Alcalá de Henares, Premio Cervantes y Vidas Ejemplares anónimas Me gustaría que en España no habláramos de 'identidades asesinas' ni, por supuesto, del asesinato de identidades
"Paseo por Alcalá de Henares donde me encuentro, tras ser bien aconsejado previamente y ahora también bien acompañado por amigos jesuitas. Y también con migrantes"
"En un reconfortante y necesario paseo una vez acabados los actos, en la famosa y bella Universidad, de la entrega del Premio Cervantes a Luis Mateos Díez"
"Atravesando las distintas calles de Alcalá me cruzo con grupos de jóvenes migrantes, algunos de ellos descubriendo la ciudad, conversando, buscando trabajo o dando tumbos"
"Quizás mi héroes de ahora, son esos héroes anónimos, como los que veo al cruzarme estos días, también en Alcalá de Henares. Son migrantes desconocidos para mí, sin nombre concreto, ni origen que yo sepa o conozca, en tierras extrañas y nuevas. Vidas Ejemplares y luchadoras muchas veces. Escondidas y heroicas que también me ayudan en mi salvación"
"Atravesando las distintas calles de Alcalá me cruzo con grupos de jóvenes migrantes, algunos de ellos descubriendo la ciudad, conversando, buscando trabajo o dando tumbos"
"Quizás mi héroes de ahora, son esos héroes anónimos, como los que veo al cruzarme estos días, también en Alcalá de Henares. Son migrantes desconocidos para mí, sin nombre concreto, ni origen que yo sepa o conozca, en tierras extrañas y nuevas. Vidas Ejemplares y luchadoras muchas veces. Escondidas y heroicas que también me ayudan en mi salvación"
Paseo por Alcalá de Henares donde me encuentro, tras ser bien aconsejado previamente y ahora también bien acompañado por amigos jesuitas. Y también con migrantes, uno de los cuales me ha regalado, tras una breve estancia en su país, una pequeña flauta boliviana que a él le ayuda a recordar sus raíces y su cultura.
Estoy en un tiempo de revisión, reposo y recuperación. Y he ido caminando hacia la plaza de Cervantes. Lo hice intencionadamente el 23 de abril de este año, dejando llevar mis pasos atraídos por la feria del libro que se celebra en esa plaza. En un reconfortante y necesario paseo una vez acabados los actos, en la famosa y bella Universidad, de la entrega del Premio Cervantes a Luis Mateos Diez, leonés de pro, como me recuerda en casa un paisano suyo (y gran amigo mío) pues nació entre montañas en la comarca de Laciana.
Atravesando las distintas calles de Alcalá me cruzo con grupos de jóvenes migrantes, algunos de ellos descubriendo la ciudad, conversando, buscando trabajo o dando tumbos. Tras la visita a la plaza, ya en casa me acerco entre otros a libro de Luis Mateo Díez 'La soledad de los perdidos' donde Ambrosio Leda el protagonista vive escondido, refugiado, desde hacía quince años en Balma, la Ciudad de Sombra, donde la posguerra es un tiempo inmovilizado que mantiene a quienes la habitan apresados por la desgracia y el remordimiento. La Depuración decretada tras la Contienda - le obligó a una huida de su hogar y le condenó a vagar por la ciudad desde el oscurecer a la mañana, buscando la subsistencia” – dice el autor - a quien le describe -en “una incursión sonámbula y grotesca en la soledad y el extravío de quienes, tras la tragedia de un siglo trágico, se vieron arrojados al abismo de la historia”. Quizás el cruce de miradas con esos migrantes y la descripción de las “huidas” nocturnas del protagonista del libro de Luis Mateo me ayuda a no perder el hilo de mi vocación unida a ellos.
"Quizás el cruce de miradas con esos migrantes y la descripción de las 'huidas' nocturnas del protagonista del libro de Luis Mateo me ayuda a no perder el hilo de mi vocación unida a ellos"
Como esta unida a esos migrantes, la mayoría africanos, con los que me cruzo provenientes de un recinto militar, en donde se hallan algunos de los cientos de ellos alojados temporalmente por el Ministerio del Migración. Me cuentan que los vecinos del Ensanche de Alcalá y comerciantes de la zona aseguran que hasta el momento no hay problemas de convivencia cuando los inmigrantes salen del centro a partir de las cinco de la tarde.
