Muchas gracias, Señor Cardenal Rouco

Dirigimos este comentario preferentemente a usted como representante cualificado de la Iglesia Oficial Española durante muchos años. En varios periódicos digitales de fecha de hoy, 1 de octubre, (LAS PROVINCIAS, LA RIOJA, EL COMERCIO), se leen las siguientes palabras: “A Rouco se le atribuye una contrariedad mal disimulada por la elección del Papa argentino en marzo de 2013. El cardenal gallego considera que Bergoglio adolece de falta de conocimientos sólidos en teología”, y se informa de otros diez prelados, a los que se une el Señor Rouco, díscolos con el Papa Francisco en temas relacionados con el matrimonio y la familia, y justo en vísperas del Sínodo de la Familia.



Señor Rouco, queremos darle las gracias porque le está usted haciendo un gran favor al Espíritu Santo, porque le está ayudando a que un estilo de iglesia muy alejado del Evangelio desaparezca lo antes posible, y así renazca una nueva Iglesia desde sus orígenes que sea fiel y coherente con el Evangelio, y no la que usted lideró durante muchos años en España, que no hizo más que alejarla cada vez más aceleradamente de lo que Jesús quiso:



-Usted fue al Vaticano acompañando a la cúpula de los más ricos de España para presentarlos al Papa Benedicto. Esos, los más ricos, que al mismo tiempo que aumentaban un 40 % en plena crisis del 2008 al 2014, estaban hundiendo en la pobreza a millones de españoles; esos, los más ricos, que desahuciaban a miles de familias y mandaban al paro a millones de trabajadores y los dejaban a la intemperie eran sus compañeros de viaje vaticano. Esos, las más ricos, eran sus preferidos, y no los pobres que usted desalojó de la Almudena con la policía. Su cercanía a los ricos y su lejanía de los pobres es lo más diametralmente opuesto al Evangelio.



-Ese es usted, SEÑOR CARDENAL ROUCO, que se atreve en unión con otros diez “purpurados” más, a enfrentarse abiertamente al Papa Francisco porque intenta restañar un poco las heridas que ustedes le causaron a la Iglesia durante tantos años, que la llevaron a estar cada día más desprestigiada, más abandonada, más vacía, más alejada del pueblo, más incoherente con Jesucristo y su mensaje.



-Ese es usted, SEÑOR CARDENAL ROUCO, el que con nepotismo poco disimulado y otros Obispos españoles, nos inculcaron durante décadas fidelidad absoluta e incondicional a los Papas y sus Documentos, ahora se atreve a calificar al Papa Francisco de “adolecer de falta de conocimientos sólidos en teología”. ¿Qué clase de pastores y teólogos fueron ustedes que en pocos años vaciaron cada día más las Iglesias y sus Eucaristías, redujeron el número de bautizados y más aun las primeras comuniones, y aún más los matrimonios por la iglesia?



-¿Que hicieron ustedes, que con sus altas teologías estuvieron callados durante largos años y no denunciaron las felonías de los desahucios, la nefasta corrupción de políticos y gobernantes, el despido masivo de millones de obreros, llevados a la pobreza e incluso a la extrema pobreza?

-¿Qué hicieron ustedes, que con sus altas teologías callaron ante leyes injustas que favorecían y siguen favoreciendo a los más ricos contra los pobres y así España es ahora el cuarto país de la UE donde hay más desigualdad?



-¿Que hicieron ustedes que con sus altas teologías no se enteraron para nada de la gravísima crisis que está pasando el sector agrario, de la cual no les hemos oído una sola palabra, y menos aun ahora en que los EE.UU. quieren imponer a la UE el TTIP que nos va a dañar profundamente a todos, incluso con más aumento de los alimentos transgénicos, pero mucho más a nuestros agricultores?



-¿Qué hicieron ustedes con sus altas teologías que en muchos años no les oímos una sola palabra sobre el cuidado de la Madre Tierra que ya es un pobre más entre los empobrecidos del mundo?



-¿Que hicieron ustedes con sus altas teologías que solo eufemísticamente pero nunca de forma colectiva, clara, contundente y abierta condenaron los estragos que el neoliberalismo está causando a los más pobres de nuestro entorno pero mucho más a los empobrecidos del Tercer Mundo?


-El Papa Francisco, sin esa alta teología de ustedes, sí alzó su voz y su estilo de vida contra todos los estragos que el neoliberalismo de las multinacionales está haciendo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, así como a la Madre Tierra de la cual dependemos todos nosotros. En su última Encíclica lo dice bien alto y claro.



-Disculpe usted, pero millones de cristianos y menos cristianos estamos mucho más cerca de la teología del Papa Francisco que de las suyas. La de Francisco nos acerca al Evangelio y a Jesucristo, pero las altas teologías de ustedes nos alejaron cada vez más y nos siguen alejando del Evangelio.



-Recientemente reivindicó usted acertadamente en Avilés los contenidos del Concilio Vaticano II por entender que, cincuenta años después, "su influencia doctrinal, social, cultural y no digamos religiosa y espiritual sigue siendo decisiva". Pero, ¿qué hicieron ustedes con él durante esos cincuenta años, más que tenerlo marginado y olvidado?



-Retírese, SEÑOR CARDENAL ROUCO, al piso de lujo al que debería haber renunciado antes de ocuparlo para destinarlo a familias desahuciadas, y deje al Papa Francisco por lo menos hilvanar las roturas que usted y los suyos causaron a la Iglesia Española durante largos años.



El pueblo necesita otra Iglesia, fiel y coherente con el Evangelio: si usted, SEÑOR ROUCO y sus diez compañeros “purpurados” no quieren construirla, por lo menos cállense humildemente, y dejen trabajar a un Papa que honestamente intenta hacerlo.

Estamos infinitamente agradecidos a una Iglesia que, a pesar de sus fallos, nos hizo posible conocer a Jesucristo y su mensaje, el mejor que hasta ahora ha conocido la historia de la humanidad, pero la actual tal como ustedes la diseñaron, tiene los días contados, y si no se renueva muy profundamente y en muchas dimensiones, ese mensaje de vida y salvación pasará a la historia y no contribuirá como debe hacerlo a la construcción de un mundo más justo, fraternal y solidario. El Papa Francisco lo ve claro, ustedes parece no, y por eso quiere impulsar una reforma radical y profunda de la Iglesia. Déjenle hacerlo. El mundo actual lo necesita con urgencia.


Un cordial saludo.-Faustino
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