"Los reyes de este mundo, las multinacionales controlan todos los mecanismos de poder del mercado" Yo soy rey: Vivimos entre dos eternidades (alfa y omega), no entre dos "nadas"
- Final del año litúrgico.
Concluimos el curso litúrgico con esta fiesta de honda raigambre bíblica: Xto Señor del universo, si bien como fiesta en el calendario litúrgico es relativamente nueva, ya que la instituyó el papa Pío XI en 1925.
Por otra parte, haremos bien en purificar esta imagen de Cristo rey de toda connotación política.
Hemos escuchado en el evangelio el diálogo “judicial” que Pilatos sostiene con Jesús. El eje del relato de Jesús es su realeza enmarcada en el estilo y criterios propios de la tradición de San Juan.
La escena tiene un fuerte tono de ironía, muy propia -por otra parte- de este evangelista.
San Juan podía haber presentado a Jesús como rey en otro u otros momentos más brillantes de su vida. Sin embargo Jesús es presentado y proclamado rey en el juicio y cuando va a ser entregado a su ejecución y muerte en la Cruz.
A la pregunta acerca de si “tú eres rey”, Jesús responde que sí, Yo soy Rey, pero su corona es de espinas, su manto de sangre y su trono la cruz… y en el rótulo de condena puesto en la cruz reza: Jesús nazareno REY de los judíos.
- 0 Yo soy rey.
Unas notas previas para centrarnos en Cristo
- Muy al estilo del evangelio de San Juan, el encuentro entre Jesús y Pilato, como todo el relato de la pasión según san Juan tiene un ritmo lento, hierático, majestuoso.
- Una vez más el evangelista Juan emplea un solemne “Yo soy”, sobre el que está construido todo el evangelio. El evangelista san Juan aplica a Jesús esta expresión: “Yo soy”, o la idea de que Cristo es o nosotros somos en Cristo en más de 50 ocasiones
Jn 4,10-15 Yo soy el agua viva
Jn 6,35 Yo soy el pan de vida.
Jn 8,12 Yo soy las luz del mundo.
Jn 10,14 Yo soy el buen pastor y conozco las mías.
Jn 11,25 Yo soy la resurrección y la vida.
Jn 14,6 Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Jn 18,5 Yo soy: los soldados por tierra...
Jn 18,37 Yo soy rey.
San Juan recoge la expresión “Yo soy” del AT.
Lo mismo que en tiempos del Éxodo, Dios es: “Yo soy el que soy” y el faraón es un “don nadie”, ahora, ante Pilatos -y ante todos los hombres de poder- Jesús hace suyo este tono (espíritu) vital: Yo soy Rey.
- Este modo de construir este evangelio el evangelio de Juan imprime una gran densidad cristológica: Yo soy. Quien es decisivo es Cristo.
Jesús no hablaba así en su lenguaje habitual. Más bien el modo de hablar de Jesús sería el de los sinópticos: la parábola del hijo pródigo o del buen samaritano, de Lucas, etc.
El “Yo soy” imprime una gran solemnidad a la comprensión de JesuCristo
- O sea que ¿tu eres rey?
Los judíos en el evangelio de Juan no solamente son una etnia, un pueblo, sino que son una magnitud negativa. Cuando Juan hace alusión a las fiestas judías dice con un cierto distanciamiento: “se celebraba la fiesta, la pascua de los judíos”, no la Pascua cristiana.
Pues bien, Los judíos son los que entregan a Jesús al poder romano, Pilatos, porque tenían miedo de que Jesús cambiase la mentalidad religiosa del pueblo frente al templo, la ley, los sacerdotes, etc. Y “malponen” a Jesús frente al poder romano, diciendo que Jesús no es amigo del César…
El poder siempre tiene miedo a perderlo.
Que Pilato le pregunte a Jesús si es rey tiene, por otra parte, una cierta ironía y retranca más que llamativa. Imaginemos que un pobre hombre, detenido de noche hace unas pocas horas en un huerto, es llevado como reo al tribunal de Estrasburgo o al Capitolio de Washington y le acusan de ser o de hacerse pasar por rey.
¿Quién es ese pobre hombre frente a Pilatos, ante Roma, frente al esplendor del Templo?
Jesús responde que sí, que es rey, pero que su reino no es como los de este mundo. Sí yo soy rey, pero mi reino no es como los de este mundo.
Los reinados de este mundo se fundamentan en el poder: político, económico, militar y, a veces, -demasiadas- en el poder eclesiástico. Los reyes de este mundo controlan los mercados internacionales. Los reyes de este mundo, las multinacionales controlan todos los mecanismos de poder del mercado: fijan los precios de las materias primas y de los productos, la banca, dominan y dictan sobre los medios de comunicación, sobre la educación. El poder religioso se entromete y domina abusivamente las conciencias de los fieles.
Mi reino ciertamente no es de este estilo. El señorío, la realeza de Cristo hace referencia a que Él -y los cristianos- no podemos pensar como los reyes de este mundo. Su Reino es de la Verdad. Los reinados de este mundo se fundamentan en el dominio, en el poder, en las armas, en la economía. La realeza de Cristo se fundamenta en la Verdad, en el amor y en el servicio)
El estilo, el reino de Jesús no es como el de los reyes y poderosos de este mundo.
- Yo soy. Ser frente a la nada.
En estos tiempos de nihilismo (nada) nos hace bien saber que JesuCristo es: “Yo soy”.
JesuCristo es, es principio y fin.
El momento cultural en el que vivimos es más bien de vacío y un vivir en el suspenso de la nada. Nos angustia la vida, la muerte y el “más allá”, la enfermedad, el pecado, nuestros vacíos.
Decía Oteiza de los vacíos de sus piedras: los apóstoles de Aránzazu, las “cajas metafísicas” que esos vacíos los llena solamente Dios…
No sabemos cómo será el más allá, esperamos -esperanza- que será. Terminaremos en el que es: “Yo soy”.
Ánimo, no temáis, soy yo.
El Señor pacifica y serena nuestra existencia.
- Título, manto y corona.
Poco antes, durante la cena de la noche anterior, la Última Cena, Jesús se había quitado el manto de señor para ceñirse la toalla de siervo y lavar los pies de sus discípulos.
Pilatos deja a Jesús en manos de los soldados. Enseguida lo azotan y le visten de rey con un manto rojo, “el mismísimo” manto que se había quitado la víspera, en la Cena, con sus amigos. Igualmente le ponen una corona de espinas.
Y el título, eso que firman los parlamentarios y ministros al tomar posesión de su dosis de poder, se lo dan a Jesús en la cruz: Jesús nazareno rey de todos (hebreo, latín y griego). Y este es nuestro rey.
Jesús Nazareno, rey de los judíos.
- Unidos al Señor, terminamos siendo.
Es también propia de S Juan la escena de la sanación del ciego del templo. Jesús le devuelve la vista (Yo soy la luz). Los del Templo (como siempre) discutían si el ciego curado era la misma persona o se parecía o era otro hombre. Y el que había sido ciego. “Soy yo”.
Es decir, al acercarnos al que es, terminamos siendo como Él.
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