Me pregunto por la identidad de quienes se cruzan en mi caminos en estos días de variadas apuestas y ofertas políticas para decidir sin herir entre distintas sensibilidades identitarias. O para construirlas en nuevos formatos políticos o incluso enfrentándose a ellas. Me pregunto por la identidad de los emigrantes con los que me cruzo. Su origen, su familia, sus paisajes anteriores… todo lo que ha ido construyendo su identidad hasta hoy. Colores, sombras, afectos, lagrimas y luchas. Y por las causas de la dificultades en la integración
Decía Amín Malouf, premio Principe de Asturias en 2015, que la globalización ha llegado sin instrucciones de uso, y que en realidad todo el mundo se dice a sí mismo que está amenazado y que tiene que pelear para defenderse. Con exclusiones variadas, incluso legales y judiciales que tantas veces afectan a los más pobres y son defendidas muchas veces con muchos tipos de muros y vallas. Por no decir con armas. Eso provoca que hay muchos que se arrogan el papel de defensores de nuestra comunidad, de nuestro pueblo, con un excluyente discurso identitario.
Están por todo el mundo. Añado yo mismo: No solo en esta España nuestra, tan preocupada ahora por el voto de las variadas identidades de unos y otros. La gran paradoja es que nos peleamos probablemente porque nos parecemos cada vez más unos a otros.
El mismo Amin se preguntaba el porqué de las identidades excluyentes y denunciaba apasionadamente la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en el nombre de una etnia, lengua o religión. Que no es esa la locura utópica del Quijote digo yo. Su libro ‘Identidades asesinas’ es, a la vez, una tentativa de comprender por qué en la historia de la humanidad la afirmación del uno ha significado siempre la negación del otro. A la pregunta sobre su identidad, dada su condición de hombre situado entre Oriente y Occidente que gravita sobre si se siente más libanés o más francés, responde que por igual: “Lo que me hace ser yo mismo y no otro es que estoy a caballo entre dos países, entre dos o tres lenguas, entre varias tradiciones culturales. Esa es mi identidad”.
Integración contando con todos
Me gustaría que en España no habláramos de “identidades asesinas” ni, por supuesto, del asesinato de identidades ni siquiera con el (mal) uso de la palabra. E incorporarnos a toda la historia de los flujos migratorios, que tanto en Europa, Asia, America Latina y en Estados Unidos y en otros países demuestra que las situaciones migratorias desembocan en una identidad común en torno a unos valores compartidos. Lo peligroso es que las cuestiones de identidad se articulen en torno a los prejuicios y sentimientos simples y demasiado espontáneos que, por desgracia, a menudo ocultan un “racismo hipócrita”, como diría sabiamente el gran experto Sami Naïr, defensor de los derechos de los inmigrantes que, sensibilizado por su procedencia argelina, ha ayudado tanto para tender puentes de unión y conexión entre los países del Norte y los del Sur.
Sigamos una dinámica forjadora de identidades que puede verse contrariada por la ausencia de una buena política de integración que no se centre solo en los migrantes vulnerables o vulnerados –aunque priorice la preferencia por los empobrecidos–, sino que cuente con los otros, con todos, (¡en una población inmigrada que representa un 18,15% de la población total!) sin posturas asimétricas donde esos otros apenas cuentan.
Porque el otro no es un extraño. Por ahí creo camina la Fratelli Tutti, dedicada a la fraternidad y a la amistad social que conviene leer y releer. Es una llamada a “una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite”. Y donde, partiendo de una pertenencia común a la familia humana, desde el hecho de reconocernos como hermanos, porque somos hijos de un solo Creador, necesitamos tomar conciencia de que en un mundo globalizado e interconectado sólo podemos salvarnos juntos.
Estos días he viajado varias veces en los trenes de cercanías repletos de gente trabajadora de los grandes núcleos laborales de los entornos madrileños. Y a primera vista, muchos con perfil migratorio, con quienes también cruzo miradas y comparto asientos (incluso lamentos) y de vez en cuando alguna breve conversación que siempre gira en torno a sus países de origen, como hago con las buenas personas, con los migrantes –latinos- con los que también convivo en mi “hospedaje alcalaíno”.
