"Nuestro camino es Jesucristo" Después de la Ascensión, caminar a la plenitud desde el Espíritu Santo en Cristo
"Jesús al irse para estar a la derecha del Padre nos invita a prepararnos a recibir al Espíritu Santo"
"Tener o recibir al Espíritu Santo es recibir la gracia para hacer un camino de fe discipular"
"Quien le hace caso a ese amor de Dios crece en abundancia, en la medida en que Dios se derrama en esa persona que le abre su corazón, su existencia y todo su ser"
"Quien le hace caso a ese amor de Dios crece en abundancia, en la medida en que Dios se derrama en esa persona que le abre su corazón, su existencia y todo su ser"
Volver al Padre , fuente y origen de toda gracia, ningún deseo mayor a este.
Cristo ha cultivado una relación de vida y amor con sus discípulos pero desea y vuelve al Padre, yéndose no nos deja nunca solos.
Nos acompaña y vive entre nosotros.
En Jesucristo se establece una relación con Dios, la cual es trinitaria.
Jesús al irse para estar a la derecha del Padre nos invita a prepararnos a recibir al Espíritu Santo. En El caminaremos en la verdad, de tal manera que nuestra fe y nuestra conversión se conducen siempre en la verdad.
De esta manera no tenemos que tener miedo, sino plena confianza en Dios.
Al caminar en esta conversión desde la verdad, impulsados por el Espíritu Santo, descubrimos y reconocemos a un Dios que es nuestro Padre Misericordioso.
El nos quiere para estar siempre en su eternidad y, por eso, nuestro camino es Jesucristo, a través de quien el Padre nos habla y nos invita a escucharle.
Por eso Los Ángeles dicen a los discípulos en el monte de Galilea, que quiten esa cara triste, porque ese Jesús que se va al encuentro del Padre, entre las nubes, volverá entre nubes y rodeado de sus ángeles.
Tener o recibir al Espíritu Santo es recibir la gracia para hacer un camino de fe discipular, en obediencia a la voluntad del Padre, conduciéndonos en esa verdad que es Jesucristo para vivir plenamente nuestra libertad.
Tenemos que crecer y madurar en este camino, siendo la conversión algo necesario para tener vida en plenitud.
El Padre nos quiere con El para que tengamos vida en Jesucristo. Hacer este camino de una aventura maravillosa para cada uno, porque el mismo amor se muestra para todos de forma personal y en ese amor vivimos la comunión.
Un amor de Dios hacia cada uno en su particularidad, pero siempre en ese mismo amor y vida, llamados a la comunión.
No es un amor para nosotros solos. Esa mentalidad de pensar que Dios al amarme es solo para mi, nos limita al no abrirnos a qué ese amor se comunica a todos, y al comunicarse a todos, nos lleva a la comunión.
La diferencia es que este mismo amor es aprovechado o vivido de diferente forma por cada uno. Eso sí marca una gran diferencia!
Quien le hace caso a ese amor de Dios crece en abundancia, en la medida en que Dios se derrama en esa persona que le abre su corazón, su existencia y todo su ser. Es una presencia de amor y de vida de Dios que nunca se agota.
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