OBISPOS IMPORTANTES Y MÁS

Unos más, y otros menos, pero todos los obispos son importantes (“Importancia” quiere decir “valor, interés, categoría o influencia sociales”). También, y con referencias a la Iglesia, son importantes los clérigos, monjes y monjas, Pero en la misma Iglesia, y teológicamente, los importantes de verdad son los laicos. Es el bautismo en el que hunde las raíces, y por encima de todo, la consagración a Dios Lo acaba de proclamar el papa Francisco, y en esto nos limitamos a decir “Amén”.

. Esto no obstante, y sin hurtarle una pizca a la importancia que viste, orna y exorna a los miembros del episcopado en todos sus grados, salta a la vista que, ser y ejercer de obispo -que no de “obispa” por ahora- , lleva consigo responsabilidades de relieve, no solo religiosas, sino también sociales. Ser obispo ha sido, y en parte, todavía es, persona de importancia en España. Al menos así lo cree la mayoría de los ciudadanos, posiblemente por lo de las referencias estadísticas y del número de católicos que así se profesan.

. Basados en apreciaciones, no cuestionables algunas de ellas, los católicos de verdad siguen echando de menos, por ejemplo, que no se les consulte en relación con los nombramientos para sus diócesis o ministerios respectivos. Sacerdotes y laicos se sienten preteridos, obedientes y sumisos, al tener que resignarse a enterarse por los medios de comunicación social de la noticia de que ya, y por fin, se cuenta con un obispo o arzobispo, “sin saber de la misa la media” de su procedencia, carácter, méritos o deméritos, y en el mejor y bienaventurado mundo de la nesciencia “religiosa”.

. Ser tratados como “infantiles a perpetuidad”, laicos, sin criterios e irresponsables por obligación o por devoción -con votos o sin ellos- , nos parece poco, es decir, nada, práctico y elegante. Es hasta ofensivo. No invita a continuar en la Iglesia en activo y menos “en salida”, sino en la más aburrida y “santa” dejación y “sea lo que Dios quiera”, que es lo que parece ser que desean los responsables de tan “dedocráticos” nombramientos, aún con la inverosímil inclusión del Espíritu Santo en tal maniobra.

. ¿Pero qué es lo que sigue facilitando hoy en España el acceso al episcopologio?. ¿En qué fuentes beben los Nuncios de SS. y asesores, las informaciones que puedan inclinarles a convertir en “epíscopos” a los “episcopables”? ¿Con qué informes cuentan? ¿Quiénes son los informantes? ¿Caben recomendaciones”? ¿De qué signo, y acaso, dinero?.¿Quienes son los beneficiarios de tantas y tan claras obscuridades y faltas de transparencia evangélica?

. La necesidad de disponer comunitariamente de respuestas veraces a estas preguntas, es inaplazable y urgente. Apremiante. Con las cosas de la salvación de se puede jugar. Tampoco con las de la Iglesia- comunión. La jerarquía –“servicio santo”, y quienes no sirvan para servir, jamás podrán ser nombrados –que no elegidos- obispos, por muchas recomendaciones que se tengan, o por buenos e “inocentes” que sean los informes que les hayan llegado al Nuncio quien, por otra parte netamente eclesial, no sabe por qué ha de ser pieza decisiva en este proceso, con las Conferencias Episcopales en activo “por la gracia de Dios”

. De muy buena tinta, acaba de llegarme la noticia -que no el rumor-, de que “cuando a alguien le van a ordenar de obispo, le piden como prueba de ortodoxia, que mantenga una posición contraria a la ordenación sagrada de la mujer y en defensa de su posición actual en la Iglesia”. Tal noticia se publica en un libro, y que yo sepa, hasta ahora no ha sido desmentida ¿Pero cómo es posible que para llegar a ser hoy obispo en la Iglesia católica se le exija “en el nombre de Dios” que sea celador a perpetuidad de la discriminación que padece la mujer en la Iglesia, transformada en “pecado”, por aquello del mito bíblico de Eva? ¿Cómo será posible que la mujer prosiga intentando pertenecer y participar en la Iglesia, sufriendo tan crueles e inhóspitos “recortes”.?

. La más transparente y constructiva idea de Iglesia reclama, con arrepentimiento y penitencia, que se haga público el cuestionario –base que le sirve al Nuncio para las promociones episcopales. Resulta difícil hallar otro colectivo tan satisfecho, pero a la vez, tan necesitado, de atención y reforma, como el episcopal.

. Más que de pastores, los obispos –nuestros obispos- tienen a gala ser, comportarse y revestirse de “príncipes”. De “olor a oveja”, nada de nada. El incienso se compra por kilos.

. Sugiero con humildosidad al Nuncio de SS., que en todos los cuestionarios pre-episcopales se haga expresa referencia inquisitiva al índice de fervorosos afanes de independentismos políticos y patrióticos que ya los define, como en el caso de Cataluña y próximamente de otras Comunidades Autónomas. Tal y como se ponen hoy las cosas, cismas como estos también contribuirían a que “se acabe la Iglesia”. “Patria” y “religión” establecieron, para desgracia de una y de otra, contumaces contubernios a lo largo y doloroso de la historia.

. En los “tiempos gloriosos del Nacional Catolicismo franquista, la solución de la “tercera vía” –“obispos auxiliares”- fue provechosa para la Iglesia y la renovación de su episcopado. Hoy da la impresión de que tal solución sigue siendo válida, como en el caso de la archidiócesis de Madrid, donde se ha prescindido de los caminos consuetudinarios “oficiales”, de los que el primero en ausentarse y “ser jubilado” es el mismo Espíritu Santo. ¿Pero es que no han cambiado los tiempos “francisnaeándose” ya con santa y noble transparencia? ¿Siguen hablando de sus “cosas” los obispos en sus asambleas y comisiones, y no de las “nuestras”?
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