Entrevista al cardenal Schonbörn
Me ha llegado esta entrevista por Internet que parece fue hecha a finales del mes de octubre y es muy interesante. Siento no conocer al nombre del entrevistador para incluirlo.
Ha hablado con varias personas del sínodo que habían quedado impresionadas por sus declaraciones asegurando que estas reuniones daban la posibilidad a los obispos de cambiar impresiones sobre los desafíos pastorales.
Al principio del sínodo sugerí que nos comunicáramos nuestras experiencias. Como sucesores de los apóstoles debemos ser los primeros evangelizadores. Todos hemos experimentado alegrías, miedos, triunfos, fracasos… al evangelizar y nos preguntamos ¿estamos evangelizando. Predico mucho, voy a las parroquias, escribo cartas pastorales y muchas más cosas pero cuando se habla de la “nueva evangelización” es ir más allá del trabajos pastoral diario, ese que tenemos que hacer y hacemos alegremente. Lo que el papa Benedicto XVI nos dice continuamente es que nos acerquemos a los que ya no tienen, o no han tenido nunca, contracto con el evangelio. Este es el desafío de la Nueva Evangelización. Me impresionaron algunos ejemplos que escuché en el sínodo, pues también debemos hablar de los temas que plantea la sociedad secular, la globalización y los problemas sociales, porque nos dan un cuantioso menú de lo que está pasando en el mundo. Aunque las situaciones son distintas, todas tienen algo en común. Los testimonios personales que escuchamos fueron muy emotivos
Dentro de este espíritu quisiera preguntarle sobre sus recientes experiencias pastorales en Austria. Una es el tema de la llamada rebelión de los sacerdotes. ¿Dónde se encuentra ahora su relación con este grupo?
Creo que todos los obispos austriacos tienen contactos regulares y normales con estos sacerdotes. En mi diócesis, alguno de sus líderes, están en el consejo de presbíteros. A comienzos de este mes, hablamos intensamente sobre sus cuestionamientos pues todos compartimos alguna de sus preocupaciones, ya que son temas que surgen, en el día a día. El problema estriba en la forma de darles respuestas y pienso que la mayoría de los sacerdotes y de los obispos, como ha quedado demostrado en nuestra reciente carta pastoral, creemos que alguna de las soluciones que propone este movimiento, se quedan cortas. Hay que profundizar más y analizar los problemas en un contexto más amplio. Es un desafío para todos los fieles, ya sean sacerdotes, obispos o laicos, pues debemos trabajar en una situación en la que somos minoría, aunque los números digan lo contrario. Tenemos que aprender a vivir en esta situación, y hacerlo de forma creativa
¿Su visión es que juguetear con las estructuras de la Iglesia no arregla el problema?
Eso es. Debemos afrontar el desafío de la estructura eclesial porque es una parte de la realidad. Como han hecho muchas diócesis europeas en las dos últimas décadas, por ejemplo, tenemos que reestructurar nuestra labor pastoral
Antes de entrar en ese tema déjeme que le pregunte. ¿Ha sido beneficioso este movimiento de sacerdotes para la iglesia de Austria?
Yo confío en ellos porque son gente cercana al pueblo y que comparten sus preocupaciones pero a menudo pienso que su perspectiva tiene que ampliarse. Deben pensar en las raíces de los problemas que no parecen estar en sus propuestas. Por ejemplo, el tema de la secularización no lo tratan en sus reflexiones, lo que me asombra. Estamos inmersos en una secularización radical y nuestras parroquias son minorías en el entorno.
¿Va seguir dialogando con ellos?
Desde luego. En nuestro diálogo con la curia romana, que va bien y es cordial, este tema ha surgido especialmente a raíz de la homilía del Papa el Jueves Santo. Sus palabras apuntaron a que sólo hay una posibilidad que es avanzar juntos, pero tiene que haber límites. Todos los obispos austriacos han dicho que no se puedes invita a la desobediencia y tener un cargo importante en la diócesis. Cualquier persona que esté en el mundo de los negocios lo entendería. Yo he actuado en determinadas circunstancias marcando el límite y pidiendo a esos sacerdotes que escojan.
A propósito de la reestructuraciòn de la archidiócesis que incluye cerrar o unificar dos tercios de las parroquias ¿cómo se ha recibido?
