Un debate que aún sigue abierto ¿Fueron los siete los primeros diáconos?
En el Nuevo Testamento, las referencias al ministerio del diaconado son notablemente escasas, lo que ha generado un amplio debate teológico sobre sus orígenes
"Tradicionalmente, la Iglesia ha considerado el capítulo 6 de los Hechos de los Apóstoles como el origen del diaconado, vinculando a los siete varones mencionados en este pasaje con los primeros diáconos"
"Algunos teólogos rechazan la identificación de los siete varones con los diáconos. Uno de los más conocidos es John N. Collins. Dominic Cerrato, por su parte, propone una comprensión alternativa de los orígenes del diaconado. Cerrato argumenta que el diaconado fue instituido por Jesucristo en la Última Cena"
"A pesar de las divergencias teológicas, es indiscutible que el diaconado, como ministerio de servicio y predicación, ha sido una parte integral de la Iglesia desde sus inicios"
"Algunos teólogos rechazan la identificación de los siete varones con los diáconos. Uno de los más conocidos es John N. Collins. Dominic Cerrato, por su parte, propone una comprensión alternativa de los orígenes del diaconado. Cerrato argumenta que el diaconado fue instituido por Jesucristo en la Última Cena"
"A pesar de las divergencias teológicas, es indiscutible que el diaconado, como ministerio de servicio y predicación, ha sido una parte integral de la Iglesia desde sus inicios"
En el Nuevo Testamento, las referencias al ministerio del diaconado son notablemente escasas, lo que ha generado un amplio debate teológico sobre sus orígenes. Tradicionalmente, la Iglesia ha considerado el capítulo 6 de los Hechos de los Apóstoles como el origen del diaconado, vinculando a los siete varones mencionados en este pasaje con los primeros diáconos. Sin embargo, no existe consenso en esta interpretación, y existen algunas corrientes de pensamiento que rechazan la identificación de estos siete varones con los diáconos en el sentido pleno del término.
Vamos a explorar tanto la tradición que sostiene que estos siete varones son los primeros diáconos, como las críticas que desafían esta visión, centrándonos especialmente en el análisis propuesto por el diácono Dominic Cerrato y otros pensadores contemporáneos.
El relato de los siete varones en Hechos 6,1-6
El pasaje de Hechos 6,1-6 describe un conflicto dentro de la comunidad cristiana primitiva en Jerusalén, donde se presentaron quejas por parte de los judíos helenistas, que acusaban a los hebreos de desatender a las viudas helenistas en la distribución diaria de alimentos. Para resolver esta disputa, los apóstoles, reconociendo que no podían descuidar su labor de predicación para ocuparse de este asunto, sugirieron que se eligiera a siete varones de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, que se encargaran de este servicio. Tras la elección, los apóstoles impusieron las manos sobre los elegidos, un acto que en la tradición cristiana se entiende como una consagración para una misión específica.
La solución propuesta por los apóstoles no solo respondía a una necesidad práctica, sino que sentó las bases para lo que más tarde sería reconocido como el ministerio diaconal. En este contexto, se considera que los siete elegidos, entre los cuales se encontraba Esteban, el primer mártir cristiano, son los primeros diáconos de la Iglesia. Esta interpretación se basa en el hecho de que los apóstoles delegaron en estos varones una tarea de servicio que permitiera a los apóstoles centrarse en la predicación y la oración, lo cual coincide con una de las funciones tradicionales del diaconado: el servicio a la comunidad.
La tradición de los Padres de la Iglesia y el vínculo con San Esteban
La tradición de la Iglesia, desde los primeros siglos, ha identificado a los siete varones de Hechos 6 como los primeros diáconos. San Ignacio de Antioquía, hace referencia a los diáconos como ministros de la Iglesia de Dios, encargados de continuar el ministerio de Jesucristo. En este sentido, los diáconos no solo eran considerados servidores de la mesa, sino también ministros espirituales, llamados a servir a la comunidad en su totalidad, y a la vez a contribuir a la proclamación del evangelio.
El caso de San Esteban es particularmente significativo, ya que, a pesar de ser elegido para servir las mesas, su misión pronto se expandió hacia la predicación. Esteban, conocido como "un hombre lleno de gracia y de poder", predicó valientemente sobre la salvación en Cristo y fue martirizado por su testimonio, lo que lo convirtió en el primer mártir cristiano. Este desarrollo de Esteban como un líder espiritual que va más allá del servicio material refuerza la idea de que los siete varones, aunque inicialmente encargados de tareas caritativas, desempeñaron roles mucho más amplios en la vida de la Iglesia primitiva.
El argumento contrario: Los siete no eran diáconos
A pesar de la tradición consolidada, algunos teólogos, rechazan la identificación de los siete varones con los diáconos. Uno de los más conocidos es John N. Collins, quien argumenta que los siete elegidos en Hechos 6 no deben ser considerados diáconos en el sentido en que la Iglesia entiende este ministerio hoy. Collins sostiene que, en primer lugar, los siete varones no recibieron el título explícito de "diáconos" y, en segundo lugar, que algunos de ellos, como Felipe, se dedicaron a la predicación y al apostolado, funciones que corresponderían a los apóstoles más que a los diáconos. Según esta perspectiva, los siete fueron simplemente encargados de una tarea de servicio temporal, y no de un ministerio sagrado permanente como el diaconado.
