Deduciendo y considerando

De la estadística al concepto, a la reflexión, a la consideración histórica, a las preguntas. 

 Nos referíamos ayer a cuestiones estadísticas, a las que no hace falta acudir porque es palpable no sólo la defección en las filas de creyentes sino el descrédito general con que la sociedad mira sin admirar a los clérigos jerarcas.

Pero a pesar de eso, todavía proliferan argumentos entre fieles ilustrados y más todavía en los discursos intramuros eclesiales --discursos llamados homilías que no admiten ni preguntas ni respuestas-- de este cariz y similares: 

--“¿Qué va a ser de Europa sin esa referencia al cristianismo: su espíritu, su cultura; la asunción del pasado, las raíces para su futuro, la comprensión de su historia?”

--“¿Qué es España si se le priva de su componente religioso secular?”

Aun admitiendo la relevancia de tales interpelaciones, y para poner las cosas en su sitio y ante la defección estadística de los prosélitos cristianos, habría que hacer referencia al otro pensamiento secular, el pensamiento heterodoxo. Ya lo hizo Marcelino Menéndez Pelayo haciendo relación desde el XV hasta “sus” días (1882) No es cuestión de acudir a fuente tan disponibles.

Únicamente cito los grupos humanos a los que taparon la boca en tiempos pasados… y no tan pasados: herejías como el arrianismo de ciertos reyes visigodos o el adopcionismo del arzobispo Elipando; reformistas protestantes del XVI; alumbrados; erasmistas; traductores de la Biblia; judaizantes; hechiceros; ilustrados; deístas; filósofos afrancesados; los partidarios de una revolución como la francesa; liberales y progresistas del XIX; librepensadores; modernistas; krausistas… No sé si el índice de su libro cita alguno más.

En la consideración de tal opresión histórica, me dejo llevar y escribo tal como las ideas me aparecen, bullendo como están en la sesera y queriendo explotar por donde sea: 

  1. ¿Qué ha sido del pensamiento no cristiano, obligado a vivir en catacumbas?
  2. ¿No hay memoria, resurrección, rescate, cita… para todos los heterodoxos que en el mundo han sido?
  3. ¿No hay también peligro de que el pasado no cristiano también se pierda?
  4. ¿No han procurado por todos los medios que ese pensamiento humano, ajeno a la creencia, no sólo se perdiera sino que ni siquiera existiera?
  5. ¿No es hora de dejar a ese otro pensamiento, el no cristiano, que se exprese?
  6. ¿No se puede saber la herencia del pensamiento heterodoxo?
  7. ¿Por qué esa saña en el pasado contra todo lo que sonara a herejía, a secularismo, a laicismo?
  8. ¿Por qué ese desprecio y vesania contra toda forma de pensamiento laico, laicista o como quieran llamarlo?
  9. ¿Por qué, atacando como atacan, no admiten que éste a su vez pueda atacarles?
  10. ¿No se dan cuenta de que, con la soberbia del que se cree en la verdad y con la fuerza que les daba la fuerza, han cortado siempre de raíz todo lo que no fuera su derivada doctrinal?
  11. ¿No se dan cuenta de que para el montón de gente era más importante vivir que expresar ideas?
  12. ¿No percibían que para el común de los mortales que no les levantaba la voz era necesidad vital mantener el trabajo para sustentar a la familia y preservar el porvenir propio profesional?
  13. ¿Por qué piensan que “su verdad” es la única verdad?
  14. ¿Por qué este pensamiento humanista, racional, no habría producido frutos de ciencia, cultura y arte igual que la producida por ellos durante siglos?
  15. ¿Por qué no admiten los hechos como tales y admiten otras causas posibles a la defección masiva que hoy día padecen? 

En España ha existido siempre un pensamiento ajeno y alejado de los credos. Lógicamente perseguido, hostigado, obligado a vivir en sus propias catacumbas… ¿Qué sucede a uno cuando quiere expresar sus ideas y por ello le persiguen? La acumulación histórica de odio, rencor o como quiera llamarse a esa permanente frustración,  estalló de las maneras más diversas. Hoy toma la vía de sacudir el polvo crédulo de las sandalias, dando satisfacción a lo humano alejándose de paraísos prometidos… que no existen. 

Bueno, de hecho así está sucediendo y a la vista está el resultado: todos huyen de los credos. ¿Por qué? 

Hay un cierto pensamiento vulgar del estilo “Yo creo en Dios pero no en los curas”; “yo creo en Dios, pero no en esta Iglesia”. No se dan cuenta, por una parte, de que si creen en Dios necesariamente creen porque alguien se lo ha dicho y porque alguien –los curas—mantiene y alimenta esa creencia. Falta consecuencia.   

No voy a ser yo el que marque su rumbo, pero a las claras está que por la vía de la dogmática caminan al vacío de sus antros rituales; que por la vía de la queja quejumbrosa terminan en plañideras; que aún por la vía de la “moralina” algún eco social tienen; que por la vía de “oenegismo” terminan siendo un apéndice de la sociedad civil… Pero éste es otro cantar.

Volver arriba