"Servidores sin fronteras" Los diáconos son los nuevos levitas

Ordenación diáconos
Ordenación diáconos

"Uno de los momentos más significativos de la ordenación diaconal es después de la imposición de manos del obispo, cuando este recita la oración consecratoria. En ella, se hace referencia a los levitas, mostrando que el ministerio diaconal tiene continuidad con aquellos que sirvieron a Dios en el Antiguo Testamento"

"Los levitas eran una tribu especial en Israel. No se les asignó un territorio específico como las otras tribus. Esto no fue un castigo, sino una señal clara de su función espiritual"

"Los diáconos, al igual que los levitas, tenemos la llamada a servir, a enseñar y a ser testigos de la presencia de Dios en medio de su pueblo"

"Para comprender mejor esta conexión, es necesario ver en detalle el papel de los levitas en la historia de Israel y cómo ese servicio ha sido asumido por la Iglesia en el contexto del diaconado"

Uno de los momentos más significativos de laordenación diaconal es después de la imposición de manos del obispo, cuando este recita la oración consecratoria, donde, mediante la imposición de manos, se les encomienda la misión de servir como los levitas lo hicieron en su tiempo. En este momento, el obispo invoca sobre los ordenados el Espíritu Santo, para que sean dignos de llevar a cabo este servicio con humildad y amor. En ella, se hace referencia a los levitas, mostrando que el ministerio diaconal tiene continuidad con aquellos que sirvieron a Dios en el Antiguo Testamento. Esta conexión es más que un simple recordatorio histórico; es una invitación a asumir el mismo compromiso de servicio, a vivir la vocación con la misma dedicación y fervor.

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El ministerio diaconal es un servicio al pueblo de Dios, al igual que el de los levitas en tiempos del Antiguo Testamento. Los diáconos, al igual que los levitas, tenemos la llamada a servir, a enseñar y a ser testigos de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Pero para comprender mejor esta conexión, es necesario ver en detalle el papel de los levitas en la historia de Israel y cómo ese servicio ha sido asumido por la Iglesia en el contexto del diaconado.

Lo que hacían los levitas

Los Levitas: Servidores Espirituales del Pueblo de Israel

Los levitas eran una tribu especial en Israel. No se les asignó un territorio específico como las otras tribus. Esto no fue un castigo, sino una señal clara de su función espiritual. Al no tener tierras propias, los levitas estaban llamados a vivir de la generosidad de las demás tribus y a concentrarse en las tareas de servicio a Dios y a su pueblo. No tenían un lugar físico al cual aferrarse, sino que su misión era servir a Dios dondequiera que el pueblo lo necesitara. Ellos se encargaban de las labores más relacionadas con el culto y la enseñanza de la ley, siendo responsables de la administración de los sacrificios y de mantener el orden en el Tabernáculo, y luego en el Templo de Jerusalén.

Una de las tareas más importantes de los levitas era enseñar la Ley a todo el pueblo de Israel. A través de ellos, el pueblo podía conocer y vivir los mandamientos de Dios, entendiendo que no solo se trataba de cumplir rituales, sino de vivir una vida justa y acorde con la voluntad divina. Eran, por lo tanto, líderes espirituales y guías en la práctica religiosa, pero también servidores que estaban al servicio de todas las tribus, sin distinguirse de unos u otros. De esta manera, los levitas representaban un principio fundamental: el servicio al pueblo de Dios es una vocación que no tiene fronteras, que no está vinculada a un territorio, sino que está dedicada al bien común y a la unidad del pueblo.

El Diácono: Continuador del Servicio Levítico

Cuando la Iglesia primitiva instituyó el diaconado, no lo hizo de manera arbitraria ni sin una clara comprensión de su propósito. En los Hechos de los Apóstoles, en el capítulo 6, se relata cómo los apóstoles, al ver que la distribución de alimentos entre los fieles se estaba viendo afectada, decidieron elegir a siete hombres llenos del Espíritu Santo para encargarse de este servicio. Se les pidió que, además de ocuparse de la administración material, sirvieran también como testigos del amor de Cristo y como servidores en la obra de la evangelización. Estos primeros diáconos, como nosotros hoy, fueron llamados a llevar una vida de servicio y a ser portadores de la Palabra de Dios en su comunidad.

Al igual que los levitas, los diáconos no estamos llamados a un servicio que tenga un carácter individualista o apegado a un territorio o un lugar específico. Nuestra misión es universal, al servicio de toda la Iglesia y de todos los hombres y mujeres que forman parte del pueblo de Dios. No nos identificamos con un territorio o una tierra material, sino con el servicio a la comunidad, sin distinción de personas, y buscando siempre la unidad y el bien de todos.

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El Servicio de los Diáconos Hoy: Un Compromiso con la Enseñanza y el Bienestar del Pueblo de Dios

Como diáconos, tenemos la responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios, tal y como lo hicieron los levitas en su tiempo. No somos solo servidores en la liturgia, ni nos limitamos a un servicio material como la distribución de alimentos o el cuidado de los necesitados, aunque estas son tareas importantes y necesarias. Al igual que los levitas, nuestra principal misión es llevar a las personas a la comprensión de la Ley de Dios, ayudarlas a vivir según los principios del Evangelio, y guiarlas en su camino de fe.

Este servicio, sin embargo, no es solo para la comunidad que se encuentra dentro de las paredes de la Iglesia. Al igual que los levitas no tenían un territorio asignado, los diáconos tampoco debemos limitarnos a un grupo o a un lugar específico. Nuestra misión es servir en todas las circunstancias posibles, llevar el mensaje de Cristo donde sea necesario y actuar como puente entre la Iglesia y la sociedad. Nos toca, como ministros, no solo enseñar, sino también vivir con aquellos que más lo necesitan: los pobres, los marginados, los enfermos y los que sufren. Es una llamada a ser servidores del Evangelio en todos los ámbitos de la vida.

Un Ministerio de Servicio Continuo

Ser diácono es ser servidor, al igual que los levitas lo fueron en su tiempo. Nuestra vocación no está marcada por un territorio específico, sino por una llamada a servir a todos, a enseñar la Ley de Dios y a vivir el Evangelio con humildad y generosidad. En la plegaria consecratoria de nuestra ordenación, se nos recuerda el papel de los levitas como servidores, y al asumir este ministerio, nos unimos a una tradición sagrada que se remonta a los tiempos de Israel. Los diáconos somos continuadores del servicio de los levitas, y nuestra tarea es seguir siendo servidores fieles del pueblo de Dios, hoy en día, al igual que lo fueron ellos en el pasado.

Este es un recordatorio constante de que el servicio a Dios y a los demás no tiene fronteras, y nuestra misión es universal. Somos llamados a ser testigos de la Palabra, servidores del amor y de la caridad, y guías espirituales en el mundo de hoy. Como diáconos, nuestra vida está dedicada al servicio, siguiendo el ejemplo de los levitas, que desde tiempos antiguos fueron los custodios de la Ley y los servidores de la comunidad de Israel.

Levitas y el Arca de la Alianza
Levitas y el Arca de la Alianza

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