"Somos hoy nuestro propio pasado y lo que queremos ser: nuestro futuro" El tiempo acontece en el alma, en la memoria y en la intimidad de la propia persona

El tiempo
El tiempo

"Nuestro pasado personal y colectivo (pueblo – Iglesia) están presentes hoy en nuestra vida"

"El presente es una síntesis del pasado, de lo ya vivido y del futuro, de lo que deseamos ser"

"Cristo es el centro del tiempo: principio y fin. Nuestro tiempo y nuestra historia, como la de Cristo, termina en la eternidad de Dios"

"Ex memoria, spes: La esperanza nace de nuestra memoria, de nuestro recuerdo"

  1. feliz año nuevo. consideraciones sobre el tiempo.

         En primer lugar feliz año nuevo, feliz vida.

         No es fácil saber y definir lo que sea el tiempo. Decía San Agustín: Si no me preguntas, sé lo que es; en cuanto me peguntas, no sé lo que es.

 “Ayer” ya pasó; “mañana” todavía no es. Vivimos entre lo que “ya no es” porque pasó y lo que “todavía no es”, porque “no ha llegado” El “presente” es algo muy fugaz, rápido, se nos escapa como el agua en las manos. Nuestra existencia transcurre y la vamos llenando de vivencias, acontecimientos, “historia e historias”. Vivimos entre el pasado y el futuro.

 pasado

Recordamos nuestro pasado: fragmentos de nuestra más lejana infancia: los abuelos, el pueblo, el caserío, las fiestas, personas, tal vez una enfermedad que sufrimos, un accidente, una muerte. Más adelante en la adolescencia hicimos las primeras opciones en los estudios, en la vida religiosa, en los primeros balbuceos afectivos. Más tarde trabajamos, estudiamos, tomamos otras opciones de hondo calado: matrimonio, hijos, sacerdocio, vida religiosa, opciones también políticas, sindicales, culturales, etc. En el transcurrir de la vida hemos vivido acontecimientos densos: la muerte de nuestros padres, de alguno de nuestros hermanos, quizás la vida nos ha deparado enfermedades, hemos asistido a acontecimientos políticos notables: la dictadura, la transición, conflictos culturales en el euskera (Arázanzu por los años 1950-1960), en la teología, hemos vivido el Concilio Vaticano II.

reloj

El tiempo no son los calendarios y agendas que con una cierta ilusión estrenamos cada año, cada curso. Decía San Agustín (354-430) que

El tiempo acontece en el alma / memoria, en la intimidad de la propia persona. El tiempo de la existencia humana es la distensión, el transcurrir del alma humana.[1]

         Podemos pensar que el tiempo son todas las vivencias que hemos tenido en nuestro transcurrir, que, aunque ya pasaron en el tiempo, sin embargo hoy están muy presentes en nosotros. En cierto sentido somos hoy lo que fuimos. Nuestro pasado personal y colectivo (pueblo – Iglesia) están presentes hoy en nuestra vida. El preconcilio, aquella educación moral férrea, el hambre que pasamos en la larga postguerra, la educación, la escuela a la que fuimos en cierto sentido están hoy presentes en nuestra alma (memoria), en nuestro modo de pensar e interpretarnos e interpretar la historia.

         Somos hoy nuestro propio pasado.

 futuro

         Al mismo tiempo, y en cierto sentido, somos lo que queremos ser: somos futuro. El futuro condiciona nuestro presente. Las opciones de vida que tomamos hoy respecto del futuro, condicionan nuestro presente. Si somos creyentes o menos, nuestra ideología política, nuestras aspiraciones, etc. condicionan el modo de vida presente.

         Somos futuro.

Tiempo

 presente

         El presente, que parece lo más consistente que tenemos, se nos escurre como el agua entre las manos.

El presente es una síntesis del pasado, de lo ya vivido y del futuro, de lo que deseamos ser.

         Si hacemos una lectura de las etapas de la vida:

  • ü el niño es puro presente: todavía “no tiene” pasado, su memoria personal es muy pequeña, su futuro, visto desde el niño, le queda muy lejano.
  • ü El joven es puro futuro: Tiene toda la vida por delante, todo está por hacer: los estudios, el trabajo, la afectividad, las amistades, el deporte, etc.
  • ü El anciano es más bien pasado: vive de lo que ha vivido, recuerda: en aquellos tiempos… Por eso el anciano recuerda siempre y se “refugia” en el pasado: “entonces había, éramos, se vivía…”

EL tiempo

  1. Del cronómetro al tiempo vivido: kronos y kairós.

El tiempo medido, el calendario es algo distinto al tiempo vivido, o como dice Francisco en la Fratelli tutti: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro (n 66).

Cuando estamos enfermos, una noche se nos hace “eterna” y no pasa nunca. Cuando estamos sumidos en un problema, un conflicto, el tiempo es infinitamente más largo a cuando estamos en una situación amable, más o menos feliz.

Muy tempranamente en la iglesia al tiempo vivido serenamente como salvación le comenzaron a denominar kairós: tiempo de gracia, salvifico.

         El nuestro no es un mero transcurrir, sino que estamos en un tiempo, en una historia de salvación. Cristo es el centro del tiempo: principio y fin. Nuestro tiempo y nuestra historia, como la de Cristo, termina en la eternidad de Dios.

Dios y el tiempo

  1. Ex memoria, spes: La esperanza nace de nuestra memoria, de nuestro recuerdo.

         Esto es algo que los hijos de la ilustración no aceptamos de buen grado, porque pensamos que la salida a la vida está en el progreso y en el futuro de la ciencia, en estos momentos nuestra esperanza está en la vacuna. Pero en realidad la salida al tiempo, a la vida (y a la muerte) está en el pasado vivido por Cristo. La salida al problema de la vida -y de la muerte- está en la resurrección, no en el hospital.

         El tiempo es la duración del ser humano, la eternidad es la duración de Dios. La salida al tiempo está en la eternidad.

  1. Como María.

         En este día de año nuevo, celebramos la fiesta de María, la como Madre del Señor. En el transcurrir de nuestra vida, tengamos la actitud de María, que meditaba todas estas cosas, guardándolas en su corazón.

[1] San AGUSTÍN, Las confesiones, libro XI, cp 26, n 33

Madre de Dios
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