexiones irán dando cuenta de mi manera de verme a diario “Entre dos luces”, como ya he dicho.
Sólo añadiré a lo anterior algo que ya dije el 16 de abril de 2002 en el Rectorado de la Universidad de La Coruña, al hacer la presentación de mi libro Claroscuro conyugal. Un axioma de siembra de realismo en estos surcos de la búsqueda y encuentro con la verdad en todo: “La luz se ha hecho para todos los ojos, pero no todos los ojos están hechos para la luz”.
El amor a la verdad; la humildad al buscarla; el respeto al compartirla; y la racionalidad al defenderla o darle curso serán serán ayudas para ojos no acostumbrados a determinadas formas de luz.
I.- Sea mi lema para estas nuevas y afortunadas travesías por tierras y mares, a bordo –nunca mejor dicho por su director- de Religión digital. Quiero decir que mi norte será siempre buscar la verdad y poner todo mi empeño en dar con ella, hacerle los honores y no callarme nunca por cobardía o por miedo.
Muy bien sé por experiencia y razón que la verdad es una dama esquiva, que da calabazas con mucha frecuencia e incluso a quienes la cortejan con humildad y amor, a veces se les resiste.
Bien sé también que, salvo Dios y lo que al hombre le viene de Dios –huellas, conciencia, Palabra- nadie, en sano juicio, puede arrogarse el monopolio de la verdad.
Pero igualmente sé que todo el que busca la verdad sin reservas mentales ni orejeras de mula de noria, autocriticándose a cada paso que da en su busca y rectificando siempre que el error trata de colarse en la casa simulando ser la verdad, hay posibilidades reales de encontrarla. De la mano de la duda y de la razón; sin ínfulas de sabelotodo; sin echar por delante de la verdad los trotones del amor propio o del narcisismo; diciendo “no” rotundo a la farsa y la mentira; buscando a cada paso y en lucha o curiosidad las briznas que se n os acercan de la mano de sucesos, tropiezos, circunstancias; llevando siempre en la mochila –para que el fin no justifique los medios- ese certero axioma de la moral humana y más aún de la cristiana: condenar el pecado, pero comprender y respetar al pecador.
A estas ideas, quiero que respondan mis andaduras por Religión digital.
II. “Entre dos luces” no es ni “a pleno sol” ni en noche “cerrada”. El “pleno sol” deslumbra y ofusca y la “noche cerrada” ciega. Entre dos luces no es siquiera “a media luz”, si la luz puede ser buena o mejor y las ganas de verdad fueran sinceras y operosas.
Yo creo firmemente en la verdad y creo también en las aptitudes de los hombres para buscarla, luchar por ella y –en todo o en parte al menos- descubrirla, vivirla y desarrollarse con ella. Si sólo la verdad puede hacer libre a los hombres –es evangélico este principio- y la racionalidad libre es lo que distingue a los hombres del animal, la planta o las piedras, he de confesar por lógica que todo el que ame la libertad ha de amar por fuerza la verdad.
Creo también que la verdad no es un artíiculo de lujo o un adorno del que se pueda prescindir para ser hombre. Es indudablemente artículo de primera necesidad, de los que no se puede prescindir siin caer en anemias. Es un prebiótico elemental.
III. Creo en la verdad y creo en la fuerza de la verdad. Creo en la capacidad del hombre para descubrir su buena cara y su cara opaca u oculta. Pero como pasa con todo lo humano serio y que merezca la pena, también la verdad ha de ganarse a pulso, con el propio sudor.
Harán falta esfuerzo, denuedo y lucha. Eso sí, con ganas e ilusión por descubrirla y hallarla, también. Pero siempre con cuidado de no perder el rumbo en su búsqueda. El error y la duda son viandantes o caminantes con ella, con la verdad. Estorban para confidenciarse con ella pero también ayudan porque quien duda y lo sabe no se queda quito y quien yerra y también lo sabe tampoco debe estarse quieto en su error, salvo los amantes de la duda y el error, que esos tales sólo merecen el desprecio rotundo de la razón humana.
Y ese riesgo –siempre a la vista- en la busca y encuentro con la verdad quizás abunde más a pleno sol y en plena noche. A pleno sol por deslumbramiento y en la oscuridad cerrada porque “de noche todos los gatos parecen pardos” y verdad es que no todos los gatos son pardos.
IV.- “Entre dos luces” no quiere designar, sin embargo, visión crepuscular, es decir, borrosa, dubitativa y, menos aún, sectaria. Compagina mejor con planos y perfiles en claroscuro; de contraste y matices; de hipótesis que se barajan y se trata de razonar. “Entre dos luces” es dialéctica, pujas humildes o atrevidas del si y el no, del sí pero no. No ha de excluir las aseveraciones, con mesura y son razones. “Entre dos luces” no va de dogmatismos –los dogmas son otras cosa distinta- ni de totalitarismos –todo lo totalitario repugna a la natural condición limitada del ser humano. Tampoco se recrea en relativismos ni en parcialidades a la medida del regusto propio. “En tre dos luces” quiere ser visión con linterna y bastón y pasos y caminos hacia la verdad, andando y desandando si hace falta.
V.- La verdad no es múltiple ni variable; es poliédrica porque tiene caras, que se sonríen unas a otras porque no se estorban si no que pueden completarse si se avienen a entrar en diálogo racional y generoso. Por eso, en seres humanos, han de extrañar y sorprender los alardes totalizantes de tener la verdad entera y llevan las de perder porque nunca o casi nunca la verdad se deja sorprender desnuda y de cuerpo entero.
“Entre dos luces” tampoco es, por todo ello, “mi verdad” que es fácilmente accesible, que sirve para andar por casa, y no para presentarla o lucirla en sociedad como paradigma de la verdad.
VI..- Pero.. ¿tiene futuro la verdad?. Mejor tal vez, ¿es posible –ahora mismo- la verdad?. No se hable en teoría que no es esa la cuestión. Planteemos de otro modo: en esta circunstancia precisa del vivir humano, en esta post-modernidad ¿es realmente posible el encuentro efectivo de los hombres con la verdad?.
George Steiner se plantea esta pregunta en el último de los capítulos de Nostalgia de Absoluto. Y contesta de este moldo. “La verdad, creo, tiene futuro; que lo tenga también el hombre está mucho menos claro. Pero no puedo evitar un presentimiento en cuanto a cuál de los dos es más importante”.
He de confesar que me cuesta interpretar este presagio de Steiner. ¿No son la misma cosa o no se corresponden e interactivan la verdad y el hombre? Demasiados dibujos, tal vez, para tan poco papel y tinta.
Mi criterio es –con humildad lo hipotizo- que, en estos pagos de la tierra o mundo, estos dos futuros –el de la verdad y el del hombre- representan magnitudes intercambiables de modo tal que el uno sin el otro evocaría tintes de “apocalipsis”.
Pudiera añadir más cosas, pero, como Preludio, baste por hoy. Mis reflexiones irán dando cuenta de mi manera de verme a diario “Entre dos luces”, como ya he dicho.
Sólo añadiré a lo anterior algo que ya dije el 16 de abril de 2002 en el Rectorado de la Universidad de La Coruña, al hacer la presentación de mi libro Claroscuro conyugal. Un axioma de siembra de realismo en estos surcos de la búsqueda y encuentro con la verdad en todo: “La luz se ha hecho para todos los ojos, pero no todos los ojos están hechos para la luz”.
El amor a la verdad; la humildad al buscarla; el respeto al compartirla; y la racionalidad al defenderla o darle curso serán serán ayudas para ojos no acostumbrados a determinadas formas de luz.