Y recuerdo la tesis de mi amigo Sergio Barciela, buen conocedor de las migraciones como abogado y técnico een Migraciones en Cáritas Española, al defender su tesis doctoral en Comillas que afirma que: “La sostenibilidad de la vida (en este caso en las ciudades) pasa, además de por la reducción de la pobreza y la desigualdad, por el encuentro y el reconocimiento de los otros, la alteridad, esos extraños que viven relegados y marginados en los barrios más pobres y degradados”. Los pobres no son ajenos a nuestra historia personal, sino piezas necesarias de ella, como indica Fernando Vidal siguiendo a Levinas: “El otro no es un extraño, sino que hay una historia común en la que somos siameses”.
Al llegar a casa, repaso cosas ya escritas que he incorporado en este articulo. Las convalecencias dan para mucho incluso para releer algo del Quijote del que entresaco esta frase para hoy mismo
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres...
Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento".
Porque también son estos días para mí de agradecimiento por la vida
Y termino leyendo pausadamente en un jardín bien cuidado de la Residencia entre olores v de jazmín y rosas, el discurso de Luis Mateo Díez (que lo prefiero a la carta a la Ciudadanía de Pedro Sanchez) que, agradeciendo el premio Cervantes recién recibido, me ha retrotraído a mi propia infancia. Quizás la mejor patria o matria personal recordando no solo la lectura escolar de El Quijote o la adolescente de de la Ilíada sino a mis propios héroes de niño a los que admiraba (Superman, El Jabato, el Guerrero del Antifaz o los heroes grotescos y simpáticos de F. Ibañez). Y así, intentando seguir al escritor leonés en el impactante ejemplo de D. Quijote de la Mancha que tanto le marcó.
Un recuerdo con el que glosó su bello discurso en Alcalá
Dice a propósito de lo que le marcó el caballero de la triste figura:
"Poco a poco, en el mundo que iba creando, esos seres de ficción tenían, todavía sin mucha conciencia por mi parte, una incierta imagen quijotesca”
Eso me lleva de nuevo a lo que ya he recordado varias veces a propósito de otro Premio Cervantes, Agustin Goytisolo. Lo he recordado ahora sentado al lado de la estatua de D. Quijote y Sancho Panza justo antes de entrar en la Casa de Cervantes, al lado del Antiguo Hospital de Antezana, donde Ignacio de Loyola fue también acogido y donde se recrea su habitación y hasta la cocina que utilizó durante su estancia en el antiguo hospital.
Me veo ahora a la vera del Quijote, con ese su brazo alzado y acogedor. Precisamente Goytisolo, (como señalo en la presentación como mi Blog en Religion digital, ver enlace) último premio Cervantes (2015), en su discurso de aceptación del premio, nos llevó a esa bendita locura de don Quijote deshaciendo nuevamente “tuertos” y socorriendo a los “miserables”, es decir, “acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la moderna Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad”.
Uno de los emigrantes que observo en la calle mira y remira en las esquinas como querido evitar algún peligro… quizás el de algún agente de la autoridad que se les acerque para comprobar permisos…e identidades
Luis Mateo termina su discurso en Alcalá diciendo que “Mis personajes no tienen tanta nobleza”– se refiere a la del Quijote – “pero son conscientes de alguna ejemplaridad heroica, ya que sus aventuras se consuman al doblar las esquinas donde aguarda el destino y la consecuencia de alguna perdición o la expectativa de un sueño que pudiera salvarlos. A ellos vivo entregado, ya que son ellos quienes me salvan a mí”.
Quizás mi héroes de ahora, son esos héroes anónimos, como los que veo al cruzarme estos días, también en Alcalá de Henares. Son Migrantes desconocidos para mí, sin nombre concreto, ni origen que yo sepa o conozca, en tierras extrañas y nuevas. Vidas Ejemplares y luchadoras muchas veces. Escondidas y heroicas que también me ayudan en mi salvación.
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