VERDE-ENCÍCLICA- VERDE

Siempre, pero más en los inclementes tiempos en los que vivimos, el gesto y los contenidos de la reciente encíclica del Papa Francisco sobre la ecología son de agradecer universalmente, y al margen, o sobre, cualquier tipo de creencias, dogmas o verosimilitudes. Abre de par en par las puertas de la nueva educación que necesitamos respecto a la ·”gran casa del mundo”, por otra parte tan denostado ascéticamente por la teología y los catecismos cristianos, con sus descorazonadoras incidencias en la vida familiar, social y religiosa, tanto personal como colectivamente.

. Para la teología clásica y tradicional, el mundo es uno de los tres “enemigos del alma”, que son “las delicias, pompas y vanidades terrenales”. A la vez que el “demonio y la carne”, el mundo es de por sí “in-mundo”, impuro y sucio y está manchado con imperfecciones y pecados. “Este mundo y el otro”, “echarse al mundo”, “huir del mundo”, “no ser de este mundo”, “salir uno de este mundo –morirse-“, y tantas otras frases y expresiones, demandan, en el lenguaje común sacralizado, una revaluación, con urgencia, sensatez, teología, sociología, filosofía y sentido común.

. El nuevo, y renovado, planteamiento del mundo que nos ofrece el Papa, no puede ser más generoso y evangélico. Ni más radical. Cristiano por todos sus costados. Con pocos –muy pocos- parecidos a los que durante tantos siglos, y ahora, tradicionales rutinas y amedrentamientos y cobardías se prestaron a servirnos, en los módulos aterradores de ordenamientos que se cultivaban y servían como espirituales y sagrados, en beneficio del alma y de la salvación eterna.

. La alegría parecía no tener cabida en este mundo. Ni el placer, por legítimo y “santo” que fuera, ni la diversión, ni la dicha. “En este valle de lágrimas”, exultar, gozar, “estar en la gloria”, cultivar el humor y el optimismo, la risa y el esparcimiento, la felicidad en cada una de sus acepciones… eran pecado, siendo tan solo lícita, y estando permitida su duda y reflexión acerca de su levedad o gravedad, y en qué proporción y medida las indulgencia podrían incidir en su perdonanza parcial o plenariamente.

. El Papa Francisco, con audacia, entereza y sentido de las realidades humanas y divinas, al servicio del bien común, redescubre las todavía inmensas y salvadoras posibilidades del mundo, y previo el adoctrinamiento correspondiente acerca de su mal uso y de los graves riesgos de su deterioro y desaparición, despabila a los responsables de tantos y tan graves atentados como se están cometiendo en los últimos tiempos, para su corrección, rectificación o mejoramiento.

. Plantear el tema desde presupuestos y razones de responsabilidades religiosas cristianas, inherentes a la conversión- reconversión de la fe y del servicio a la colectividad, y en definitiva, en conformidad con el plan inicial de la creación, es principio elemental de educación, de sabiduría y de pervivencia. Solo cuando la religión se entraña y se proyecte en la vida, es cuando alcanzará su justificación y pleno sentido.

. Para nadie es ya un secreto que los “religiosismos”, con profusión de rezos, bendiciones, exorcismos, maitines y laudes, sobrepellices, hisopos, rúbricas y ternos, pretendieron suplir en eficacia, comportamientos y actividades de los fieles y adscritos, hasta con fundamentos bíblicos y piadosos, llegando a calificar de “sagrados” ciertos lugares –templos- y tiempos, y de “profanos” los demás, entre otros, los profesionales, laborales, cívicos , políticos, sociales, con inclusión de los familiares.

. Reeducar resulta más arduo, difícil y problemático, que simplemente educar. Las dificultades se acrecientan hasta hacer dudar de su efectividad, cuando el objeto y disciplina del aprendizaje está de alguna manera relacionado con la religión. Cuando además los intereses personales o de grupos, las riquezas, el bienestar, la economía, las ganancias, el poder … se “religiosizaron” hasta resultar intangibles, “por ser voluntad de Dios la existencia de ricos y pobres”, el despojo de los recursos naturales llegó a “sacramentalizarse”, sin escrúpulo alguno aún hasta su “desnaturalización” automática.

. Ingente, admirable, urgente y sagrada tarea, la del Papa Francisco, que co-protagonizará con su homónimo “el loco pañero de Asís” esposado con la naturaleza y sus “hermanos” los lobos, los pájaros y los moradores del campo – templo de Dios-, en cuyos lugares de recogimiento y silencio contemplaron sus frailes su imagen divina, con reverencia, adoración, cortesía y respeto. La encíclica pontificia es lectura obligada, compendio y epítome de adoctrinamiento, cuyo examen esperamos superar para instalarnos definitivamente en la otra orilla, en la que se eterniza la felicidad…
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