“Seréis mis testigos” (13.5.18)
San Lucas escribió un evangelio donde cuenta “todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando” hasta su victoria sobre la muerte. La ascensión es lo mismo que la resurrección entendida como entrada en la plenitud de la vida. El Resucitado, gracias al Espíritu, sigue vivo en la comunidad cristiana. Así en su segundo libro –“Hechos de los Apóstoles”- el evangelista Lucas inicia el relato cubre los primeros pasos de la comunidad cristiana que debe ser testigo haciendo inolvidable a Jesucristo.
"¿Qué hacéis “mirando al cielo?”. Es la tentación que hoy podemos tener los cristianos en una sociedad cada vez más secularizada que si bien busca el bienestar, está herida por la injusticia y la exclusión de los más pobres. Como el ambiente del mundo nos resulta incómodo y a veces agresivo contra nuestras mismass creencias religiosas, la tentación es meternos en la sacristía, crear grupos cerrados para tener un microclima cálido, asegurar nuestros rezos y dejar que esta humanidad se pudra. Según el evangelio, los discípulos de Jesús no deben salir de este mundo. No deben quedar mirando al cielo extasiados y ciegos ante lo que sucede en la tierra. El papa Francisco insiste en la exhortación Alegraos y regocijaos: “Tu identificación con Cristo y sus deseos implica el empeño por construir con él ese reino de amor, justicia y paz para todos”.
Ser testigos “hasta los confines del mundo”. Estanos en mundo cada vez más globalizado; todos formamos una sola familia. Nada humano es ajeno a los seguidores de Jesucristo. Y nuestra humanidad está herida por fuerzas demoníacas como son la fiebre posesiva, la soberbia y la insaciable codicia. En esa humanidad de la que formamos parte los cristianos, es actual la invitación de Jesús en evangelio de hoy: ”echad demonios en mi nombre”
"¿Qué hacéis “mirando al cielo?”. Es la tentación que hoy podemos tener los cristianos en una sociedad cada vez más secularizada que si bien busca el bienestar, está herida por la injusticia y la exclusión de los más pobres. Como el ambiente del mundo nos resulta incómodo y a veces agresivo contra nuestras mismass creencias religiosas, la tentación es meternos en la sacristía, crear grupos cerrados para tener un microclima cálido, asegurar nuestros rezos y dejar que esta humanidad se pudra. Según el evangelio, los discípulos de Jesús no deben salir de este mundo. No deben quedar mirando al cielo extasiados y ciegos ante lo que sucede en la tierra. El papa Francisco insiste en la exhortación Alegraos y regocijaos: “Tu identificación con Cristo y sus deseos implica el empeño por construir con él ese reino de amor, justicia y paz para todos”.
Ser testigos “hasta los confines del mundo”. Estanos en mundo cada vez más globalizado; todos formamos una sola familia. Nada humano es ajeno a los seguidores de Jesucristo. Y nuestra humanidad está herida por fuerzas demoníacas como son la fiebre posesiva, la soberbia y la insaciable codicia. En esa humanidad de la que formamos parte los cristianos, es actual la invitación de Jesús en evangelio de hoy: ”echad demonios en mi nombre”