Liturgia del 3º ADVIENTO 2024 (C)

Gaudete
Gaudete

3º ADVIENTO 2024 (C)

El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos vosotros.


MONICIÓN DE ENTRADA


El tercer domingo de Adviento nos invita a la alegría. La felicidad no se basa en que todo salga según nuestros deseos. El cristianismo no es un camino moralizante que busca realizar buenas obras para tranquilizar la conciencia. La alegría que perdura no nace de la programación sino de la comprensión profunda de lo que somos. Hijos de Dios, que debemos transparentar su imagen desde nuestro interior. Esa experiencia personal nos lleva a compartir lo que somos y tenemos.


Oración encendido corona de Adviento


Cómo no estar alegres si nos anuncia Juan que es el Señor el que está constantemente viniendo.

Como no estar alegres si en nuestro mundo vemos pequeños “fueguitos”, “brotes verdes” “margaritas en el estercolero”, pues el Reino bulle en nuestra historia.

Hay más luces, en medio de las tinieblas, que iluminan nuestra sociedad con más fuerza que las luces de colores de las calles.

Como no estar dispuestos a rechazar un consumo innecesario que va esquilmando el planeta y desvirtuando la Navidad al no dejar sitio al Señor.

El Señor está aquí y nosotros queremos acogerle y ser sus altavoces.


ACTO DE RECONOCIMIENTO


La mayor alegría que podemos descubrir es sentir a Dios en nuestro corazón. Y esa alegría debemos compartirla con los demás, para eso se nos han dado unas cualidades, dones o potencialidades (como queráis llamarlas). Por ello le damos gracias y renovamos nuestro compromiso de ponerlas a dar fruto.


Gracias Señor por el don de la ESPERANZA, que tiene su fuente en saber que siempre estás a nuestro lado y que en tu Casa tenemos ya un sitio reservado. Queremos comprometernos a vivirla y compartirla con los hermanos. Por eso te decimos: Nos comprometemos Señor


Gracias Señor por el don de la ALEGRÍA, la alegría de sentirnos queridos por Ti, y la alegría de sentirnos queridos por los hermanos y de quererlos nosotros a ellos y la ALEGRÍA de saber que nuestra vida tiene siempre un cielo eterno después. Queremos acrecentar esa alegría y difundirla. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor


Gracias Señor por el don del AMOR, el que tú nos manifiestas en nuestro interior y nos impulsa a comunicar con nuestro comportamiento hacia los demás. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor


Dios Padre Amoroso TIENE misericordia de nosotros, comprende nuestros fallos y nos guía de su mano a la vida eterna. Amén.


ORACIÓN COLECTA


Otra vez rezamos las oraciones de la expectación y de la constancia, los cantos de la esperanza y de la promesa. Y otra vez toda miseria, toda expectación y todo aguardar lleno de fe se reúnen en la palabra: ¡VEN!

Pero tú ya has venido. Pusiste tu tienda de campaña entre nosotros, has participado de nuestra vida con sus pequeñas alegrías, con su larga rutina, con su conflicto y dolor.

¿Podríamos invitarte con nuestro “VEN” a algo más profundo que esto?

Y sin embargo, llenos de esperanza, te decimos:

¡TÚ ERES EL QUE TIENE QUE VENIR!

Se dice que vendrás de nuevo, es cierto. Pero no se trata de volver de nuevo, pues nunca nos abandonaste.

Al decirte: “VEN”, deseamos que se manifieste con mayor claridad que tú ya estás en todo, que el corazón de todas las cosas y personas se ha transformado ahora, porque tú las has habitado con tu presencia.

Por eso, llenos de esperanza, te decimos: ¡Tú eres el que tiene que venir! Tú vienes. Esto no es pasado ni futuro. Sino el presente que se llena de ti. Siempre está presente la hora de tu venida. Queremos vivir en esta hora atentos a tu venida. AMÉN


Lectura de la profecía de Sofonías (3,14-18a):


Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo. El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temerás mal alguno.

Aquel día dirán a Jerusalén: «¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!» tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta.


Salmo Is 12,2-3.4bed.5-6


R/. Gritad jubilosos, que grande es en medio de ti el Santo de Israel.


V/. «Él es mi Dios y Salvador:

confiaré y no temeré,

porque mi fuerza y mi poder es el Señor,

él fue mi salvación».

Y sacaréis aguas con gozo

de las fuentes de la salvación. R/.


V/. «Dad gracias al Señor,

invocad su nombre,

contad a los pueblos sus hazañas,

proclamad que su nombre es excelso». R/.


V/. Tañed para el Señor, que hizo proezas,

anunciadlas a toda la tierra;

gritad jubilosos, habitantes de Sión:

porque es grande en medio de ti el

Santo de Israel. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (4,4-7):


Hermanos:

Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.

Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (3,10-18):


En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:

«¿Entonces, qué debemos hacer?»

