EDUCADOS POR (Y PARA) LA CORRUPCIÓN

Está la corrupción hoy tan generalizada, y se procrea y difunde con tal eficacia, que da la impresión que detrás de la misma, y en su propio origen, se encuentra todo un montaje –armazón y estructura- de ideas, procedimientos, ordenanzas y técnicas para su mantenimiento.

. Todo, o casi todo, es cuestión de educación, en el sentido de potenciar al máximo las posibilidades de cada persona, al servicio de la colectividad y desde perspectivas y valores efectivamente integrales e integradores. La educación, como principio y pauta de vida y de comportamiento, reclama profundas y sucesivas renovaciones.

. La mayoría de los valores en los que se basan ordenamientos y programas que justifiquen la educación en la actualidad, carecen de fundamentos válidos y substantivos, por lo que la corrupción campeará con facilidad y aplauso ya desde los trancos primeros que han de trazarse en los mismos.

. Se nos educó, y educamos, para el “primero yo. y después tú”, para el “caiga quien caiga”, “lo mío es lo mío”, para “todo o casi todo cuanto existe, o pueda existir, podrá ser patrimonio personal, familiar o del grupo social al que pertenezco”, al igual que “la salvación –también la eterna- es –será- solo para los católicos”, teniendo rigurosamente en cuenta esquemas de convivencia medianamente cívica y menos, humana, fiados solo, o fundamentalmente, en el respeto a normas legales que, aún con “representaciones democráticas”, se elaboraron, e impusieron, en conformidad con intereses ya determinados, de los que el bien común había sido exiliado a perpetuidad.

. Sin necesidad de tener que profundizar en demasía en tan triste diagnóstico, es de lamentar que, entre los centros de la educación censados en España, los llamados colegios “religiosos”,o que de alguna manera se relacionan con la Iglesia, no se distinguieron precisamente en el enaltecimiento, cultivo y consecución de valores que difieran de los anteriormente aquí apuntados.

. Al igual que en tantos otros centros “educadores”, primó su condición de “academia de triunfadores” en el ulterior ejercicio de su profesión y oficio en la vida, con sus correspondientes emolumentos, y sin que lo social- social acaparara espacios de respetuosa e intangible consideración, aún a costa de sacrificios empresariales, explicables, y aplicables también en tiempos de crisis.

. La identificación exhaustiva en tantas circunstancias de lugar y de tiempo de “educación religiosa” con lo referido a los actos de piedad, de reafirmación de la fe y del culto, y no con lo social, lo estrictamente evangélico y lo predicado y vivido por Cristo Jesús, carece de contenido cristiano y sagrado, y no pasa de ser una pantomima y profanación muy grave.

. Con doctrinas tan elementalmente cristianas, experiencias encarnadas en miembros claves de las “altas” clases sociales, de las finanzas y de política siempre a su servicio, no es exagerado proclamar que en los citados colegio, las técnicas de la corrupción y de la hipocresía se hubieran ya ensayado, con la comprobación gozosa de que el número de alumnos aventajados resultaba idéntico, y aún superior, al de los educados –formados, en centros no confesionales.

. Aún reconociendo con sensatez que la “ciencia y vivencia” de la educación no precisa expresamente de pedagogo catedráticos, consiliarios, capellanes, instructores y mentores especializados, los ejemplos –desejemplos- que se viven, y de los que y participa mediante informaciones y noticias, son destructivos radicalmente, por lo que la renovación- reforma de la educación tenida como “religiosa”, es inaplazable.

. Cuando en casos determinados la corrupción anida en territorios –ideas,, procedimientos y cánones-, propiamente “eclesiásticos” –y además jerárquicos- la desolación rebasa toda ponderación y medida, pero sin que esto justifique dedicar atención y tiempo especial a que no “se levanten las alfombras”, con el fin de evitar escándalos, siempre farisaicos.. La transparencia, la luz, y la verdad son elementos constitutivos de la Iglesia, por lo que la tentación de su encubrimiento es –sería- misión reduplicativamente satánica.

. Eso de que la familia cristiana es hoy centro y eje de la educación verdadera, incapacitando a los componentes de la misma para cualquier ejercicio de la corrupción, no pasa de ser desgraciadamente vana, sutil y confortable entelequia. Intentar ampararla, tal y como es y se vive en la actualidad, como algo sagrado, es ensoñación insensata, estulta e inculta. Los hechos y las noticias diarias así lo confirman. Confirman también desdichadamente que si en buena parte, el número de corruptos no alcanzó ya los confines de la infinitud, solamente fue a consecuencia de que no a todos -educandos y educados-, no se les proporcionó tan rentable, y casi impune y “triunfante” oportunidad.
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