Políticos que miren alto y hacia arriba

El cotarro político está muy revuelto. La estima de los partidos y su gente por parte del pueblo anda muy, muy baja. Y es una lástima porque la política, bien entendida, es en sí una dedicación tan noble como necesaria. ¿Escasean también las buenas vocaciones? ¿No se apunta a los partidos y a los cargos lo mejor de cada casa, lo mejor de cada promoción, los profesionales más idealistas y capaces? Esa es otra asignatura –otra carrera completa- pendiente. A veces “los mejores” escurren el bulto y retiran los hombros dejando la carga y el cargo a los menos dotados o a los menos idealistas, que luego vamos a criticar muy severamente.

El epigrama brevecito que sigue puede parecer malicioso, pero no va mucho más allá del juego verbal y la ironía. Ni desconoce el autor que hay en la vida pública gente buena y honrada. Nace de la nostalgia de unos partidos enfocados ante todo al servicio ciudadano, de una clase política generosa, con verdadera vocación de trabajar por el pueblo que eventualmente le elige. Esa política limpia que no ponga como fin el medro personal y los intereses del propio partido. Es la utopía por la que muchos ingenuos seguimos esperando cada día. El título y el apunte que le sigue me lo sugirió un hombre público ensalzando entonadamente la "altura de miras" y las calidades, no consta que muy probadas, de un colega de partido.

CON ALTURA DE MIRAS



El gobernante próspero
se construyó una casa que fuera la más fuerte,
la más bella,
la más alta,
y su cuarto de estar puso en el último piso
para ver desde allí su calle y a su pueblo
con altura de miras.
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