Él contestaba:

«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:

«Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?»

Él les contestó:

«No exijáis más de lo establecido».

Unos soldados igualmente le preguntaban:

«Y nosotros, ¿qué debemos hacer nosotros?»

Él les contestó:

«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».

Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga».

Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.


HOMILÍA

¡Cuánto nos cuesta escuchar y hacer caso al evangelio! Preferimos atarnos a creencias, dogmas, ritos que nos han enseñado y practicamos desde antiguo, sin cuestionarnos si están bien o mal, si tal vez deberíamos cambiarlos.

Pues ¡Mira por donde!  A Juan Bautista la gente no le pregunta qué tienen que creer, que tienen que pensar, que ritos tienen que realizar (eso se lo preguntaban a los sacerdotes, y se lo siguen preguntando muchos a los sacerdotes de hoy). Le preguntan ¿Qué tienen que hacer? Qué hay que hacer para encontrarse con Jesús que viene, mejor todavía, está en nuestras vidas, en nuestro interior.

Y ¿qué les responde Juan? No los manda a rezar, a realizar ritos, sacrificios o penitencias. NO.

Como al amigo, no hay que recibirlo con grandes aspavientos  y liturgias protocolarias  propias de las recepciones oficiales.

No hay que mantenerlo lejos de nuestra realidad vital y familiar.  Hay que compartir con Él lo que somos, tenemos y vivimos.

Hay que ponerse en marcha desde el interior, donde habita Jesús-Dios dándonos su amor e impulsándonos a cambiar nuestras actitudes rutinarias,  dándole un sentido de esperanza activa y alegría a nuestra espera.

La respuesta es clara y precisa. Hace referencia al comportamiento con los demás. Ante esas palabras se terminan la falsa “buena voluntad” y los sentimentalismos religiosos.

El alimento y el vestido son bienes de primera necesidad, a los que todos los seres humanos tienen derecho.
Que nadie guarde más de lo necesario. Es el momento de compartir y de ser solidarios. Como lo estamos siendo con los afectados por la Dana, pero debemos serlo también con los que tenemos al lado y nos necesitan.

La pregunta que debemos plantearnos, también nosotros, es así de concreta: ¿qué tenemos que hacer?
Si en nuestro ambiente hay un poco más de paz y tolerancia,  de justicia  y de acogida. Si por nuestra colaboración alguien es más feliz, mejora algo la sociedad, se podrá decir que Dios está viniendo y que se va cumpliendo ya el programa de su Reino.

Jesús, que ya está cada día en nuestra vida, en nuestro interior, en cada persona y acontecimiento es la Buena Noticia.

 La anuncia con su vida entera, curando, acogiendo, liberando, contagiando PAZ, amando con ternura, liberando a las personas de sus miedos, mostrando que Dios es amor incondicional.

En Él vemos cómo es Dios y cómo debemos ser los seres  humanos llenos de su Espíritu.

Termino con una pequeña parábola que nos resume muy bien el mensaje de hoy:

Había un pintor de calle que hacía retratos rápidos de las personas. Un día posó un borracho sucio, sin afeitar y con ropas malolientes. A pesar de su aspecto desastroso fingió gran dignidad. El pintor le dedicó más tiempo del normal y, cuando terminó, le presentó al hombre su retrato.

- “Ese no soy yo”, dijo sorprendido el borracho, cuando se vio bien vestido y sonriendo en el retrato. Y el pintor le contestó:

- “Pero ése es el hombre que usted todavía puede llegar a ser”.

  Dios es el pintor, y yo el pintado. Ésa es la conversión.


CREDO


Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?

Todos. Sí, Creemos.


Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?

Todos. Sí, Creemos.


ORACIÓN UNIVERSAL

La Palabra de hoy nos invita a dar un cambio total y profundo a nuestra vida, de tal manera que seamos buena noticia y cauces de justicia y paz. Oremos.

Queremos renovar nuestro compromiso creyente.

• Deseamos una Iglesia  que sea referente de opción por los últimos, de compromiso en favor de los invisibles, de vida en clave de servicio y entrega.

Queremos renovar nuestro compromiso creyente.

• Los creyentes deseamos vivir con coherencia nuestra fe, dejarnos configurar por la vida de Jesús de Nazaret y ser invitación a la solidaridad y fraternidad universal.

Queremos renovar nuestro compromiso creyente.

• Queremos ser conscientes que acoger la Buena Noticia de Jesús requiere nuestra conversión, un cambio de registro en nuestra vida, pasar de la individualidad a la solidaridad.

Queremos renovar nuestro compromiso creyente.

• Queremos darnos por aludidos cuando escuchamos el grito de los desfavorecidos, la llamada a la responsabilidad ética, civil y creyente.

Queremos renovar nuestro compromiso creyente.