Al principio fue una reacción mixta, pero creo que muchos sacerdotes y laicos se alegraron de que algo se moviera pues el estancamiento no es la solución ya que solo hace crecer la depresión y la falta de esperanza. Todos sabemos que hay que hacer cambios. Pongo un ejemplo. Viena tiene 172 parroquias, muchas más que las que tenía en 1945 pero el número de católicos ha descendido a la mitad. Tenemos más parroquias, iglesias y edificios pero muchos menos católicos. Algo tenemos que hacer y además hacerlo bien. Hemos propuesto ceder templos a otras confesiones coptos, ortodoxos serbios y ortodoxos rumanos que están creciendo, porque en lugar de vender iglesias o cerrarlas, preferimos que se mantengan abiertas. Tampoco descarto que lo que ha pasado en Berlín suceda en Viena, donde algunas iglesias que tuvieron que cerrarse por razones económicas, han pasado a manos de laicos para convertirse en vibrantes centros de espiritualidad en un nivel distinto
Creo que esta es otra idea de su plan: no es cerrar iglesias sólo, sino reclamar un compromiso mayor del laicado
La idea principal, que también ha estado presente en el sínodo, es la comunidad cristiana pequeña. Muchos obispos de todo el mundo han hablado de ello. Vemos la necesidad y tenemos el deseo de no perder comunidades sino que se incrementen. Estamos forzados a reducir las parroquias por la administración que conllevan y sus gastos, pero queremos fomentar la creación de pequeñas comunidades cristianas dirigidas por laicos, que no estén empleados, sino que sean voluntarios. Estas gentes que viven en el campo del apostolado, hacen lo que se hace hoy día en muchas parroquias, que es tomar la responsabilidad de una gran parte de la vida de la Iglesia, de sus aspectos más vibrantes. Queremos incrementar lo que expresó el Vaticano II: el común sacerdocio de todos los cristianos con el ministerio ordenado a su servicio, para promover la santidad del pueblo de Dios. Los laicos hoy día, los bautizados, son capaces de ser auténticos testigos de la fe en Cristo en sus vidas y por tanto en la vida de pequeñas comunidades cristianas
Ese papel de los laicos es algo que el movimiento de los curas rebeldes ha promovido. ¿Hay algo de común con sus posturas?
Sí y no, porque el acento es distinto. El énfasis no se debe colocar sobre todo en los laicos asumiendo funciones en la Iglesia, sino tomando responsabilidad en la evangelización, en la misión. Nuestra primacía en la diócesis de Viena es: la misión lo primero. Incluso lo decimos en inglés: mission first. El problema está en si nos creemos capaces de atraer a la gente a Cristo, hoy día.
Alguna de las parroquias que se van a cerrar ¿pueden convertirse en centros laicales para liderar la misión?
No estamos pensando en cerrar parroquias sino en unificarlas, cinco pequeñas en una grande. Pero es cierto que esos lugares se pueden utilizar para formar pequeñas comunidades. También hay que contar con las órdenes religiosas, los movimientos eclesiales, los grupos de oración y tantas otras cosas que forman el diario vivir de la Iglesia
¿Ve algún signo de esperanza para la nueva evangelización?
Si, me sorprende la cantidad de grupos de jóvenes que se reúnen para rezar en todo el país. Es como un fuego que se extiende por todas partes. Algunos aparecen unidos a un monasterio o a una parroquia, pero otros son espontáneos lo organizan entre ellos. Se ve algo que hierve… ahí hay vida.
Ha hablado con varias personas del sínodo que habían quedado impresionadas por sus declaraciones asegurando que estas reuniones daban la posibilidad a los obispos de cambiar impresiones sobre los desafíos pastorales.
Al principio del sínodo sugerí que nos comunicáramos nuestras experiencias. Como sucesores de los apóstoles debemos ser los primeros evangelizadores. Todos hemos experimentado alegrías, miedos, triunfos, fracasos… al evangelizar y nos preguntamos ¿estamos evangelizando. Predico mucho, voy a las parroquias, escribo cartas pastorales y muchas más cosas pero cuando se habla de la “nueva evangelización” es ir más allá del trabajos pastoral diario, ese que tenemos que hacer y hacemos alegremente. Lo que el papa Benedicto XVI nos dice continuamente es que nos acerquemos a los que ya no tienen, o no han tenido nunca, contracto con el evangelio. Este es el desafío de la Nueva Evangelización. Me impresionaron algunos ejemplos que escuché en el sínodo, pues también debemos hablar de los temas que plantea la sociedad secular, la globalización y los problemas sociales, porque nos dan un cuantioso menú de lo que está pasando en el mundo. Aunque las situaciones son distintas, todas tienen algo en común. Los testimonios personales que escuchamos fueron muy emotivos
Dentro de este espíritu quisiera preguntarle sobre sus recientes experiencias pastorales en Austria. Una es el tema de la llamada rebelión de los sacerdotes. ¿Dónde se encuentra ahora su relación con este grupo?
Creo que todos los obispos austriacos tienen contactos regulares y normales con estos sacerdotes. En mi diócesis, alguno de sus líderes, están en el consejo de presbíteros. A comienzos de este mes, hablamos intensamente sobre sus cuestionamientos pues todos compartimos alguna de sus preocupaciones, ya que son temas que surgen, en el día a día. El problema estriba en la forma de darles respuestas y pienso que la mayoría de los sacerdotes y de los obispos, como ha quedado demostrado en nuestra reciente carta pastoral, creemos que alguna de las soluciones que propone este movimiento, se quedan cortas. Hay que profundizar más y analizar los problemas en un contexto más amplio. Es un desafío para todos los fieles, ya sean sacerdotes, obispos o laicos, pues debemos trabajar en una situación en la que somos minoría, aunque los números digan lo contrario. Tenemos que aprender a vivir en esta situación, y hacerlo de forma creativa
¿Su visión es que juguetear con las estructuras de la Iglesia no arregla el problema?