Además, Collins señala que, a lo largo de los Hechos, no se observa que los siete varones realicen exclusivamente labores de servicio, sino que se dedicaron también a la evangelización, como en el caso de Felipe, quien predicó al eunuco etíope y lo bautiza y posteriormente se estableció en Cesarea con sus hijas, que tenían el don de la profecía. Esto sugiere que el papel de los siete varones estaba más cerca de una función apostólica que de un servicio exclusivo a los pobres.
La crítica al enfoque de Dominic Cerrato
En contraste con la interpretación tradicional que vincula el diaconado con los siete varones de Hechos 6, Dominic Cerrato, en su ensayo"La hipótesis del establecimiento", propone una comprensión alternativa de los orígenes del diaconado. Cerrato argumenta que el diaconado fue instituido por Jesucristo en la Última Cena, no a través de la elección de los siete varones. Según Cerrato, la figura del diácono está vinculada al lavatorio de los pies realizado por Jesús, un acto simbólico de servicio que se relaciona directamente con el ministerio diaconal. En este sentido, Jesús no solo instituyó el sacerdocio en la Última Cena, sino también el oficio de diácono, a través de su propio ejemplo de humildad y servicio.
Cerrato distingue entre el "oficio" de diácono, que sería instituido por Jesús, y el "orden" diaconal, que surgiría más tarde con la imposición de manos sobre los siete varones en Hechos 6. Esta distinción permite una visión más unificada del orden sagrado, en la que tanto el diaconado como el sacerdocio y el episcopado se originan en el Misterio Pascual de Cristo. Sin embargo, esta interpretación ha sido objeto de críticas, ya que algunos teólogos consideran que la institucionalización del diaconado en la Iglesia primitiva se debe más a las necesidades prácticas de la comunidad cristiana que a un mandato explícito de Jesús en la Última Cena.
Conclusión
Si el origen del diaconado proviene de los Siete mencionados en Hechos de los Apóstoles, esto indicaría que fue instituido directamente por los apóstoles. Sin embargo, los sacramentos, según la doctrina de la Iglesia, deben ser instituidos directamente por Jesucristo. Por tanto, tendría más sentido vincular el diaconado al gesto de servicio de Jesús en el lavatorio de los pies durante la Última Cena, como relata el Evangelio de San Juan. Este acto simboliza el ministerio del servicio, que es el fundamento del diaconado. Así, el lavatorio de los pies reflejaría mejor la institución sacramental del diaconado por parte de Cristo.
Aún así, la cuestión de si los siete varones mencionados en Hechos 6 deben ser considerados los primeros diáconos sigue siendo objeto de debate teológico. La interpretación tradicional, respaldada por la Iglesia a lo largo de los siglos, sostiene que estos siete varones fueron los precursores del ministerio diaconal, aunque su papel no se limitaba exclusivamente a tareas de servicio material. Sin embargo, la postura de teólogos como John N. Collins y Dominic Cerrato introduce una nueva perspectiva sobre el origen del diaconado, sugiriendo que este ministerio tiene raíces más profundas en la enseñanza y el ejemplo de Jesús en la Cena Pascual.
A pesar de las divergencias teológicas, es indiscutible que el diaconado, como ministerio de servicio y predicación, ha sido una parte integral de la Iglesia desde sus inicios. La reflexión sobre sus orígenes sigue siendo un campo fértil para el estudio, y las interpretaciones actuales enriquecen nuestra comprensión de la misión de los diáconos en la Iglesia de hoy.
Visto todo lo anterior me decanto por tener como precursores del diaconado a los levitas y a esos siete varones justos que ayudaban a que los ancianos tuvieran tiempo para orar, tomando la responsabilidad servicial de encargarse de asistir a las viudas y de entregar su vida como Esteban y de predicar y bautizar como Felipe. Los diáconos tenemos la sucesión apostólica y por eso en la ordenación el obispo impone las manos sobre el candidato y después recita la oración consecratoria que reza:
“Como un día elegiste a los levitas para servir en el primitivo tabernáculo, así ahora has establecido tres órdenes de ministros encargados de tu servicio.
Así también, en los comienzos de la Iglesia, los apóstoles de tu Hijo, movidos por el Espíritu Santo, eligieron, como auxiliares suyos en el ministerio cotidiano, a siete varones acreditados ante el pueblo, a quienes, orando e imponiéndoles las manos, les confiaron el cuidado de los pobres, a fin de poder ellos entregarse con mayor empeño a la oración y a la predicación de la palabra.
Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio a estos tus siervos, a quienes consagramos humildemente para el orden del diaconado y el servicio de tu altar “