"El centro de la iglesia es Cristo, no la jerarquía" Una Iglesia en la que se viva una dialéctica del poder, no es la JesuCristo
"Puede parecer un poco ingenuo, quizás simple, pero lo genuino del cristianismo (y del ser humano) es el amor"
"Podríamos decir que la Cena, el amor y el lavatorio de los pies son momentos fundacionales de la Iglesia"
"Y hoy en la Iglesia hay tensiones y búsquedas de poder, enfrentamientos contra Francisco y contra el pueblo creyente no por la verdad, sino por el poder"
"Y hoy en la Iglesia hay tensiones y búsquedas de poder, enfrentamientos contra Francisco y contra el pueblo creyente no por la verdad, sino por el poder"
- amor y servicio.
El jueves Santo tiene densos contenidos humanos y cristianos: la libertad (el Éxodo / la Pascua judía), la Eucaristía, el nacimiento de la Iglesia con el lavatorio de los pies. Pero este año se me hacen más urgentes el amor y el servicio.
02 El amor de Jesús y de Dios en la tradición de san Juan
La tradición de San Juan (Evangelio y tres brevísimas cartas), tienen un tema central: el amor. Dios es amor.[1]
Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. (Jn 4,8)
Jesús es expresión (sacramento) del amor de Dios.
La Iglesia, solamente será asamblea cristiana si es una comunidad cuyo eje central es el Dios de amor manifestado en Cristo. La Iglesia es de Cristo si lo es del amor de Cristo.
Puede parecer un poco ingenuo, quizás simple, pero lo genuino del cristianismo (y del ser humano) es el amor.
Cuando nosotros, los cristianos de a pie, hablamos de Iglesia, propiamente no pensamos en la Asamblea de cristianos que se siente amados por JesuCristo y en torno a Él, sino que cuando hablamos de Iglesia, hablamos de la Jerarquía, del Vaticano, Roma, la curia, etc…
Cercano ya el final, habiendo amado a los suyos, Jesús los amó hasta el final.
Podríamos decir que la Cena, el amor y el lavatorio de los pies son momentos fundacionales de la Iglesia…
En la Última Cena está “naciendo” la comunidad cristiana: y lo decisivo no es quién haya de tener el poder: Pedro no entiende ni palabra de lo que allí se está fraguando, por eso dice: tú no me lavarás los pies jamás… A lo que Cristo responderá: Si no te lavo los pies no tienes nada que ver conmigo. Solamente entiende lo que allí está ocurriendo quien ama y quien sirve, es decir: el Discípulo Amado.
Ni en la Última Cena de Jesús ni hoy el poder entiende estas cosas. Tú no me lavas los pies jamás. Hay cosas que solamente se entienden desde el amor. Jesús conferirá a Pedro la autoridad (no el poder) después de preguntarle tres veces si le ama: Pedro, ¿me amas? ... Apacienta mis ovejas. (Jn 21,15-17).
Una Iglesia en la que se dé una dialéctica de poder, no es la Iglesia de Jesús. Y hoy en la Iglesia hay tensiones y búsquedas de poder, enfrentamientos contra Francisco y contra el pueblo creyente no por la verdad, sino por el poder. La “reconstrucción” evangélica de nuestra propia diócesis de San Sebastián no se conseguirá desde el poder, sino desde el amor y el servicio al pueblo.
Tales posturas no son la Iglesia de Jesús.
- El discípulo amado
La figura del Discípulo Amado es propia y exclusiva de la tradición de San Juan.
El Discípulo Amado comienza a parecer en la Última Cena.[2]
Los discípulos, todos nosotros que intentamos ser discípulos de Jesús somos discípulos amados. Dios, JesuCristo nos aman a todos. Y a los cristianos nos conocerán por el amor: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros. (Jn 15,9-10)
En estos momentos de dificultades eclesiales y eclesiásticas nos hará bien a todos volver a la fuente, al origen, a Cristo. El centro de la iglesia es Cristo, no la jerarquía. La Iglesia es la asamblea de misericordia, de bondad, de respeto a las personas.
Os conocerán no por el orden jerárquico, ni por la exactitud de vuestras reuniones litúrgicas o doctrinales, ni por vuestro Derecho Canónico. Os conocerán porque os amáis unos a otros.
Permaneced en mi amor. (Jn 15,9)
- Humildad y servicio.
Jesús nos exhorta a vivir en el amor, después de haberse quitado el “manto” de Señor (bíblicamente es el mismo manto que le vestirán en la pasión después de la flagelación), se ciñe una toalla para lavar los pies de sus discípulos.
Jesús se hace siervo, esclavo (lavar los pies era tarea propia de los esclavos) y constituye un momento fundacional de la iglesia. Somos iglesia de Cristo por nuestra disponibilidad y servicio especialmente para con lo más humildes de la asamblea cristiana y de la sociedad.
Es momento de volver al origen, a Cristo. Yo creo en el evangelio que hemos escuchado y, dentro de mi condición pecadora, procuro hacer mío lo que hemos escuchado al Señor:
Permaneced en mi amor
Os he dado ejemplo, haced vosotros lo mismo
[1] Jn 13,35: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros.
Jn 15,9-10: Como el Padre me ha amado, {así} también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
1Jn 4,7: El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
1Jn 4, 10-12: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo {como} propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros.
1Jn 4,16: Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él.
[2] Hay siete menciones al Discípulo Amado y las siete están al final del evangelio, a partir de la Última Cena:
+ Recostó su cabeza en el Señor en la Última Cena (Jn 13,23)
+ Al pie de la cruz el D Amado acoge a María en su casa (Jn 19,26).
+ El D Amado llega al sepulcro antes que Pedro, (Jn 20,2)
+ Junto al lago, quien ve al Señor resucitado es el D Amado (Jn 21,7).
+ El D Amado sigue al Señor resucitado y a Pedro, (Jn 21,20).
+ Se corrió el rumor que el D amado no moriría, (Jn 21,23.)
+ El D Amado, sea quien fuere, es el testigo y autor del Evangelio. (J 21,24)