EPISODIOS “RELIGIOSOS” (1)

- Con la humilde seguridad de no ser desmentido, noticias y documentos revelados y por revelar, cantan al unísono y en coro, que en la educación no están convenientemente “fuertes” los obispos, como tampoco lo están otros tantos colectivos eclesiásticos y aún civiles. El papa Francisco es una santa, milagrosa y admirable excepción. Los ejemplos saltaron a la vista, y de los mismos tomaron nota fieles e “infieles”, cuando miembros aún calificados del episcopado proclamaron la necesidad y urgencia de la equiparación de la MUJER en relación con el HOMBRE, social, política, laboral, empresarialmente y demás. La hipocresía- fariseísmo bíblicamente se hizo presente en multitud de alocuciones y gestos “de cara a la galería” con olvido teológico y canónico consciente de que es precisamente dentro de la propia Iglesia - estructura e infraestructura-, donde la marginación de la mujer - “pecado” por antonomasia-, es más conocida y reconocida y además “por inspiración divina”. ¡Por amor de Dios, seamos más cultos, honestos, cristianos y elegantes y menos fariseos e hipócritas¡La mujer es lo que es y está tratada –maltratada- como está, precisamente a consecuencia en gran parte de la formación – información “ religiosa” “en” y “por” la Iglesia..

- “De pleito en pleito y tiro porque me toca”. Tal y como se esperaba, ahora le ha correspondido convertirse en noticia judicial a uno de los obispos de la archidiócesis de Valencia. A muchos, que no a todos, les sorprende comprobar, cómo, para bien o papa mal, las puñetas –“adornos o puntillas”-, tanto clericales como las de los profesionales de la judicatura, se confundan y enreden en locales y gestiones destinados oficialmente a dirimir discusiones o disputas a la luz de las interpretaciones de los respectivos Códigos en su diversidad de versiones. ¿Pero es posible que a nadie, revestido de blanco, de púrpura o simplemente de colorado, no se le hubiera ocurrido pensar que in VIAJE PONTIFICIO cuesta dinero, que sus gastos hay que afrontarlos y que la “débil condición humana” permite, y hasta justifica, ciertos comportamientos “pecaminosos”, aún cuando estos sean “para mayor gloria de Dios”? . La prudencia jamás llevará a los tribunales. Ni la sencillez evangélica. Sí llevarán las fastuosidades litúrgicas o para-litúrgicas y los intereses y “rentabilidades” políticas y, por supuesto, también las eclesiásticas.

- Por motivos higiénicos las pilas del agua bendita colocadas a la entrada de los templos desaparecieron, sin que su significado lustral y purificador sufriera quebranto alguno. Estoy convencido de que en su lugar debieran colocarse cajas-recipientes de diversas formas y tamaños en las que los feligreses y asimilados introdujeran SUGERENCIAS E INICIATIVAS relacionadas con el culto y con las responsabilidades pastorales en general. El diálogo entre sacerdotes y laicos es muy deficiente en la actualidad. Con frecuencia, inexistente. Tanto, por una parte, como por la otra. El “yo” y el “nosotros” clericalmente se redactan siempre con letras mayúsculas. En minúsculas lo escriben los laicos, con excepción del AMÉN, que además suele indulgenciarse. Sin diálogo no hay Iglesia. El diálogo es forma y norma de calidad en las empresas. Es evidente que, para dialogar, hay que escuchar, es decir, ser y comportarse como m miembros de la Iglesia, en igualdad de condiciones y responsabilidades. ¡Señores curas, desarrollen al máximo la capacidad auditiva…¡¡Señores/as feligreses, hablen y escriban, aun cuando tengan que hacerlo en latín, para así ser entendidos con facilidad mayor y sin tantos misterios… ¡

- Sí, todavía, y para bien, se administra el sacramento de la Confirmación. Esta es mi última referencia: en una parroquia de Madrid, el Vicario del Vicario de la jurisdicción administrativa impartió este sacramento a casi un centenar de de catequizados, acompañados de familiares y amigos, que rondaban las trescientas personas. El Vicario del Vicario, joven y apuesto, es miembro del Opus, Los chicos/as tenían 16-17 años de edad. Antes de la Comunión, el celebrante insistió, con énfasis, teología y liturgia, en que “los comulgantes no podrían hacerlo, sin haberse antes confesado y sin HABER GUARDADO EL AYUNO EUCARÍSRICO ESTABLECIDO, accediendo con devoción al altar en “filas de a dos”. La noticia me llegó a consecuencia de la extrañeza de algunos de los familiares, convencidos de que ni el Concilio Vaticano II ni el papa Francisco parecen colocar el acento en lo de la confesión oral, ni en lo del ayuno
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