El Centro de Humanización de la Salud confronta los testimonios de violadores y abusados En la boca del lobo: víctimas y maltratadores, frente a frente
"Entre el 25 y el 30% de los abusados se convierten en abusadores", sostiene Guadalupe Rivera, experta en el tratamiento de violadores y pederastas en prisión
Niñas violadas por sus padres, que sufrieron tocamientos por parte de sus vecinos o desconocidos. Abusadores que buscan una explicación para su horror
"Lo que más deseo con todo mi corazón: si de verdad existe Dios, que Él me de el regalo de acostarme y no levantarme (...) ¿Cómo podré estar en paz con el resto del mundo? Yéndome de este mundo". En la parábola del Buen Samaritano, siempre falta un personaje. Vemos a la víctima, al escriba, al sacerdote, al samaritano y al dueño de la posada. Pero ¿qué ocurre con el maltratador? ¿Qué fue del que dio la paliza? Esta pregunta rondaba, desde hace años, en la cabeza y el corazón del director del Centro de Humanización para la Salud (CEHS), José Carlos Bermejo.
Esta tarde, en el Centro San Camilo, se escucharon algunas de las voces, que nos permiten, si no comprender (es imposible meterse en la cabeza del abusador, y mucho menos aceptar sus actitudes), sí ver sus mecanismos de defensa. “He tenido una educación sexual nefasta... la chica era fácil... No me dijo no, le dije 'Desnúdate, y se desnudó'... Yo juego con niños, con ellos me lo paso bien. Y cuando meto la droga... el niño está en peligro”, cuenta José, que cumple 16 años de condena por agresión sexual a una menor.
Como avanzó en exclusiva RD, los datos de la encuesta de los camilos nos muestran una cruel realidad: el abusador que, en su día, también fue víctima. ¿Cómo se convierte una oveja en un lobo? ¿Cuál es la dinámica del depredador? “Las cogía en la calle, a la salida de los colegios. Hay muchas personas con carencias afectivas... “, sostiene el depredador, que muestra sus complejos y dificultades de relación normal con las mujeres.
“Nosotros manejamos otros datos. Entre el 25-30% de los abusados se convierten en abusadores”, desveló Guadalupe Rivera, experta en violencias, quien explicó que las víctimas “se bloquean emocionalmente, como un mecanismo de defensa. Algunas se convierten en abusadores porque es una manera, totalmente desajustada, de resolver tratos vividos, o 'compensar' el daño recibido haciendo daño a otros”.
"Mi familia murió en 2004"
"Hice algo que no tenía que haber hecho en la vida", confiesa otro interno, condenado a decenas de años por varios años de violaciones continuadas a menores, y que afirma haber sufrido abusos de pequeño. "Traspasé las barreras de lo común". "Yo mismo me lo pregunto antes de acostarme, ¿cómo he podido llegar a esto?".
“Tengo una familia muy extensa, pero todos murieron en 2004. La culpa la tengo yo, les he fallado de forma tan tremenda...”, reflexiona. “No me los merezco, no quiero que se me acerquen. He pedido el traslado a un lugar donde no pueda verme mi familia”. "Siempre he necesitado que alguien necesite de mí".
"¡No quiero, no quiero perdonarme!", repite una y otra vez. "Aquí no te condena solo el juez: te condena todo el mundo", afirma, sobre su estancia en prisión. "Es una losa de desprecio, un segundo detrás de otro".
Las víctimas: Sorpresa, asco y miedo
Junto a los lobos, las víctimas inmoladas. Como esta mujer de 53 años, quien sufrió tocamientos y roces entre los 10 y los 13 años por parte de un desconocido y de un vecino. “Sentí sorpresa, asco, miedo” ¿Consecuencias? “Una trayectoria de relaciones anómalas con los hombres, hay desconfianza y creo que todos son iguales”.
También, el desapego con la familia. “Mi madre se limitó a decir 'No lo cuentes'”. En el caso del vecino “tampoco supieron afrontarlo”.
Caperucita y el papá-lobo
Otro relato: una niña de cuatro años, “rubita y con vestido azúl y amarillo, que va de la mano de su madre a una casa de campo con una cristalera, una sala con chimenea, sillones de color rojo, escaleras, otra habitación..”. De repente, “una persona me sacude, me zarandea, yo no he hecho nada. Me tira al suelo, me abofetea. ¡No, no me hagas eso, no me hagas eso papá!”.
Y el padre que la grita 'Eres mala', que la inmoviliza, la desnuda y se coloca encima de ella... “Cuántas veces a lo largo de dos años...” confiesa. “Mamá pedirá a la niña que le perdone. Para la niña no hay perdón, no hay consuelo”, culmina, subrayando cómo le cuesta celebrar el día del padre o de la madre. “Para esos niños no hubo compasión ni consuelo. No hay final feliz, ni Supermán, ni ángeles que te salven de ese dolor...”.
¿Por qué mi papá abusó de mí?
Finalmente, una chica de 13 años, violada durante un año por su padre de 37, y después embarazada de un familiar. Acabó abortando. “¿Por qué mi papá? ¿Por qué mi papá abusó de mí, si tanto me decía que me quería, que nunca me iba a hacer daño?”, se pregunta. Las secuelas, irrecuperables. “Mi cuerpo por dentro ya no es el de una niña. A una se le despierta todo, las hormonas, ya empieza a sentir deseo por una persona, empieza a querer...”