"En ella se aprende el Evangelio y se irradia" Los obispos españoles sostienen que la familia es "un antídoto" contra los males de la sociedad
“Ser conscientes de esta verdad tiene que impulsarnos a mostrar de manera renovada el gran tesoro que es la familia cristiana, precisamente en el contexto de este mundo individualista”
| RD/Aica
Los obispos españoles invitan a contemplar a san José y a la Virgen María como modelo de acogida de Jesucristo, el Verbo de Dios encarnado. En su mensaje con motivo de la Jornada de la Sagrada Familia que se celebra el 31 de diciembre, los prelados españoles recuerdan que “las familias cristianas encuentran en la Sagrada Familia el ejemplo que seguir, así como un sólido punto de referencia y una firme inspiración”. Esto implica como tarea prioritaria que Jesucristo sea el centro de cada familia.
La Iglesia celebra este año la Jornada de la Sagrada Familia con el lema “Familia, portadora de la Buena Noticia”. Los obispos indican que es importante que esta realidad “sea experimentada en la cotidianeidad ya que, por una parte, la familia real y concreta es el lugar donde se encuentra la presencia del Señor, que acompaña todos los momentos de sufrimientos, gozos y esfuerzos diarios, y, por otra, vivir una comunión familiar de manera plena es un auténtico itinerario hacia la santificación en la vida cotidiana”.
En el mensaje los prelados de la subcomisión episcopal para la Familia y Defensa de la Vida explican que uno de los mayores males que afectan a nuestra sociedad es el individualismo exasperado, que nos lleva a idolatrar el propio ego. Y de ello surge la soledad y tantas formas de pobrezas afectivas, consecuencia de aislamientos y rupturas y la ausencia de verdadero diálogo y compañía.
Por el contrario, apuntan que “la vivencia de la comunión familiar es un verdadero antídoto contra este mal tan característico de nuestro tiempo, ya que «la familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos, de los parientes. Su primer cometido es el de vivir fielmente la realidad de la comunión con el empeño constante de desarrollar una auténtica comunidad de personas”.
Este testimonio, apunta el mensaje, debe estar marcado por la más profunda alegría porque la familia es portadora de la mejor de las noticias: la salvación que ha venido a traernos Jesucristo. Y esta alegría se debe contagiar a todo el mundo. Y cuando una familia comparte la alegría que viene de Dios es naturalmente misionera. Esta llamada a la misión brota del sacramento del bautismo y del sacramento del matrimonio.
“Cada persona debe cuidar a la familia, concluyen los obispos. Este cuidado implica el anuncio y la vivencia del Evangelio en el seno de cada familia. En ella se aprende el Evangelio y se irradia. Estas actitudes no solo son un bien para la Iglesia sino para toda la sociedad”.
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