• Deseamos que este tiempo previo a la celebración de la Navidad sea una nueva oportunidad para dejarnos atravesar el corazón por la realidad difícil y dolorosa de tantos.

Queremos renovar nuestro compromiso creyente.

Padre bueno, deseamos acertar a vivir este tiempo con hondura y generosidad, desde el compromiso gratuito y altruista, siendo camino de vida saludable y digna para todos. Te damos las gracias por tu hijo Jesús de Nazaret, que vive por los siglos de los siglos. Amén.


En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso


El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…


ORACIÓN OFRENDAS


Te presentamos el pan y el vino. Son el pan de nuestras comidas y el vino de las fiestas y de la alegría. Pero es más lo que simbolizan: Son la entrega de nuestras vidas, de nuestros trabajos y sudores, de nuestras alegrías y fiestas, todos unidos. Te lo ofrecemos, con Jesucristo Nuestro Señor. Amén


PREFACIO


El Señor está con vosotros

Levantemos el corazón

Damos gracias al Señor nuestro Dios.


Padre santo, es nuestra mayor satisfacción

manifestarte nuestra admiración y agradecimiento

por las inefables maravillas de tu Creación.

De modo especial te agradecemos

que podamos conocerte y quererte,

ser conscientes de tu presencia en nosotros.

Agradecemos especialmente la presencia

en nuestra historia de tu Hijo Jesús.

El vino a hablarnos de tu amor de Padre, 

y del anhelo de felicidad para todos tus hijos,

del sueño de tu Reino de Amor y justicia.

El sigue viniendo ahora a nuestro encuentro

en cada hombre y en cada acontecimiento,

para que lo recibamos en la fe

y para que demos testimonio por el amor,

de la espera dichosa de su reino.

Es hora de creer también nosotros

en nuestras posibilidades de crecimiento personal,

en que podemos superar nuestros egoísmos.

Con esta ilusión, elevamos a Ti este canto de alabanza.

SANTO, SANTO, SANTO


CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA


Bendito sea Jesús, tu enviado,

el amigo de los niños y de los pobres.

Él vino para enseñarnos

cómo debemos amarte a Ti

y amarnos los unos a los otros.

Él vino para arrancar de nuestros corazones

el mal que nos impide ser amigos

y el odio que no nos deja  ser felices.

Él ha prometido que su Espíritu Santo

estará siempre con nosotros

para que vivamos

como verdaderos hijos tuyos.

Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino y

se conviertan para nosotros

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.

El mismo Jesús,

poco antes de morir,

nos dio la prueba de tu Amor.

Cuando estaba sentado a la mesa con sus discípulos, tomó el pan,

dijo una oración para bendecirte y darte gracias,

lo partió y lo dio a sus discípulos, diciéndoles:

Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros.

Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino,

te dio gracias con la plegaria de bendición

y lo pasó a sus amigos, diciendo:

Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestras vidas.

Haced esto en conmemoración mía.

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Por eso, Padre bueno, recordamos ahora

la resurrección de Jesús, el que nos mostró el camino de la salvación, y renovamos nuestra fraternidad.

Él se ha puesto en nuestras manos

para que te lo ofrezcamos como ofrenda nuestra

y, junto con él, nos ofrezcamos a ti.


Tú nos escuchas, Señor Dios nuestro;

y nos das tu Espíritu de amor

a los que participamos en esta comida,

para que vivamos cada día

más unidos en la Iglesia,

con el santo Padre, el Papa Francisco,

con nuestro Obispo N…,

los demás obispos,

y todos los que trabajan por tu pueblo.

No nos olvidamos de las personas que amamos

ni de aquellas a las que debiéramos querer más.

Te damos gracias porque nuestros

hermanos difuntos… familiares

amigos y miembros de nuestra Comunidad

están ya contigo en Tu casa del Cielo. 

Y un día, nos  reuniremos contigo

con María, la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, su esposo San José, los apóstoles, los santos

y todas las personas de bien

para celebrar la gran fiesta del cielo.

Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor, podremos cantarte sin fin.

Por Cristo, con él y en él, 


PADRENUESTRO


PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo

TÚ NOS DAS HOY 

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amen

CORDERO DE DIOS


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz


Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.


ORACIÓN FINAL


Para preparar tu venida, Señor, yo sólo quiero y busco:  Unas palabras claras para que se me entienda, unos gestos apropiados para hacer agradable la jornada, una mirada serena que infunda paz y ternura, un momento de silencio para escuchar con el corazón, unas gotas de rocío para alimentar las esperanzas, un sueño ligero que capte los rumores de las personas y de los ángeles.


Para preparar tu venida, Señor, yo sólo necesito abrir mis entrañas y dejarlas que se llenen con tu presencia, como lo hizo Juan Bautista, como los profetas de entonces y ahora, como los pobres que nunca cuentan pero tienen historias que nos golpean y penetran, como María. Amén


BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado. Amén.

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