Lo que hace es que seamos de Cristo: Yo soy de Cristo ¿Yo soy de Pablo, yo soy de Cefas, yo soy de Apolo, yo soy de Munilla, yo soy de Müller, yo soy de Francisco?
Ecumenismo: es una palabra que viene del griego: oikos significa “hogar”. (Eco-nomía significa la ley del hogar, eco-logía es el tratado sobre el hogar, etc. Ecumenismo es “el hogar habitado”, que en aquellos tiempos eran –más o menos- los países en torno al mar Mediterráneo. Modernamente el Ecumenismo es el movimiento que trata de reconciliar en el mismo hogar a los cristianos e Iglesias separadas).
- Creo en la Iglesia una.
En el credo decimos: creo en la Iglesia una. Por otra parte, evocando a San Pablo cantamos también: un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo… (Efe 4,5-7). Y recordando el evangelio de San Juan deseamos que todos sean uno, (Jn 17,21).
Ahora bien, la unidad no requiere uniformidad. Las “unas formas”, los “uniformes” pertenecen más bien a otros ámbitos, militares, deportivos, etc…
La Iglesia nació plural. Ya en el NT, desde los primeros momentos surgieron comunidades cristianas (iglesias) unidas pero plurales: las comunidades de Pablo eran carismáticas, diversas de la tradición eclesial judeo-cristiana más unidas a la mentalidad del AT, otro estilo configuraba las comunidades de Juan mucho más reducidas y más centradas en Cristo (en el “Yo soy” del evangelio de Juan).
Y es que la verdad no cabe en una fórmula, en una definición dogmática, en una liturgia… (Si tú sabes qué es la verdad, esa no es la verdad)
Hans Küng expresaba muy bien esta realidad plural:
La Iglesia de Cristo, según el Nuevo Testamento, no es una Iglesia de unitarismo centralista e igualitarismo –y menos totalitario-. No conoce la uniformidad, sin alegría ni libertad, de una organización única o de tipo único de unidad. No entra en la esencia de la Iglesia ni el culto uniforme, ni la disciplina uniforme, ni la teología uniforme. Apoyándose en Efe 4,4-6 se podría más bien afirmar lo contrario.
Pluralidad en el culto: un solo Dios, un solo Bautismo, una sola Eucaristía, pero pueblos distintos, comunidades distintas, lenguas distintas, ritos y formas de piedad distintas, cantos y ornamentos distintos, distintas oraciones y, en este sentido, iglesias distintas. Pluralidad también en la teología: Un solo Dios, un solo Señor, una sola fe y una sola esperanza, pero distintas teologías, distintos sistemas, distintos estilos de pensar, aparatos conceptuales y terminologías, distintas escuelas, tradición y tendencias en la investigación, distintas universidades y distintos teólogos y, en este sentido, una vez más, distintas iglesias. Pluralidad finalmente también en el orden eclesiástico: un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu, un solo cuerpo, pero diversas ordenaciones de vida, diversas estructuras de derecho, diversas naciones y tradiciones, diversos usos y costumbres y sistemas de administración y así finalmente, también en este sentido, distintas iglesias.[1]
- Unidad de todas las Iglesias.
A lo largo de la historia y por “mil” motivos religioso.políticos, la unidad de la Iglesia se fue fragmentando:
+ En el año 1054 se produjo la gran ruptura entre Constantinopla y Roma de la que surgiría la gran tradición Ortodoxa.
+ En el siglo XVI se escindieron la Reforma luterana (protestantismo) y el anglicanismo. Posteriormente fueron surgiendo muchas subdivisiones en las iglesias reformadas.
Movimiento ecuménico por la unidad de los cristianos
En 1910 en Edimburgo, en el ámbito anglicano (y protestante) nació el movimiento Ecuménico con la nostalgia de volver a la unidad originaria. La Iglesia católico romana no sintonizará con estos nuevos vientos (Espíritu) de reconciliación hasta Juan XXIII, Pablo VI, el cardenal Bea y algunos teólogos: Congar entre ellos, quienes a mediados del siglo XX y con el Concilio Vaticano II simpatizaron con el movimiento Ecuménico.
¿Se logrará la unidad?
Vamos a pensar y orar para que así sea.
Cuando se produzca el acercamiento de las Iglesias esta vuelta a la unidad no será por sometimiento de nadie a nadie, sino que será también una “vuelta plural a la unidad”.
Todos somos y seremos cristianos desde nuestra tradición cristiana. Los ortodoxos seguirán siendo cristianos desde su venerable tradición litúrgica, desde su concepción de iglesias locales, etc… Los hermanos protestantes vivirán su cristianismo desde su amor la Palabra (Biblia) y desde una honda comprensión de la justificación (redención), los católicos romanos seremos siempre más dogmáticos.
Será una unidad en una hermosa pluralidad.
- Unidad y pluralismo hacia dentro de la Iglesia católica.
Dentro de nuestra misma Iglesia católico romana hay tensiones, cuando no enfrentamientos y rupturas. Lo estamos viviendo en nuestra propia diócesis de San Sebastián.
Nosotros nos podemos aplicar lo que hemos escuchado en la 2ª lectura (1ª Corintios): hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo». Nosotros decimos: “Yo soy de Munilla, yo de Rouco, yo de Francisco…” Lo que hace falta es que seamos de Cristo: “Yo soy de Cristo”.
Necesitamos volver no tanto a un obispo que sea buena gente y competente: necesitamos volver a Cristo. Hemos sido bautizados en Cristo, no en un obispo.
Y la vuelta a la unidad intraeclesial e intradiocesana será también en un respeto a la pluralidad de expresiones de la fe
Esta unidad no se conseguirá por sometimiento a las tendencias teológico-morales férreas, ni por recuperación de liturgias coreográficas más que celebraciones de la Eucaristía que se parezca a las “comidas con pecadores y publicanos” de Jesús. La unidad no se conseguirá por normativas de castigo, que no sirven de nada, sino de sufrimiento, fracaso y frustración como hemos vivido durante estos últimos doce años.
La unidad en nuestra iglesia local y en la Iglesia se producirá desde un sereno y respetuoso pluralismo no desde el linchamiento de quien no piensa como yo.
Podremos rezar y cantar: Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo pero con estilos de pensar diversos, aparatos conceptuales varios, teologías, celebraciones y encuentros plurales.
Que todos sean uno
[1] KÜNG, H. La Iglesia, 329.
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