Al buen Papa Francisco y los Sacerdotes "secularizados"

Vaya por delante que esa palabra “secularizados” no nos gusta absolutamente nada para designar a los sacerdotes dispensados del Ministerio. Solo la empleamos para empezar a entendernos pero nada más. Y mucho menos aún nos gusta lo de “reducidos al estado laical”. Dos expresiones horribles para designar a muchos sacerdotes que fueron grandes servidores de Dios a través del servicio a muchas Comunidades Cristianas.
Así que no emplearemos más ni una ni otra. Hablaremos simplemente de “dispensados”, por sugerencia de un gran amigo y admirable periodista, José Manuel Vidal, director de Religión Digital.

Hermano Francisco: Desde los primeros signos que diste desde el momento de tu elección como Obispo de Roma, y por tanto Papa de la Iglesia Universal, muchos creyentes hemos depositado en ti unas grandes esperanzas.



Hay en ti gestos muy significativos de que contigo se abre una nueva aurora para la Iglesia, pero hay tres bien elocuentes de tu deseo de acercarte a la comprensión de grupos de personas muy concretos: uno tuvo lugar en el avión de regreso a Roma desde Brasil cuando dijiste: "Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?”. El segundo es cuando recientemente afirmaste: “Los divorciados vueltos a casar no están excomulgados y forman parte de la Iglesia”. Y también, adelantándote al Sínodo, acabas de tocar al timbre de su puerta cambiando varios artículos del Código de Derecho Canónico para agilizar las nulidades matrimoniales y hacerlas gratuitas, lo que es a su vez una importante llamada de atención al aparato económico correspondiente, sobre el que había muchas quejas.

No vamos a tratar aquí de esos tres temas, sino del trato, de la situación y la comprensión misericordiosa con los sacerdotes dispensados de su ministerio sacerdotal, pues creemos que la Iglesia ha sido muy poco justa y en muchos casos nada misericordiosa con ellos e incluso se les ha causado un daño grave.

1º.-Lenguaje que debe desaparecer: Ese lenguaje degradante, despectivo y denigrante debe desaparecer por completo de todo documento eclesiástico. ¿Acaso ser seglar es ser cristiano de segunda categoría? ¿Los laicos no son la razón de ser de la Iglesia? ¿Por qué se considera ensalzados a los clérigos oficialmente fieles al Ministerio? ¿Acaso no dijo Jesús: “Los últimos serán los primeros”, y también: “Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado?

2º.-No cometiron ningún delito: Se les mira, tilda o interpreta como “traidores” al Ministerio Sacerdotal. Pero eso no es así ni mucho menos. Quizá unos pocos se hayan alejado y abandonado todo tal vez por el mal trato recibido de la propia institución eclesiástica, pero conocemos muchos profundamente creyentes, que durante muchos años estuvieron muy comprometidos con las Comunidades Cristianas, que fueron muy bien aceptados por ellas, que prestaron grandes servicios a muchas personas, que ejercieron con mucha lealtad cargos importantes. Incluso conocemos algunos que arriesgaron su vida en defensa de la causa de los más pobres. Por haber dado un nuevo giro a su vida no cometieron ningún delito ni hicieron nada indigno e impropio del ser humano, y sí les hizo sufrir mucho la forma, a veces muy poco comprensiva, de tratarlos la Iglesia Oficial. El celibato obligatorio es una ley eclesiástica. Solicitaron la dispensa del Ministerio para contraer matrimonio. ¿Acaso el matrimonio que es un Sacramento, tiene menos valor que esa ley?

3º.-Perderlo todo: Al salir lo pierden todo, incluso la compañía de su propia comunidad parroquial. No se les agradece nada. Ninguna compensación por los servicios prestados. Tienen que empezar de nuevo la vida. Hasta a veces sin tener con qué vivir ni qué comer.

