Filósofo, relator del V documento del Consejo Asesor para la Diversidad Religiosa de la Generalitat Francesc Xavier Marín: “Es necesario que las comunidades religiosas se dejen educar por los profesionales de la comunicación”
“Los profesionales de la comunicación pueden ser unos grandes educadores para las comunidades religiosas a la hora de decirles que el mensaje que quieren transmitir es relevante para los medios”
“Las religiones —reza el documento— suelen gestionar siglos de experiencias acumuladas, pero los medios de comunicación viven básicamente de la actualidad y su inmediatez”
Creado en el año 2011 y presidido desde entonces por el filósofo y teólogo Francesc Torralba, el Consell Assessor per a la Diversitat Religiosa (organismo directamente vinculado a la Direcció General d’Afers Religiosos de la Generalitat) publicó el pasado 23 de marzo su quinto documento, que lleva el título Diversitat religiosa i mitjans de comunicació. Una voluntat de diàleg (Diversidad religiosa y medios de comunicación. Una voluntad de diálogo). En esta ocasión, el consejo ha reflexionado sobre la importancia del papel que juegan los medios de comunicación en la configuración de la convivencia interreligiosa y de su decisiva contribución para la comprensión del hecho religioso.
El mensaje central que transmite el texto pasa por tomar conciencia de algunas de las implicaciones que conllevan aceptar que vivimos en la sociedad de la comunicación, del conocimiento o de la información. “Cada vez es más evidente que la visión del mundo que nos formamos nos viene dada a través de los medios de comunicación, que hacen de puentes entre hechos que ocurren, de los que no somos observadores inmediatos sino que los recibimos. Si esto es cierto y lo asumimos, la calidad de la imagen que nos hacemos de la realidad se basa en la confianza que depositamos en los medios, en los periodistas, en los bloggers y en influencers de todo tipo, lo que genera un conjunto de retos en toda la sociedad, pero también en las instituciones religiosas”, afirmaba recientemente Francesc Xavier Marín, relator principal del documento, en El mirador de l’actualitat, de Ràdio Estel.
Otra de las grandes líneas que aborda el documento es el impacto de las nuevas tecnologías y, en particular, las redes sociales, que hacen posible que cualquier persona pueda convertirse en emisora de mensajes. Para Marín, la dinámica a la que se ven abocados en todo el mundo los medios de comunicación, por la globalización, difumina la distinción tradicional entre el emisor de las noticias y su receptor. “Lo que un emisor seleccionaba como relevante informativamente, procesaba y ponía a disposición de un receptor que tenía una función más bien pasiva, se ha acabado porque todo el mundo puede abrir un blog, tuitear, conectar la cámara con un móvil, subir imágenes en las redes y participar a través de comentarios en las ediciones digitales de los medios. La diferencia básica se encuentra en el hecho de que el profesional del medio de comunicación está sujeto a un código deontológico que le fija unas pautas de buena praxis y, en cambio, la persona que, desde la intimidad de su casa, tuitea o cuelga información en las redes sociales no se siente obligada por imperativos técnicos”.
“Y esto podría generar —advierte Marín— la suspicacia sobre este contrato de confianza en la veracidad de la información, el contraste de las fuentes y todos los requisitos contemplados en el Código Deontológico pero que un particular que se posiciona como gestor o creador de información no los cumple con la precisión de un profesional de la comunicación”.
Comunidades religiosas más proactivas
“Las religiones —reza el documento— suelen gestionar siglos de experiencias acumuladas, pero los medios de comunicación viven básicamente de la actualidad y su inmediatez”. Los medios de comunicación y las religiones se mueven a ritmos diferentes. En los medios abocados a la actualidad, todo empieza y acaba en el mismo día. Muchas de las noticias de hoy habrán perdido mañana gran parte de su actualidad. “Los medios elaboran ciclos de noticias apelando al interés informativo, por lo que no encontrar encaje en este flujo condena las religiones a ser comunicativamente irrelevantes, que sean otros los que hablen sobre la religiosidad o que la información pueda quedar intoxicada por los rumores. Se impone, pues, que las religiones aprendan a gestionar sus informaciones, a estar atentos a la actualidad mediática para analizar cuando hay espacio para su mensaje”, advierte el texto, exhortando a las religiones entrar de lleno en esta cultura.
En este sentido, Marín asegura que es necesario que las comunidades religiosas se dejen educar por los profesionales de la comunicación. “Si no lo hacen corren el peligro de perder capacidad de gestionar la información, ya que un creyente es dueño de la imagen pública que quiere proyectar de su creencia, pero no necesariamente de la recepción que esta imagen tiene en el conjunto de la sociedad. Los profesionales de la comunicación, que son ciertamente expertos en esta cuestión, pueden ser unos grandes educadores para las comunidades religiosas a la hora de decirles que el mensaje que quieren transmitir es relevante para los medios, que es significativo y que puede llegar al máximo de audiencia posible. Si no es así, caemos en el simplismo de emitir comunicados o hacer ruedas de prensa. Algo insuficiente en los tiempos actuales”, concluye el filósofo.
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