Eso es. Debemos afrontar el desafío de la estructura eclesial porque es una parte de la realidad. Como han hecho muchas diócesis europeas en las dos últimas décadas, por ejemplo, tenemos que reestructurar nuestra labor pastoral
Antes de entrar en ese tema déjeme que le pregunte. ¿Ha sido beneficioso este movimiento de sacerdotes para la iglesia de Austria?
Yo confío en ellos porque son gente cercana al pueblo y que comparten sus preocupaciones pero a menudo pienso que su perspectiva tiene que ampliarse. Deben pensar en las raíces de los problemas que no parecen estar en sus propuestas. Por ejemplo, el tema de la secularización no lo tratan en sus reflexiones, lo que me asombra. Estamos inmersos en una secularización radical y nuestras parroquias son minorías en el entorno.
¿Va seguir dialogando con ellos?
Desde luego. En nuestro diálogo con la curia romana, que va bien y es cordial, este tema ha surgido especialmente a raíz de la homilía del Papa el Jueves Santo. Sus palabras apuntaron a que sólo hay una posibilidad que es avanzar juntos, pero tiene que haber límites. Todos los obispos austriacos han dicho que no se puedes invita a la desobediencia y tener un cargo importante en la diócesis. Cualquier persona que esté en el mundo de los negocios lo entendería. Yo he actuado en determinadas circunstancias marcando el límite y pidiendo a esos sacerdotes que escojan.
A propósito de la reestructuraciòn de la archidiócesis que incluye cerrar o unificar dos tercios de las parroquias ¿cómo se ha recibido?
Al principio fue una reacción mixta, pero creo que muchos sacerdotes y laicos se alegraron de que algo se moviera pues el estancamiento no es la solución ya que solo hace crecer la depresión y la falta de esperanza. Todos sabemos que hay que hacer cambios. Pongo un ejemplo. Viena tiene 172 parroquias, muchas más que las que tenía en 1945 pero el número de católicos ha descendido a la mitad. Tenemos más parroquias, iglesias y edificios pero muchos menos católicos. Algo tenemos que hacer y además hacerlo bien. Hemos propuesto ceder templos a otras confesiones coptos, ortodoxos serbios y ortodoxos rumanos que están creciendo, porque en lugar de vender iglesias o cerrarlas, preferimos que se mantengan abiertas. Tampoco descarto que lo que ha pasado en Berlín suceda en Viena, donde algunas iglesias que tuvieron que cerrarse por razones económicas, han pasado a manos de laicos para convertirse en vibrantes centros de espiritualidad en un nivel distinto
Creo que esta es otra idea de su plan: no es cerrar iglesias sólo, sino reclamar un compromiso mayor del laicado
La idea principal, que también ha estado presente en el sínodo, es la comunidad cristiana pequeña. Muchos obispos de todo el mundo han hablado de ello. Vemos la necesidad y tenemos el deseo de no perder comunidades sino que se incrementen. Estamos forzados a reducir las parroquias por la administración que conllevan y sus gastos, pero queremos fomentar la creación de pequeñas comunidades cristianas dirigidas por laicos, que no estén empleados, sino que sean voluntarios. Estas gentes que viven en el campo del apostolado, hacen lo que se hace hoy día en muchas parroquias, que es tomar la responsabilidad de una gran parte de la vida de la Iglesia, de sus aspectos más vibrantes. Queremos incrementar lo que expresó el Vaticano II: el común sacerdocio de todos los cristianos con el ministerio ordenado a su servicio, para promover la santidad del pueblo de Dios. Los laicos hoy día, los bautizados, son capaces de ser auténticos testigos de la fe en Cristo en sus vidas y por tanto en la vida de pequeñas comunidades cristianas
Ese papel de los laicos es algo que el movimiento de los curas rebeldes ha promovido. ¿Hay algo de común con sus posturas?
Sí y no, porque el acento es distinto. El énfasis no se debe colocar sobre todo en los laicos asumiendo funciones en la Iglesia, sino tomando responsabilidad en la evangelización, en la misión. Nuestra primacía en la diócesis de Viena es: la misión lo primero. Incluso lo decimos en inglés: mission first. El problema está en si nos creemos capaces de atraer a la gente a Cristo, hoy día.
Alguna de las parroquias que se van a cerrar ¿pueden convertirse en centros laicales para liderar la misión?
No estamos pensando en cerrar parroquias sino en unificarlas, cinco pequeñas en una grande. Pero es cierto que esos lugares se pueden utilizar para formar pequeñas comunidades. También hay que contar con las órdenes religiosas, los movimientos eclesiales, los grupos de oración y tantas otras cosas que forman el diario vivir de la Iglesia
¿Ve algún signo de esperanza para la nueva evangelización?
Si, me sorprende la cantidad de grupos de jóvenes que se reúnen para rezar en todo el país. Es como un fuego que se extiende por todas partes. Algunos aparecen unidos a un monasterio o a una parroquia, pero otros son espontáneos lo organizan entre ellos. Se ve algo que hierve… ahí hay vida.