4º.-Siguen siendo verdaderos pastores: Conocemos actualmente casos concretos de sacerdotes, dispensados del Ministerio que están bien comprometidos con organizaciones laicas, pero de orientación neta y explícitamente definidas como cristianas, y con las que están colaborando como voluntarios y por tanto sin interés económico alguno, o desde una austeridad netamente evangélica trabajan con los más pobres de los más pobres de la sociedad. Otros conocemos que, desde una vida realmente pobre, sin tener apenas lo mínimo elemental, están ejerciendo una gran labor evangelizadora desde diferentes medios de comunicación social, tanto escritos como radiofónicos, electrónicos e incluso catequéticos, principalmente en países pobres del Tercer Mundo, o desde esa misma situación vital como la viuda del Evangelio de las dos moneditas, están colaborando económicamente con proyectos de Cooperación al Desarrollo en países pobres. ¿Cómo es posible que desde la Iglesia oficial no haya una palabra de reconocimiento para todas estas personas, que siguen siendo sacerdotes y verdaderos pastores?

5º.-Otros no son buenos pastores: Desde el punto de vista evangélico nos parece sin duda más repudiable el mal testimonio de no pocos eclesiásticos burgueses, adictos al dinero, a la ostentación de riqueza e incluso al lujo en sus ropas y anillos, en sus coches y en sus vacaciones en estaciones de esquí, que han sido y son causa de gran escándolo para muchos creyentes, u otros que gastan mucho dinero en obras eclesiásticas ostentosas innecesarias, mientras millones de seres humanos, también hijos de Dios, se mueren de hambre en el Tercer Mundo, o salen de los Centros Penitenciarios sin tener nada de qué vivir? ¿Por qué a estos no se les aparta con mayor motivo del Ministerio, pues Jesús es mucho más tajante en el tema de la pobreza y la riqueza que en el del celibato? El compromiso de esos Ministros con el Evangelio no es sincero, porque en vez de elegir al Dios de Jesús, han elegido al Dinero.

Podríamos abundar en más consideraciones. Con las expuestas ya es más que suficiente. Simplemente, hermano Francisco, te pedimos una palabra de reconocimiento, valoración y dignificación de estas personas dispensadas del Ministerio Sacerdotal.

Acabas de pronunciar hace pocos días en Cuba estas palabras:

“Donde hay misericordia está el espíritu de Jesús. Donde hay rigidez, están solamente sus ministros”.

“Pobreza y misericordia: ahí está Jesús”

“Los ecónomos desastrosos son la mejor bendición de Dios a la Iglesia, porque la hacen libre, la hacen pobre”.

Tu, Hermano Francisco, sabes muy bien, como nos recordó el Cardenal Humes en 2009, que el celibato es una cuestión disciplinaria, es una ley eclesiástica, y por tanto no es un dogma, que no forma parte de la esencia de la Iglesia. Convertir el celibato de obligatorio en opcional no va a derrumbar la Iglesia. Dar la oportunidad de ser readmitidos al Ministerio a los más de 100.000 sacerdotes dispensados del mismo no solo no causaría ningún daño a la Iglesia, sino que haría posible ofrecer de nuevo la celebración de la Eucaristía a muchas Comunidades cristianas que carecen de ella y sin la cual no es posible concebir una verdadera Comunidad Cristiana, además de proclamar la Palabra de Dios y celebrar otros sacramentos, etc.

6º.- Una palabra de reconocimiento: Por tanto, Francisco, Obispo de Roma, Papa de la Iglesia Universal, te pedimos una palabra de reconocimiento y gratitud para tantos hermanos Sacerdotes que se pasaron decenas de años, incluso 30 ó 40, dedicados a servir a Jesucristo y fieles a la Iglesia, muchas veces en situaciones difíciles como en las áreas marginales y más pobres de las grandes ciudades o acompañando a emigrantes y desplazados a causa de conflictos bélicos, o haciendo causa común con los obreros y sectores más pobres de la sociedad, que fueron los preferidos de Jesucristo. ¿Acaso el amar a una mujer y formar una familia los ha apartado del amor de Dios? De ninguna manera, y por eso mismo tampoco los puede separar del nuestro. De ahí que, como representante público máximo de la Iglesia, te pidamos también una palabra pública y oficial por lo menos de reconocimiento y gratitud hacia ellos, y mejor aun dar el paso a su readmisión voluntaria al Ministerio. Yo devolvería muy gustoso la casulla a un gran amigo que, después de esperar más de veinte años, me la regaló por no poder ya usarla nunca más. Me daría mucha pena que no pudiera aceptarla por seguir todo igual.

Un abrazo muy cordial para ti y para ellos.-Faustino
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